lunes, 28 de diciembre de 2009

El ejército de EEUU se encomienda a Murphy

"Einstein era medio comunista", asegura un señor que pasaba por allí

Desde el pasado miércoles a la hora del vermú, el ejército estadounidense y sus científicos se han embarcado en un arriesgado proyecto de I+D con el que se proponen sustituir la mayoría de leyes físicas por Leyes de Murphy. Pretenden con ello "dotar de eficiencia y seriedad a nuestras misiones y que no vuelva a ocurrir lo de aquellos australianos... cómo era... Vietnam, ¿no?", aseguró uno de los idearios del proyecto.
Así los mandatarios del ejército de la gran potencia norteamericana tirarán a fallar los misiles con el claro propósito de dar en el blanco, les alejaran los inodoros a sus enemigos para que les entren ganas de evacuar y llevarán un juego de llaves del cuartel en cada bolsillo para que no les quede siempre en la mano ocupada.
No obstante, ninguna de esas medidas ha sido tan polémica como la de ungir la punta de los misiles en mantequilla para asegurarse así que los explosivos lleguen al suelo. Dicho avance logístico ha provocado una gran controversia dado que en las primeras pruebas de misil+mantequilla, solamente han conseguido destruir tres panaderías.

P.D: Por ambientar...

"Herodes solamente fue un tío con una buena idea"

domingo, 27 de diciembre de 2009

Algo nos pasa...

...Porque estamos los cuatro apamplaos. A días de celebrar el primer añito del nacimiento del blog, pasamos por las horas más bajas de su existencia. Tal vez sea porque al fin nos hemos dado cuenta de que carecemos del más mínimo talento (algún día tenía que pasar), porque estemos sumidos en un estado de felicidad doméstica tal que nos sea imposible inspirarnos (difícil, pues ninguno es Sabina), que hayamos optado por desconectar un poco del mundo para no morir en el intento de vivir dignamente (ya que motivos para el pataleo no nos faltan), o porque a Ale le hayan cerrado el acceso a la wikipedia. Pero el caso es que la llama que nuestra mano lame está guasnía perdía, o nosotros tenemos artrosis en los dedos. Porque escribir, o por lo menos redactar, estamos más por el que no lo hacemos.

Esperemos que aparezca por lo menos una mica de candor que vuelva a prender nuestros espíritus, o me veo muriendo en la más profusa inevedad, hartos de olvido y aburrimiento. Así que nada, a escribir equipo. A escribir. Que se nos hunde esto, mancha de cabrones.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Serendipias , hijo, serendipias

Aquel poderoso hechicero (quizás el más poderoso que jamás hubo) llevó a su hijo a la comunión de Hebe, el hijo del dios de los dioses, a regañadientes. Su estado de ánimo no mejoró cuando Zeus le dijo que no habían contado con él para el convite por lo que sería ubicado donde hubiera hueco. Y había hueco en la mesa de los niños.
La tarde se presentaba magníficamente tortuosa. Llevaba ya más de una hora comiendo en silencio mientras los infantes amigos de Hebe (el propio hijo del hechicero incluido) se habían arrojado un poco de cada plato, servilletas, flores, ceniceros e incluso “Los mortíferos rayos de mi papá”. Estaba harto. Justo se estaba levantando para irse cuando de repente sucedió algo histórico. Varios zagales estaban en un extremo de la mesa probando las patatas con tarta, los embutidos con flores e incluso el solomillo con ceniceros. Uno de ellos propuso extender aquellas pruebas alquímicas al campo de la bebida. Acto seguido, tomó un vaso y echó dentro varios refrescos (varias versiones apuntan a que fueron 7up, Dr Pepper y Bitter Kas). La mezcla empezó a brillar y a emitir destellos cegadores. Aquel poderoso hechicero que había acudido allí a regañadientes y de mala gana, estaba a punto de entrar en la posteridad gracias a unos mocosos.
Asustados por las reacciones que se estaban dando dentro del vaso y por su fulgor, los tres chavales huyeron despavoridos. Estaba claro que no sabían que acababan de sintetizar la Piedra Filosofal.
El hechicero tomó el vaso y lo rompió contra el suelo, para liberar a la Piedra (ya solidificada) de su cárcel cristalina. En aquel momento era una persona prácticamente omnipotente y, para probar sus propios poderes, pronunció a viva voz un conjuro que debía transformar en oro una silla que tenía delante. Lo malo fue que un niño se sentó entre tanto en esa silla y ese hechizo tuvo en él un efecto impensable: el infeliz mozalbete se convirtió en un extraterrestre oficinista con tres ojos y dos cuellos. Fue desolador.
Debido a aquel incidente, el hechicero le pidió a su amigo el centauro que escondiera aquel brillante pedrusco en el lugar más recóndito que se le pudiera ocurrir, evitando así que ningún humano pudiera usarlo más.
Manolo accedió a hacerle ese favor porque el hechicero era su amigo y porque siempre fue un poco tonto.


