viernes, 16 de marzo de 2012

Fábula de los monos y la imaginación

Si algún niño humano hubiera acabado por las razones que fuera en aquella selva, probablemente habría muerto. Aquella era una selva enmarañada de ramas, hojas y lianas en la que apenas quedaba un palmo de suelo sin ocupar por raíces.
La sociedad de aquel lugar estaba estratificada tanto por razones de clase y de especie como por razones meramente físicas. En el suelo los del suelo, en la corteza de los árboles los bichos, en el cielo las rapaces y en las ramas los monos. Ay, los monos, esos primos lejanos tan parecidos a nosotros y tan poco evolucionados. Allí campaban, de rama en rama y de liana en liana, a sus anchas y largas, rascándose hasta donde no les picaba, apareándose como si no hubiera mañana, jugando y buscando comida sin horarios ni exigencias.
Sucede que un día, un mono de claros ojos y pelaje canela se acercó a un congénere que por allí brincaba, buscando frutas que comer más por gula y diversión que por hambre. "Buenas tardes, compañero, tengo algo que tratar con usted", dijo el mono del pelaje canela (porque, a pesar de todo, los monos de las fábulas hablan). "Pues tú decir", contestó el ocioso mono, "Verá, ¿podría estimar cuántos plátanos recoge al día?", "Pues no saber la cuenta, yo suponer que los tres o cuatro que comer más los cuatro o cinco que tirar por pochos o por pura diversión, más o menos, dar un total de unos ocho" contestó distraído mientras se tocaba los genitales, "¿Y no ha pensado, caballero, que sería mejor que tirarlos, aprovecharlos de alguna forma?" dijo el mono de ojos claros llamando y casi raptando por fin toda la atención de su interlocutor. Tras unos segundos de pensarlo y unos segundos de quedarse embobado con la mirada en el infinito, el mono miró sus plátanos y consiguió poner de acuerdo a la mayoría de sus neuronas para seguir con la conversación diciendo "A ver, ¿qué proponer tú?", "Pues muy sencillo, usted recoge los plátanos que pueda, se come los que quiera y el resto me los da a mí y yo se los guardo", "Tener sentido... ¿y cuándo poder empezar a darte mis plátanos?", "¡Podría empezar ahora mismo si quisiera!" estalló en júbilo el educado mono. Y así fue, el mono que andaba recolectando le dio al otro los plátanos que le sobraban. Con lo que no contaba es con que éste se los comería ipso-facto, delante de sus narices. "¡Eh!, ¿qué estar haciendo?, ¡¡tú guardarlos, no comerlos!!" gritó el simple mono sintiéndose algo estafado, "¡No se preocupe, caballero! Verá, si llevamos la cuenta de los plátanos que me va dando, yo se los guardo en forma de plátanos imaginarios que son mucho más fáciles de guardar y transportar" zanjó el asunto ante la estupefacción de su nuevo cliente.
Pronto se corrió la voz y todos los monos de la selva empezaron a darle sus plátanos sobrantes al mono del pelaje canela, que se iba poniendo más y más contento y más y más rollizo. Siempre pasaba igual, le traían la fruta, él la convertía en fruta imaginaria y todos hacían cuentas de cuántas piezas tenían guardadas. De hecho la sociedad de monos empezó a estratificarse poco a poco, pues algunos monos que se pasaban los días enteros contando y recontando los plátanos que le habían llevado al mono de ojos claros, se sentían muy superiores al resto de monos porque los aventajaban en al menos dos kilos de imaginación. Esto provocaba que los monos que menos plátanos guardados tenían, aumentaran las horas de recolección y redujeran las horas de palpación de gónadas.
¿No son estúpidos los monos?


P.D: Otro textete más

"Si pudiera elegir un superpoder, sería dejar de ser invisible."

5 comentarios:

  1. La trampa reside en que los plátanos reales del mono claro, una de dos. O le provocan un empacho mortal o al final se le pudren sin beneficio. La historia también está en que mientras tanto le dan poder...

    En fin, si Darwin levantara la cabeza...

    Un abrazo, primo.

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    1. El caso es que tiene tela de plátanos sin hacer nada y los demás monos se hartan de trabajar pa recogerlos.

      Por cierto, si no me leyeras tú (y Rafa, que lo hace en silencio)...

      Un besín :D.

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  2. Ey, pero espera. Te has oslvidado de un detalle, verás, si lo incluyeras todo eso tendría más senti...

    No espera. No te has olvidado nada. No tiene ningún puto sentido.

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  3. El capitalismo va a lleegaaaar, el capitalismoo vaa a petaaaaar. Bonita metáfora!

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