Me debo algún desengaño
tantos como amores tuve
salvo algunos que erraron
y que me sorprendieron
con la rodilla en el suelo,
sorprendentes derrotas
que celebré a gritos
porque aún no echaba de menos
ni a gallos, ni a grillos.
Tanto como que me debo
algún ratito incómodo,
tantos como me sobran
los mordiscos en la lengua
(más los propios que los ajenos).
Debo velatorios
en la carne viva y trémula
de los dormitorios.
Te debo un saco de serrín
para que seques las lágrimas
que en el suelo vertí
por cada prevaricación
que un juez cometió
en los miles de juicios
por asesinato
que las arrugas de tu sonrisa
fueron provocando.
Tanto como que te debo
una torpe confesión
con las manos en los bolsillos,
la mirada fija en el suelo
y palabras saliendo de dos en dos.
Te debo las faltas al respeto
que ya no te tengo
y un baile tumbados bajo la
luna de un Seiscientos.
Le debo explicaciones
al administrador de mi silencio...
P.D: Igual lo que debo es callarme.
"Ay, poetas, con vuestros estómagos llenos y vuestras pringosas manos..."
martes, 13 de marzo de 2012
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No te calles, al menos si es para escribir versos como éstos.
ResponderEliminarVaya dominio de la rima.
Ay, me tienes mu mal acostumbrao :$.
EliminarQué cosas me dices, Antonio...
ResponderEliminarPrecioso, activo. Creo que podría haberlo escrito JC Aragón.
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