Como podéis observar, hemos instalado un contador de visitas en la página con objeto de monitorizar a nuestros visitantes, saber cuantos nos ven, desde donde, por dónde llegan, cuanto tiempo están, que es lo que más tiempo ven de la página... Este contador no sólo ha superado las más altas expectativas del blog (¡nos visitan al día más de cuatro personas!), sino que nos ha brindado una grata sorpresa: nos visitan más de quince personas distintas al día (perdonad si el dato es algo inexacto, pero el contador lleva poco tiempo funcionando), incluso a veces, muchas más. Estas personas vienen a leernos redireccionadas de otros blogs o recomendadas por otros lectores: a todos ellos, mil gracias, ya que si algo hace que este pequeño ejercico de exhibicionismo que nos arriesgamos a hacer tenga sentido es que os parezcamos leíbles (¿legibles? ahora dudo). Expresarse, por más burdo e íntimo que se haga, no deja de ser una forma más de comunicación. Y esta no existe si no es bidireccional. Una emisión que no encuentra receptor ni es comunicación ni es nada. Un mensaje arrojado al mar en un botella por un naúfrago que nunca es recogido está condenado a vivir en el limbo que conjuga la existencia y el olvido. Las palabras que no generan ningún tipo de respuesta (desde el agrado hasta el asco) son estériles y vanas. Un antiguo proverbio dice que si lo que hemos de contar no dice más que el silencio, es mejor no abrir la boca. Que alguien nos escuche (nos lea) hace que nuestras tonterías vibren, al menos, más que la nada. Lo que único que justifica el ancestral juego de la creación, por encima del mismo divertimento de erigirla, es que alguien puede contemplarla y disfrutarla. Legarla. Desde las primeras pinturas rupestres hasta los garabatos de un niño. Hasta el más triste que escribe anhela ser léido, del mismo modo que el científico desea que todo el mundo conozca la verdad que ha descubierto. Si no, todos romperíamos nuestros papeles como hacemos cuando de verdad queremos que no sean vistos, todos quemaríamos nuestros cuadros. Si no, todos los pescadores devolverían sus presas al mar.
En fin, que me estoy poniendo muy a mi manera (cursi de mierda, creo que le decís) y lo que quería comentar es otra cosa... Si tantos lectores (más de tres son tantos y tantísimos) tienen a bien brindarnos con su presencia... Y que estáis... ¿Por que no comentáis, cabrones? No hay cosa que más alegre a los autores del blog (incluido el tal "Alex" que no tengo muy claro quien es, porque amigos que se hagan llamar así no tengo ninguno, Lepere) es ver un comentario bajo nuestras mierdas. Perdón, textos. Así que os animo fervientemente a participar en nuestra locura. Nada más, eso es todo lo que quería deciros. Gracias por perder vuestro tiempo con nosotros, amigos.
Ah, por cierto. Y si no, el patito se muere. A vuestra elección queda. Mira que no quería llegar a este punto... con lo bien que había empezado...
PD: Lo dejo como recordatorio al lateral del blog. Sobre vuestras conciencias queda. Pensad si queréis que el alma de un pequeño y gracioso patito de goma inocente vuele por no perder dos cochinos minutos comentando...
PDD: Seguimos trabajando en el sistema de pestañitas.
"(¡nos visitan al día más de cuatro personas!), sino que nos ha brindado una grata sorpresa: nos visitan más de quince personas distintas "
ResponderEliminar¿Qué incoherencia es esta? xD. (Tanto legible como leíble están bien dicho)
Jajaj puede parecer que esta mal escrito,pero creo que se entiende que dentro de esas 4 visitas diarias que se reciben,se van renovando los visitantes,no son los amigos de siempre.
ResponderEliminarPues con respecto a lo que pones en el post mas reciente,sobre Educación para la Ciudadania,yo stoy totalmente de acuerdo en que en muchos casos los que necesitan la asignatura no son nos chicos,sino tus padres.Desgraciadamente aún hay mucho retraso en nuestro país con muchas cosas,la educación es solo la punta del iceberg como quien dice.Saludos desde algun lugar del casco antiguo de cuyo nombre no quiero acordarme.
Pues sí que da gustirrinín ver que te han comentado un texto. Tanto es así, que cuando nadie te comenta ninguno durante un tiempo más largo del que debiera, te acostumbras y entonces la dejadez e incluso la propia mezquindad inherente a la condición del ser humano se te acentúan. Vamos, que dejas de comentar los textos de quienes te rodean. Te conviertes en un ser huraño y poco-comentador.
ResponderEliminarAcabas haciéndole a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti. ¿No?
Exactamente eso Antonio. Ni más ni menos.
ResponderEliminarPues mira tu que cosa, "leíble" y "legible" están bien las dos: "que se puede leer".
ResponderEliminarBueno, y se lo dije hace mil años en el primer comentario...
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