El pataleo de hoy está relacionado con la cultura, bueno, más bien con la relación de ésta con la gente. Podríamos hablar un poco de los incultos por deseo, por ganas y por ansia, de los que reniegan de la información, de los que se enorgullecen y declaran a tumba a abierta cosas como: ¿Libros?, ¿qué es eso?". Podríamos hablar de los que son capaces de burlarse del que sabe y del que quiere saber, también podríamos hacerlo de los que desaprovechan su tiempo, de los que aluden con frecuencia al aburrimiento teniendo hoy en día tantas posibilidades fructíferas que muchos desearíamos vivir el triple de los que solemos hacerlo para conocer más. Podríamos criticar al inepto que no le importa que podamos clasificarlo en este amplio abanico. Pero hoy no vamos a dedicarnos a esta batería.
Antes de nada aclarar que en este texto no englobo a los que por cualquier circunstancia no pueden acudir a tanta información, y que tampoco se trata de pretender ser un erudito en las materias más complejas, simplemente vale con querer conocer (una de las palabras más bonitas por cierto).
Pero éstos no van a ser los objetivos de la crítica de rigor. Nos vamos a referir a una categoría que en algunas ocasiones pueden provocar un odio aún más intenso que los anteriormente mencionados. Son los fantasmas de la cultura, los espectros de la información, que a su vez pueden subdivirse en otras dos ramificaciones.
Hasta hace poco sólo tenía conocimiento de la existencia del primero de los grupos, que son muy conocidos por todos, son aquellos que únicamente son capaces de engañar a una persona con sus características, a ellos mismos. No saben de nada, la palabra cultura le viene tan grande como a Sarkozy la chaqueta de Paul Bunyan. Y suelen, sin embargo, hacer continua alevosía de lo que precisamente carecen. Una vez leyeron sin querer un cartel de incendio y se creen Baudelaire, otra respondieron una pregunta en clase y van comentando por allí donde van que son como Borges, ayer vieron una película de Ron Howard y hoy van hablando de cine como Fellini, mañana se encontrarán con el dibujo de mi primo pequeño y pasado dirán que saben distinguir un Monet de un Renoir. Esta zafia especie se reparte en amplios números en cualquier ambiente. Yo, si tuviese la oportunidad, les diría que las pocas personas cultas (que no inteligentes) que se han forjado sus cualidades día a día posiblemente murieran con la pena de haber conocido tan poco. Sólo sé que no sé nada que diría Socrates.
Ésto me hace recordar, como pequeña anécdota, un comentario que oí un noche de botellona con mis amigos, un individuo que lamentaba profundamente no encontrar a nadie tan culto como él, y lo dijo porque su compañero negó haber leído el complejo libro que él se había atrevido a empezar, y hasta a terminar. La Sombra del Viento... Sí chico, eres toda una eminencia, me entraron ganas de adorarte eternamente por tu sempiterno saber.
Pero lo que realmente me hizo escribir este articulito fue un hecho que provocó que descubriera a la segunda subespecie. Estaba yo ojeando con tranquilidad el catálogo mensual del Círculo de Lectores cuando algo me llamó la atención. No me acuerdo de su título, pero se trataba de un manual que instruía al que lo leía al "noble" arte de parecer culto. Algo así como saber de lo no leído y de lo no visto, todo con el fin de alcanzar la más triste de las apariencias. Me impactó y me molestó, pensé en lo bello que es aprendeher de todo sin necesidad de compartirlo y mucho menos de exponerlo ególatramente. Más triste aún el que engaña sin necesidad, el que tiene la opción de saber, no lo hace y pretende parecerlo. Es nítidamente el estadio más hipócrita y nauseabundo, malditos los que nos pretenden enmaroñar con esos falsos conceptos, tarde o temprano desearán haber querido conocer más porqués que qués. Tristes culturetas de postín.
domingo, 22 de febrero de 2009
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Te veo molesto Curro... xD En cualquier caso, no te ofendas, lo mejor del artículo es la tira de Quino. Cualquier cosa de Quino que pongas en esta página sólo vale para ridiculizar a los autores, te lo advierto...
ResponderEliminarQue fuere tu colega el de la sombra del viento...
Pues sí, compañero. Vivimos en un papel de fachada. Como dijo Sabina, "por eso siguen estando más llenos los gimnasios que las bibliotecas". La gente no se interesa por saber sino porque los demás sepan que saben.
ResponderEliminarSe revolvería en su tumba Chexpir si supiera que "ser" no es el verbo copulativo más importante.
Bmoos
Realmente ridículo lo de "La Sombra del Viento" (ya casi no me acordaba de aquello), ¿se pudo ser más ególatra con tan pocos motivos?
ResponderEliminaryo no me acuerdo de la escena recordarmela...
ResponderEliminarFue en la salida por Cádiz posterior al Interrail, comentario que escuchó Rafa y que nos impactó.
ResponderEliminarSí, tú llevabas la camiseta del Amplemann