P.D: A ver si nos animamos.

"Si al menos dieran melocotones para comulgar..."

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Y así nos va

Y dicen que es un pueblucho de mierda aquellos pequeñajos que destrozan el mobiliario urbano. Mobiliario urbano comprado por las mismas personas que los visten tan guapetones y les subvencionan las drogas. Los mismos que se encargan de elegir a su dirigente. Los mismos que se quedan impávidos cuando un alcalde firma unos papeles sin leerlos. Papeles en los que las cuentas están muy bien (muy mal, quiero decir) hechas. Las cuentas del dinero que les ha dado su primo hermano, el mediano. Y su primo hermano ha sido subvencionado por... ahh, claro, por los mismos. Los mismos que se tropiezan con los bordillos destrozados. Los mismos que no pueden andar por su calle porque está destrozada y puesta patas arriba. Los mismos que han sido testigos de cómo se ha hecho una obra pública en tiempo récord a escasos metros de su hogar para que las uvas se vean por televisión. Los mismos que irán a intentar chupar cámara. Sí, esas cámaras que miran para otro lado en el momento preciso. El momento en el que todo sucede, el momento en el que las manos del tahur se vuelven veloces. El momento exacto en el que la libertad se vuelve de color gris asfalto. Justamente el asfalto que es el escenario de los mismos. Los mismos son miles de vidas que a golpe de horario destrozan su dignidad. Vidas que se erosionan hasta amoldarse a la forma que el entorno se empeña en someterles, como cantos en el cauce de un río. Vidas dedicadas a la religión del trabajo. Efectivamente, ese trabajo que necesitan para intentar que aquellos pequeñajos puedan salir de este pueblucho de mierda.

P.D: Bah, me ha cogido el cuerpo así.

"La perseverancia es lo poco que nos queda"

martes, 15 de diciembre de 2009

Declaración de intenciones

Quiero ser una sonrisa en tu cara,
quiero ser del imécil el insulto,
quiero ser del moribundo el indulto,
y quiero ser la carcajada que se escapa.

Quiero ser ciego a las mentiras que ciegan.
Quiero ser la mano que sin droga cura.
Quiero ser el cuento que nace de una pluma,
y el personaje que dicta una novela.

Quiero ser digno ante mis ojos,
quiero ser la cicatriz del roto,
y el que escuche entre el ruido melodía.

Y por encima de todo, que no es poco,
quiero ser el médico loco
que lea el Quijote y escriba poesía.


sábado, 12 de diciembre de 2009

En la tierra de nadie

En la tierra de nadie parece que no existe la complejidad, parece que la historia es simple, guerra y relaciones humanas, el cóctel necesario. Sin embargo hay más, una crítica social y un engaño contenido.

En la tierra de nadie es necesaria la convivencia, donde no hay ventaja para ninguno de ellos, donde el sufrimiento es equitativo. Allí donde cohabitan (durante unas larguísimas veinticuatro horas) Ciki, un experto guerrillero del ejército bosnio, y Nino, un asustadizo y novel soldado de Banja Luka que pertenece al ejército serbobosnio. Ellos dos hasta que “resucita” Cera, que se verá obligado a mantenerse tumbado en la trinchera, a riesgo de la explosión que acabaría con estos tres individuos, con estos tres antihéroes. Prisioneros en las garras de la guerra.

En la tierra de nadie parece que podemos jugar, burlarnos, ironizar y reírnos de y con la guerra, el antibelicismo en un film bélico (como en Senderos de Gloria), pero ni siquiera ésto evitará que nos sintamos invadidos por la tristeza y el dolor, por el remordimiento del ser humano.

En la tierra de nadie se refleja la realidad periodística, el complejo de buitre que ahonda a estos profesionales a buscar a sus víctimas en la carroña, a venderse y mentir en pos del titular, de la entrada en directo en prime-time. No importa la víctima, sólo importa la noticia.

En la tierra de nadie (como ocurrió realmente) no exclusivamente Serbia controla la guerra, dos países cometiendo atrocidades, una discusión y un veredicto forzado, ¿quién empezó la guerra?, el prisma de la objetividad en duda, como en cualquier conflicto. Y por encima de todo, una señalización, que no una acusación. Un dedo que reconoce a un organismo culpable, la cobardía del que debe erigirse en juez. Los cascos azules en plena manipulación de información y en plena dejación de poderes.

En la tierra de nadie, como para Joe Sacco, la neutralidad no existe. Como textualmente dice Marchand en la película, no hay neutralidad ante el asesinato, no hacer nada por impedirlo es tomar partido, no es ser objetivo.

En la tierra de nadie no hay nada más interpretable que lo que dice su director. “Me acuerdo de los extraños sentimientos que tuvimos cuando comenzó la guerra de Bosnia, cuando podías ver el agujero negro de una bala en una pared o un cráter causado por un obús en medio de un campo. Imagina que alguien sobreimpusiera una fotografía en blanco y negro sobre un cuadro de Van Gogh y de esa forma podrás entender lo que uno siente cuando ve algo así. Esa falta de armonía provocaba una especie de shock visual. Te hacía sentir desgraciado y desamparado. Este shock es lo que he tratado de mostrar en mi película. Por un lado un largo día de verano y por el otro, los seres humanos y la negrura de su locura”.



No Man´s Land - 2001 - Director: Danis Tanovic - Producción bosnia.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Refrito islámico

A raíz de los sucesos acontecidos en Suiza la semana pasada, y a la luz de todas las reacciones (tanto positivas como negativas) suscitadas por el tema, he llegado a una conclusión que hubiese dejado en bragas al mismísimo Sherlock Holmes: Tenemos un problema. Y gordo. Viendo citas como “no se puede apoyar a ninguna religión que atente contra los derechos humanos”, “es una religión que humilla a las mujeres” o “son los musulmanes los que quieren nuestra extinción, estamos en guerra con el Islam”, uno se ve en la preocupante situación de tener que recordar, no solo a la gente de a pie, sino a tanto analista político o columnista que escribe impunemente en los periódicos sin que esté tipificado en el código penal, lo siguiente: No hay que confundir islamismo integrista con Islam. Ni siquiera hay que confundir Islam con practicantes islámicos. Y no estamos en guerra con el Islam, estamos en guerra con los terroristas islámicos. Elemental, mi querido Watson.

En un principio, la Biblia contenía iguales o peores atrocidades que el Corán, y el catolicismo se basaba también en principios aberrantes (incluso ahora, en algunos muy discutibles). ¿No se promovía desde Roma y tantos sitios la guerra al moro hace pocos siglos? ¿No había en la Biblia referencias machistas (machistisimas)? El caso es que el Islam es una religión que se ha mantenido muy ortodoxamente en algunos sitios, y podemos conocer una versión muy "pura" de él. O de su lado más despreciable. Pero ocurre que como el cristianismo en una religión hecha a medida de las circunstancias y los intereses y en distintos concilios se tiene la potestad de añadir o suprimir verdades a la palabra de Dios, gran parte de esas ideas rechazables se han ido cambiando poco a poco y no convivimos con ellas actualmente. Qué quiero decir con esto: que no podemos generalizar ni atribuir las mismas propiedades a una población tan extensa. Fíjense que yo hablo siempre de "catolicismo". ¿Cuantas ramas de "Cristianismo" hay? Así a bote pronto, se me ocurren además de la Católica, la Ortodoxa, la Protestante, la Anglicana... Incluso dentro de la misma tendencia católica... ¿hay homogeneidad? Para nada, en ese saco conviven catecumenales, practicantes comunes, unos más ortodoxos, otros heterodoxos, creyentes no practicantes, Opus Dei... ¿Creen que no ocurre lo mismo en el Islam?

Permítanme que cuente un poco mi experiencia personal. Este verano Curro y yo (Curro es el judío liberal ese que también escribe por aquí) estuvimos en Bosnia cosa de una semana. Bosnia es un país de mayoría musulmana (un 60%), y evidentemente, en la Federación Bosniomusulmana (el otro "lado" del país es la Federación de la República de Sprska, de mayoría cristiana ortodoxa. Bosnia-Herzegovina tiene una geografía y una política bastante complicadas) lo que predominan son las mezquitas. Algunas, por cierto, son horrorosas (especialmente las más modernas), y otras son jodidas preciosidades. Espacios arquitectónicos bellísimos de los que incluso espiritualmente las catedrales cristianas podrían envidiar bastante (esto ya sería salirnos demasiado del tema). En esos días conocí varios musulmanes y visité bastantes espacios suyos, incluidos mezquitas. Lo único que hace falta para entrar en esos sitios es descalzarse, nada más. No está prohibido entrar en las mezquitas ni nadie te riñe por no estar en el lugar más adecuado (aunque al principio, puestos a ser sinceros, creíamos que no era así).

Conocemos muy bien el islamismo radical, pero estamos llenos de prejuicios contra los musulmanes en general. Allí en Bosnia no vi machismo, ni siquiera vi demasiados velos. Muchas mujeres musulmanas van con el pelo al aire. Otras, evidentemente, no. Ciertamente, el país está un poco contaminado de "radicalización" en algunos puntos debido a la guerra (la forma que tiene de expresarse un nacionalista que no tiene nación a veces no es más que la religión), especialmente en el sur (Herzegovina, lo mayormente en Mostar y sus alrededores). Ahí si me encontré mucha tontería y alguna bandera verde. En el resto del país, nada.

Es emocionante ver en Sarajevo, en apenas una manzana, una mezquita, una catedral ortodoxa, una catedral cristiana y una sinagoga. Nadie me trató mal por ser de un país cristiano, nadie me miró mal por visitar una mezquita, y nadie me trató de convencer de que me convirtiese al Islam. Son gente como nosotros, que adoran al mismo Dios que nosotros, pero a su manera. A la forma que su herencia cultural y su forma de ver la vida le otorgan. Muchos de los musulmanes que vi bebían alcohol. Otros preferían no hacerlo. En algunas tiendas lo vendían y en otras no. Desde luego, no todos los musulmanes nos seguidores de la Sharia.

En una ocasión, en la mezquita del Bey (increíble de bonita, por cierto), un grupo de chavales de mi edad estaban rezando dos minutos, antes de irse a jugar un partido de fútbol. Estaban vestidos de chándal, con sus mochilas, y sus tenis a un lado. Juntos, cada uno a lo suyo, mientras otros no musulmanes esperaban a lo suyo que terminaran para marcharse. Y no eran unos moros. Eran chicos jóvenes, claramente occidentales, algunos rubios y otros morenos, que en lugar de rezar apoyando las rodillas en un reclinatorio de un banco lo hacen en el suelo, en lugar de pegar las palmas de las manos acercan la cabeza al suelo. De echo, de quedé tan sorprendido de la cantidad de prejuicios que tenía contra ellos que me compré allí mismo, para leerlo por mi mismo y conocerlo realmente, en la madraza de la mezquita, un ejemplar del Corán. En castellano, evidentemente. Voy superflojo en árabe y en serbocroata.



(Este es el cartel propagandístico que dio la victoria al no a los minaretes)

viernes, 4 de diciembre de 2009

El Rey, pero el otro (¡Ay, señora, que volvemos!)

P.D: Retomo Realidades Perpendiculares. Supongo que recordar con detalle todos los aspectos de la historia resultará complicado, pero (casi) todos los capítulos de la saga están en el archivo de ésta, la página con peor ratio escritores/lectores de toda Internet.
P.D.2: Jamás pensé que un pre-data pudiera serme tan útil.

El Rey Hyonerda tuvo un pequeño problema desde que era pequeño: a veces daba órdenes aleatorias.
No es que fuera un mal rey, porque era un ser honesto y civilizado, lo que sucede es que con cierta frecuencia le pedía a sus súbditos que realizaran tareas absurdas que no conducían a ninguna parte.
Desde pequeño le pasó pues, por ejemplo, en la comunión de un amigo suyo ordenó a uno de sus súbditos que le diera un poco de mantel con paté y un vaso de 7up mezclado con otros dos refrescos a elegir (de distinto color, uno con gas y otro sin gas).
Si estaban en mitad de una batalla, ordenaba a uno de sus generales que sacudiera una alfombra mirando hacia el sur. Si aprobaba una partida de exploración, les ordenaba a los exploradores que no caminaran hacia ninguna dirección donde pudieran ver su propia sombra. Si estaban en mitad de una negociación diplomática, ordenaba a sus cortesanos que repitieran sus palabras en una octava más alta.
Aun así, inexplicablemente, siempre había tenido bastante éxito en sus batallas, había descubierto muchos territorios y mantenía unas relaciones excelentes con los demás reinos.
También se contaba entre sus hazañas el ser el primer rey que envió a un hombre más allá de las nubes (también envió deliberadamente a otro al mundo etéreo y sus abogados todavía no saben cómo sacarlo de ese atolladero). Un día, cuando todo estaba decidido se reunió con él:
-Muchacho, admiro tu valentía. Gente como tú hacen de éste reino un lugar mejor.
-Gracias, mi señor.
-Ahh, por cierto, si en el espacio te encuentras a un gnomo, dale esta pócima para convertirlo en un basilisco transexual.
-Pero, majestad, es harto improbable que me encuentre más allá de las nubes con un gnom…
-¿Osas contradecir a tu rey?
-No, por supuesto que no. Se hará como gustéis.


"Los porros son el serranito de las drogas"

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Competitividad

Comenzaba a notar la extenuación a pesar del resultado, un dulce cansancio que se asomaba ligeramente a su estado físico pero que no dejaba de haberse quedado atrás con respecto a su estado mental. Era el ascenso del ganador, la prolongación de la racha del que se sabe vencedor desde el primer momento. Eso es lo que había notado él, era uno de esos días en los que le entraba todo, había estado calentando antes de la cita, mentalizándose (si es que era necesario) en la importancia de lo sobrevenido. Así era, para el resto había partidos y partidos, pero ese planteamiento le parecía cosa de mediocres, para él todos los choques eran precisamente eso, choques, todos iguales de vitales, todos tan necesarios como el anterior. Es más, sí que había un encuentro clave en su vida, el siguiente, siempre el siguiente. Luego esquematizaba, era capaz de formatear todas sus victorias, que según decía, recordarlas no hacía más que caer en el error de conformarse con lo pasado. Sin embargo, tenía grabada en su mente cada resultado, cada minuto, cada rival, cada detalle (de la pista, de la pelota, de la gente) de todas las derrotas que había cosechado, si hubiese sido boxeador su memoria reflejaría un ranking de un 0-14.5 (aún no tenía claro si el partido contra T.M había nacido desde la total “imparcialidad). Y sí, por qué no negarlo, no era un buen rival, la fiereza de su comportamiento y la intensidad sempiterna conseguía que fuese considerado como un competidor ilegítimo, en primer lugar porque nunca creyó que la trampa y la arana debieran de quedar excluidas de la liza, para eso había acuñado una famosa frase que desquiciaba la moral de sus adversarios: “Ni siquiera me ha hecho falta hacerte trampas”. A su dudosa forma de actuar en relación a la adaptación de las normas de juego, había que añadirle su famoso mal ganar, su lengua, su palabra, su dedo corazón y sus brazos se aunaban en ocasiones para hacer ver a su contricante la importancia y la humillación de la derrota (si es que todavía no había conseguido reaccionar con tanta intensidad durante el juego). Mentalidad y físico, por eso era casi imbatible, casi invencible, casi inmortal, porque había moldeado su cuerpo de competidor adaptándolo a su mente de competidor, porque no importaba que realmente no se dedicase a todo ésto, él había dedicado su tiempo libre a alcanzar su cenit, a ampliar y fortalecer su espalda, sus brazos, su tronco, sus piernas, añadiéndolo a su ya de por sí imponente envergadura, y a su experiencia tornada en mil batallas, labrada en años de mejora, en años de entrenamiento. La potencia del vencedor nato, del que se entrega día a día hasta la debilitación total, del que muerde, ladra y gruñe con lo que cede. Del que grita, silba y levanta los brazos con lo que consigue. Carácter yugoslavo, procediera de donde procediese.

Un corte de mangas y un grito en la cara, lo acababa de volver a conseguir, el triunfo se había decantado de su lado por enésima vez en tal crucial batalla. Había vapuleado, humillado y asestado un veintidós a CERO a su rival en uno de sus deportes favoritos, el de la canasta. Nada más y nada menos que veintidós a CERO como repetía insistentemente ante la ingenua mirada de su joven nieto. Un último grito de fondo sin respuesta: “Lo de que tengas tres años no es una excusa”.

martes, 1 de diciembre de 2009

Murallas

Vivía en su propio reino en el que los libros, cuadernos y hojas sueltas hacían de murallas literales contra el mundo exterior. Si había algo que le gustaba hacer en la vida era leer, y podía pasarse horas muertas delante de cualquiera de las grandes historias que la humanidad había ido legando en forma de escritos, fuesen reales o ficticias. Conocía los nombres de sus autores, su vida y sus obras mejor que los de sus propios amigos. Pero si de verdad tenía un sueño, una aspiración en esta vida, era escribir. Escribir al menos la mitad de la mitad de la mitad de bien de lo que lo hacían sus maestros. Por eso, junto a todos los libros que empalizaban las paredes de su habitación, se veían lomos y portadas de hermosas libretas de escritura de las formas más diversas sobre las que esperaba escribir su gran obra maestra. Las había pequeñas, grandes, con cubiertas de cuero, de piel, de tela, negras, grises, marrones, decoradas, austeras, de hojas blancas, de hojas rayadas –no de cuadritos, los odiaba- de macas conocidas, hechos a mano… Imitaciones de las libretas sobre las que Hemingway, Cortázar, Orwell, Borges, Dumas, Stendhal, Toole, Alberti o Lorca hubieran podido plasmar sus ideas, compradas por él mismo o regaladas por sus seres queridos, conscientes y partícipes de sus sueños y esperanzas. Sin embargo, todas estas hermosas libretas que ayudaban a defender su mundo particular, absolutamente todas, estaban en blanco. Y esa era la causa de que, terminando de componer el emplaste de la fortificación, hubiera gran cantidad de viejos y ajados cuadernos escolares –hasta de cuadritos- y folios sueltos guardando sus escritos. Siempre se resistía a escribir sobre ellas y acababa utilizando los estropeados y simples cuadernones, cuando no meros folios, para plasmar las ideas o brotes de inspiración que se le fueran ocurriendo. Evidentemente, con lo mal que aún escribía, no se iba a poner a violar esas magnas libretas con sus estupideces. Ya escribiría sobre ellas cuando de verdad supiese escribir. Mientras tanto allí seguirían, acumulándose, preciosas encuadernaciones de hojas en blanco componiendo las murallas de sus sueños.