La prensa, diría un idealista, es esclava de la verdad. Un mero objeto, un “medio” (nunca mejor dicho) para mostrar en su pura crudeza la realidad a la población. Al pueblo. La antorcha que porta la llama, puesta en la mano del hombre. La prensa debe servir para poner coto al poder político, denunciar las injusticias, controlar la corrupción. Vigilante, siempre vigilante. O al menos, eso diría un idealista.
George Orwell, citando por enésima vez a uno de mis ídolos, habla de esto durante prácticamente toda su obra, pero muy especialmente en su libro “Rebelión en la granja”. Concretamente en un magistral artículo que le sirve de prólogo, titulado “Libertad de prensa”. En él, critica muy duramente la hipocresía de los mass media británicos de la época, por auto-imponerse (y esto es lo que más le duele, no una censura impuesta desde fuera, sino voluntariamente, por agradar, para no molestar, no vayamos a quedar mal) una censura previa en todo lo referente a la Unión Soviética, a fin de no mosquearles justo en ese momento que acababan de aliarse con el Reino Unido para derrotar a Hitler.
Así, Orwell denostaba a esos editores y periodistas que de un día para otro se olvidaron de que Stalin no era más que otro dictador, a la larga tan cruel y sanguinario como Hitler. De un día para otro, desapareció de la mente de los informadores, y de la memoria de los informados, la situación que vivían en Rusia y el resto de Repúblicas de la unión: la fuerte censura, la manipulación propagandística, las persecuciones trotkistas, las purgas stalinistas, las corruptelas comunistas, el control del parlamento…
Me acordaba yo precisamente de ese artículo viendo ayer la televisión. Cuando comprobaba una vez más (confirmado por su repetición en el resto de cadenas y periódicos de cualquier signo político) como llamaban a Hu Jintao “el Presidente de China”. Es curioso, me dije a mí mismo, lo bien que le va a este hombre. Hace un año, para las mismas televisiones y periódicos, no era más que el Dictador de China, y ya le han ascendido a presidente. Y exactamente lo mismo, pero al revés (graciosa paradoja), ha ocurrido con cierto pollo llamado Ben Ali, ahora perro exdictador del pueblo tunecino, y hace un par de años, cuando yo visité Túnez, era el muy respetable Presidente de la República Tunecina y amigo de occidente. Por lo que pude yo informarme.
Y esto, una de dos: o se trata de una nueva actualización de nuestro poder mediático, tan propenso como es a la felación pública con bukake incluido y a cargar el testículo del lado que mejor le venga según sople el viento; o de una certera corrección a tiempo de una antigua información, qué duda cabe, mal documentada. Y me puedo imaginar yo al director de cualquier gran periódico (Dios me libre a mí de acusar a ninguno en Público, ya sea de El País, o de todo El Mundo, de no ser más de perrillos falderos y voceros del poder, a riesgo de faltarme La Razón al decirlo, pues eso esto estaría fuera del ABC más básico de toda ética) leyendo una noticia tranquilamente en su despacho, gritándole a los subordinados Menos mal que me he dado cuenta, chavales, que os habéis equivocado con lo del chino, que si no se nos cuela el gazapo. Y todo eso, mientras el becario no encuentra el momento de preguntarle si lo de Guantánamo y la pena de muerte se considera respetar los derechos humanos. Más que nada por no cagarla cuando haga el artículo de la comida del Nobel de la Paz y el Presidente chino. La que tuvieron entre ellos, digo. No la que le vamos a hacer todos.
George Orwell, citando por enésima vez a uno de mis ídolos, habla de esto durante prácticamente toda su obra, pero muy especialmente en su libro “Rebelión en la granja”. Concretamente en un magistral artículo que le sirve de prólogo, titulado “Libertad de prensa”. En él, critica muy duramente la hipocresía de los mass media británicos de la época, por auto-imponerse (y esto es lo que más le duele, no una censura impuesta desde fuera, sino voluntariamente, por agradar, para no molestar, no vayamos a quedar mal) una censura previa en todo lo referente a la Unión Soviética, a fin de no mosquearles justo en ese momento que acababan de aliarse con el Reino Unido para derrotar a Hitler.
