Y que el punto y coma no tenga nada que ver
con una sucesión, con una enumeración,
con una lista, con varios ejemplos
ni con nada parecido.
Y que las ideas no le deban nada
a las palabras que descaradamente
se adueñen de su esencia, sin permiso
y sin precisión suficiente.
Y que las palabras formen regueros que tengan
muy claro dónde terminar su marcha,
cuándo es buen momento para parar
y cómo puntuarlo.
P.D: Esto es lo último que tengo inédito de esos días.
"Tan de la vida es el suspiro como la risa."
lunes, 4 de febrero de 2013
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