sábado, 1 de octubre de 2011

La del infinitivo

Y llorar por el gusto de llorar,
consagrar una vida a la falta
y a la búsqueda del placer.
Destacar en el arte de lo vulgar,
escalar la montaña más alta
y caer por el gusto de caer.
Reír y nacer para explotar,
explorar el mundo del equipaje
y los recovecos de una tez,
recorrer y ver un centenar
de atajos sin rodeos ni ambages
que ríen y nacen para envejecer.
Tener vista, vivir para ganar,
ser súbditos de un imperativo,
arrojados al mundo con desdén.
Vomitar hasta rebosar el mar
resumir la vida en un infinitivo
sin tener ojos ni ganas para ver.
Darse por vencido al terminar
con el final como feliz excusa,
disculpar al tiempo en su tozudez
esperando que empiece un final
que lisonjea con amor la repulsa,
que termina, sin dar ni vencer.


P.D: ¡Hola!

"La presidencia del Gobierno debería poder dejarse desierta a jucio del jurado..."

3 comentarios: