“Señor Presidente, unos campesinos de un pueblo cercano a la frontera china estaban con sus ovejas pastando y esas cosas cuando han visto una cantidad enorme de soldados chinos. Aseguran que tenían botellas de camping-gas”, “¿Por qué lado de la frontera?”, “Los pastores a nuestro lado y el ejército al suyo”, ¿Hay confirmación vía satélite?”, “No, Señor Presidente”, “¿Por qué, maldita sea?”, “Porque en Kirguistán no tenemos”.
En Rusia y en EEUU, que sí tenían satélites, habían visto el despliegue del ejército asiático en todo su esplendor. Los rusos no tardaron en reaccionar como cabía esperar: los hijos y nietos del Ejército Rojo se movilizaron para arrimarse a la frontera con Kazajistán. Se preveía que en pocas semanas llegaran a acumular alrededor de 20 mil soldados rubios entre ejército de tierra y aire, que en apoyos aéreos no es en lo que iban a ahorrar.
Por su parte, el líder del mundo libre se tiraba de los pelos en su ahuevado despacho porque no comprendía que hubiera países tan impulsivos y belicosos como para entrar en una guerra por razones tan interesadas. En realidad no comprendía que hubiera más países tan impulsivos y belicosos como para…
En Kazajistán se enteraron por parte de los rusos, que les prometieron protección y tal. “Pero, Señor Presidente, si los chinos están enfadados con ustedes y son sus dos países los que van a entrar en el conflicto armado, ¿por qué lo hacen en Kirguistán y Kazajistán en lugar de en China o Rusia?”, “¡Puf, a ver quién se pone de acuerdo con esa gente! Seguro que se les acaba la hospitalidad y dicen que para acabar la fiesta nos tomemos la última en el Kremlin”, “¿Entonces van a solucionar sus diferencias destruyendo dos países que han cuadrado en medio?”, “No se equivoque, Señor Presidente, que luchamos por su libertad, que si fuera por nosotros…”, “¿Nuestra libertad? Si por mí fuera mañana mismo le diría al presidente chino que el oleoducto no se hace”, “¿Y dejar que nos pisoteen esos pequeños seres amarillos? Ande, ande, no se preocupe que al final las guerras son más lo que parecen que lo que son”. Y así se le quedó el cuerpo al presidente kazajo.
En Washington los servicios de inteligencia estaban hasta arriba. El comandante en jefe del país de la libertad, en un arrebato de conciliador liderazgo, descolgó el teléfono y le pidió a su secretaria que le pusiera con China y Rusia (pero no con los países enteros, sino con sus respectivos presidentes). La conversación se resume en que el americano quería llamar a la cordura a los asiáticos, los chinos exigían a los rusos que dejaran tranquilo Kirguistán, los rusos apelaban a la libertad de los países para comerciar con quien quieran, los estadounidenses pedían que se tuviera la fiesta en paz, los chinos no cedían ni un milímetro, los rusos se impacientaban… hasta que un fallo de traducción de un diplomático que actuaba como intérprete hizo creer al presidente chino que el presidente ruso en lugar de decir “En nuestras manos está el mantener Asia unida”, había dicho “Yo me cago en tu puta madre, chino de mierda”. Como es lógico, la conversación se precipitó en una marabunta de “El que lo dice lo es con el culo al revés”, “Rebota, rebota y en tu culo explota”, “Tengo una piña llena de piñones y tú no la comes” y demás lindezas. El presidente de la República Popular China fue quien cortó la comunicación, no sin antes decir amenazante “Ateneos a las consecuencias”.
Ante tal situación, que hacía presagiar una hecatombe, la ONU actuó rápidamente con la contundencia a la que nos tienen acostumbrados: en pocas horas, los presidentes de los países involucrados en el incidente recibieron un correo electrónico que decía “Guerra mala”. Sin lugar a dudas, el hecho de que se desatara una guerra entre las superpotencias asiáticas daría para varias cumbres. Y alguna que otra votación casi seguro que también caería.
Esa noche, en la suite presidencial de la residencia de La Casa Blanca, el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica dialogaba con su mujer, la Primera Dama. “¡Ay, querida, qué día! China se ha enfadado con media Asia por culpa de un tubo para llevar cacas de peces fosilizadas”, “¿Y se ha enfadado mucho?”, “¿Mucho? Tenía el ejército preparado para invadir Kirgistán y Kazajistán en una mañana, y la situación ha empeorado”, “¿Peor aun?”, “Peor, querida, mucho peor. Rusia y China tienen potencial nuclear”, “Ay, cielo, no pienses en eso”, “Desde luego no quiero ni pensar en que pueda haber alguien tan descerebrado, maníaco, estúpido, mal nacido, genocida, desgraciado y tontín como para ponerse a tirar bombas nucleares”, “¿Hablas del presidente Truman?”, “…”, “¿Cariño?”, “Tu-tu-tú, tu-tu-tú”, “Cariño, no estamos hablando por teléfono”, “Ya veo”, “Anda, duérmete un rato”.
P.D: Ya van los zombis, ya van...
"Si mañana fueran las elecciones para elegir el mejor plato del mundo, saldría la mierda con mayoría absoluta, porque hay muchísimas moscas."
jueves, 24 de noviembre de 2011
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Quillo, esto te está quedando divertidísimo. Lo malo es que le falta verosimilitud.
ResponderEliminarPD: ¿verdad que no?
PDD: Espero ansioso la salida de los zombies. Siendo como eres tú, creo que ya sé por dónde NO van a salir
Creo que es la historia de zombis más realista y verosímil de la historia (al menos por ahora) xD.
ResponderEliminarMe alegra mucho que te divierta, coñe, que obviando los ataques de politiqueo esto no es más que un jueguecito distraído :P.
Jajajajajajajaja
ResponderEliminarJajajajajajajajajajaja
Jajajajajajajajajajajajajaja
Jajajajajajajajajajajajajajajajaja
Lo mejor en prosa que has escrito nunca, mándalo el año que viene del tironazo al Certamen. Deseando que cuelgues el tercero.
Coño, me alegro tela de que te hayan gustado tantísimo. Yo sinceramente prefiero otros textos míos, pero mejor me quedo con tu versión de los hechos :P.
ResponderEliminarMañana, cuando pasen las 24h que marca la regla, cuelgo la conclusión de la historia.