miércoles, 20 de marzo de 2013

"La sonrisa de un muerto."

En la mente de un mecanicista no cabe la idea del azar (tampoco la del libre albedrío, pero eso es porque los mecanicistas no creen en la existencia de arbitrariedades en un Universo apasionante y apasionado ni en casi ninguna idea de las que dan gustito) pero si no fue por eso, a saber por qué razón peregrina decidió aquel niño borrar con sus manos la sonrisa de la cara de aquel cadáver. En cualquier caso sus motivaciones no son lo que nos ocupa. Tampoco la razón por la que murió el finado, ni en qué condiciones, ni por qué tenía el niño acceso al cuerpo. Lo reseñable del asunto es que ese señor había tenido la gloriosa suerte de acabar sus días con una expresión de felicidad en su rostro, que no es que el día de la muerte de uno o lo que haga justo antes de fenecer sea más importante que el resto de la vida, pero por el simple hecho de ser un momento único y el último ya cobra cierta notoriedad dentro de la propia historia de un individuo.
Entonces estamos en que quizás por azar, quizás por una razón estúpida o quizás por ninguna razón, aquel difunto que antes estaba alegre nunca más volvería a estarlo. Su sonrisa había desaparecido para siempre en el tiempo, era imposible recomponerla, irrecuperable de entre las garras del olvido. De hecho, frente a la eternidad de muerte que le esperaba al buen hombre (que no se sabe si era bueno, pero existe y es comprensible la tendencia a presuponer que la gente, así en general, lo es), es como si su sonrisa nunca hubiera existido, como si jamás él hubiera sonreído ni hubiera sabido descifrar en toda su vida el significado de una sonrisa.
Pues, bien, yo soy ese muerto.


P.D: Ya está.

"Pienso decirte que te quiero como el que se arranca un botón."



sábado, 16 de marzo de 2013

Con la gracia en paro

El escritor que no escribe es o porque no tiene nada que decir, o porque es demasiado flojo como para decirlo. Ese es el Primer Axioma. El Segundo Axioma es que el buen practicante debe ejercitarse con una media de 500 palabras al día, y el Tercer Axioma es que de lo que se come se cría. Partiendo de la base de que en cuanto ejercicio llevo atrasado aproximadamente el equivalente a dos o tres producciones completas de Proust, que mi bloqueo creativo no es sólo expresivo, sino que también presento una incapacidad receptiva equivalente al Ministerio de Finanzas griego, y que hace mucho tiempo que sospecho que en el remoto caso que yo tenga nada que aportar al negro mundo de la opinología esto muy bien podría no importarle un nabo a nadie, debo reconocer que no estoy nada contento con esta situación.

En realidad yo diría que el problema radica en mi ordenador nuevo. Me da a mí que yo le tenía el punto cogido al teclado antiguo y con este no me termino de sentir cómodo. Yo creo que está relacionado con la postura de los brazos o de la espalda, que me queda muy rígido, y claro, así no se puede crear. También es cierto que la llama que lame mi mano más que llama va tirando a agua tibia, y que la patrulla de búsqueda que envié a las últimas esquinas de mi sangre en búsqueda de un duende me reporta no sólo una severa duendopenia sino un estado de degeneración física y lipídica que debería mirarme antes de que la panza que estoy criando me impida la visión de mi mismo pito. Lo mismo es que el fuego interior que uno creía tener se apagó, quizá definitivamente, igual hasta víctima de mi exilio asturiano. Es curioso, porque allí, creativamente encadenado y sujeto a una condena de opositor creí sentirlo varias veces. O puede que fuera fiebre. A ver si tengo suerte y conservo algún ascua o alguna brasa, y a base de avivarlo y prenderlo con magia de la de Cortázar y otros dioses quemo algo de imaginación o alguna experiencia pasada y me sale algún textillo. Mientras tanto protesto, que es lo único que se me ha dado bien en mi puta vida y con eso, de paso, practico un poco.

Plano. Planísimo. Como un rollo de cinta adhesiva al que se le ha perdido el extremo y vas recorriendo deseserado con la yema de los dedos en busca de algún doblez o algún escaloncito para sacarlo de nuevo. Y lo intentas y nada y pasas a rapiñar con la uña otra vez el rollo entero a ver si sacas ese apéndice útil de su fusión. Más o menos así me siento yo ahora mismo. Y nada. Que no me encuentro yo el extremo. O por poner otro ejemplo, como una manga pastelera rellena hasta arriba en la que te lías a apretar y apretar pero resulta que no sale nada porque del desuso se le ha taponado el boquete de chocolate así como reseco. En fin, supongo que lo único que me queda es apretar como un loco, a base de motivación y fé (a ver si las encuentro), hasta que una de dos, descongestione el boquete o me reviente  la manga pastelera en las manos. Claro que nadie me asegura que lo que haya dentro esta vez en lugar de chocolate no sea mierda.

Pues eso, que al menos me quejo. Y con esto me marco una publicación más en el blog, refresco a base de destrozarlas las lecciones más básicas de la gramática y la ortografía y quieras que no, por primera vez en año y pico, cumplo uno de los Tres Axiomas. Torbellino. Lluvia. Caballo. Pollino.


PD: Hola y tal.

lunes, 11 de marzo de 2013

Yunou uoramín

Si de todas formas era complejo
muchísimo antes de ser viejo
encontrar una que te soportara,
ahora la que no esté cogida,
si no a flor de piel, escondida,
segurísimo que tiene una tara.

Y poner cara de que me lo creo:
"No quiero perderte", "hacerte daño".
Es glorioso que pa no decirme feo
alguien cree los Eufemismos del Año.
Illa, que la cola que me ponía
pa los rituales de apareamiento
siempre ha estado desplumada,
hace mucho que despierto cada día
pringoso de mi humor infecto
y en un callejón sin entrada.

Si de todas formas a entenderse
sólo le da importancia la gente
que tiene fe en los sentimientos,
en la trascendencia y esas mierdas,
y yo básicamente lo que quiero
es una oportunidad de meterla.


P.D: Oye, perdonadme si pensabais publicar hoy...

"Hablando de tumores y de pesimismos, hay quien ve el bazo medio lleno y quien lo ve medio vacío."


miércoles, 6 de marzo de 2013

Y tanto

Tanto es de la vida el suspiro
como la risa y como el bostezo,
tanto como unos vellos de punta,
como el miedo,
como el tedio,
tanto como la idea del suicidio,
como la suavidad de unos pechos
o dos lenguas que se preguntan
cuán amargas son las despedidas.
Y son de la vida como el rojo
de una cara que se avergüenza,
como el celo,
como el cielo,
tanto como la mano que incita
y el ralo ámbar de unos ojos
que relucen y que reniegan.


P.D: Qué bien me lo paso peleándome con los poemas.

"Pues vaya gracia tener que mirar dos horóscopos a partir de ahora: sagitario y cáncer. "