Así, Orwell denostaba a esos editores y periodistas que de un día para otro se olvidaron de que Stalin no era más que otro dictador, a la larga tan cruel y sanguinario como Hitler. De un día para otro, desapareció de la mente de los informadores, y de la memoria de los informados, la situación que vivían en Rusia y el resto de Repúblicas de la unión: la fuerte censura, la manipulación propagandística, las persecuciones trotkistas, las purgas stalinistas, las corruptelas comunistas, el control del parlamento…
Me acordaba yo precisamente de ese artículo viendo ayer la televisión. Cuando comprobaba una vez más (confirmado por su repetición en el resto de cadenas y periódicos de cualquier signo político) como llamaban a Hu Jintao “el Presidente de China”. Es curioso, me dije a mí mismo, lo bien que le va a este hombre. Hace un año, para las mismas televisiones y periódicos, no era más que el Dictador de China, y ya le han ascendido a presidente. Y exactamente lo mismo, pero al revés (graciosa paradoja), ha ocurrido con cierto pollo llamado Ben Ali, ahora perro exdictador del pueblo tunecino, y hace un par de años, cuando yo visité Túnez, era el muy respetable Presidente de la República Tunecina y amigo de occidente. Por lo que pude yo informarme.
Y esto, una de dos: o se trata de una nueva actualización de nuestro poder mediático, tan propenso como es a la felación pública con bukake incluido y a cargar el testículo del lado que mejor le venga según sople el viento; o de una certera corrección a tiempo de una antigua información, qué duda cabe, mal documentada. Y me puedo imaginar yo al director de cualquier gran periódico (Dios me libre a mí de acusar a ninguno en Público, ya sea de El País, o de todo El Mundo, de no ser más de perrillos falderos y voceros del poder, a riesgo de faltarme La Razón al decirlo, pues eso esto estaría fuera del ABC más básico de toda ética) leyendo una noticia tranquilamente en su despacho, gritándole a los subordinados Menos mal que me he dado cuenta, chavales, que os habéis equivocado con lo del chino, que si no se nos cuela el gazapo. Y todo eso, mientras el becario no encuentra el momento de preguntarle si lo de Guantánamo y la pena de muerte se considera respetar los derechos humanos. Más que nada por no cagarla cuando haga el artículo de la comida del Nobel de la Paz y el Presidente chino. La que tuvieron entre ellos, digo. No la que le vamos a hacer todos.
Esto está muertísimo, durante el día de hoy me voy a dedicar a leer todos los leídos y a comentarlos. Ya que nosotros no tenemos ni un mísero lector!
ResponderEliminarBienvenidos a PATOCIENCIA!! El blog en el que por no haber, no hay ni eco!
ResponderEliminarNo mientan bellacos! Yo aún les leo xD Y cómo no,cuánta razón tienes sobre los medios de manipulación -llamarlos de información es casi ofensivo- .
ResponderEliminarHola Pedro! Como te va?? Me a encantado esta entrada, yo si que os leo de vez en cuando, aunque he abandonado un poco esto.
ResponderEliminarTienes toda la razón, pero esa tendencia a la felacion publica no la tienen solo los medios de comunicación, la vemos en todos sitios.
Donde han quedado eso de "la verdad nos hará libres" , será por eso por lo que no se dirá la verdad....... Qué digo? Es por eso.
Por ello, mi yo idealista, opina que los medios de comunicación deben ser esclavos de la verdad. Por mal ejemplo es ese periódico de El Pais en el que vivimos que recibe información de wikileaks, y en lugar de mostrarla, la esconde para "contrastarla", en lugar de mostrarla tal cual.
Un saludo a todos!! Y suerte con los exámenes.
También quería añadir, que se me a olvidado comentario antes, es que esta situación ne recuerda mucho al libro de rebelión en la granja, que has mencionado antes, cuando la granja animal cambia de granja aliada sin parar y los cerdos intentan convencer al resto de los animales de que siempre a sido fiel a la aliada del momento. O no es lo mismo qu e esta pasando con el presidente de China y el cruel y corrupto dictador de túnez, que realmente lo es, solo que nos hemos acordado hace poco. Lo que si nos hemos olvidado es de los pobres monjes tibetanos masacrados.
ResponderEliminarPerdona por no haberla comentado antes compadre. Ya la había leído y ya que estábamos he vuelto a hacerlo. Sólo decirte, como siempre que escribes sobre estos temas, que te admiro en el campo del pataleo político, de la crítica irónica y mordaz de la puta mierda en la que vivimos. Me ha gustado bastante.
ResponderEliminarMención especial al paréntesis con los nombres de los periódicos!