miércoles, 30 de septiembre de 2009

Guy Laliberté: el astronauta payaso, meón y solidario

Guy Laliberté es el fundador del Circo del Sol y se va a ir al espacio para reivindicar la importancia del acceso al agua potable. Para ir hasta allí arriba se va a gastar unos 24 millones de euros.
Pues te aplaudo, querido Guy. Has demostrado un saber estar y una elegancia incomparables. Otro, en tu situación y con tus intenciones, habría caído en la bajeza de invertir los 24 millones directamente en la consecución de agua potable. Pero eso es bajuno y casi obsceno. Su gesto es más sutil.
Y mira que ese tipo de ayuda no es la que necesitan los que no tienen agua (en los lugares más pobres no necesitan agua sino los métodos para obtenerla), pero por dar un dato cabe destacar que en cualquier Mercadona la botella de 1'5l de Font Vella (estás pagando la marca, ojo) cuesta alrededor de 0'50€. Si hacemos la cuenta, con cada euro tenemos 3l de agua. Por una regla de tres, tendríamos 72 millones de litros de agua mineral (de marca) con lo que el gabacho se ha gastado en protestar solidariamente. Hay 5 millones de sierraleoneses y si tenemos en cuenta que se recomienda beber dos litros de agua al día, vemos claramente que el amigo Guy Laliberté podría haberle quitado la sed con creces a toda Sierra Leona durante una semana en lugar de ir a la Nada a rascarse la libertad, la igualdad y la fraternietcétera. ¡Qué vulgaridad!
Tan comprometido está el franchute, que para el viaje en cobete se ha pedido Coca-cola, ni una gota de agua.
Me imagino el momento en que decidió que iba a hacer el viaje solidario. Diálogo entre él y su señora:
-¿Y para qué has comprado todos esos focos?
-Para el circo, nena. Quiero probar unos efectos que...
-¿Y para qué esos tres chinos nuevos dando volteretas?
-Es que en uno de los actos la escena quedaba un poco vacía y...
-¿Y para qué has cambiado el color de los trajes?
-Porque en la nueva temporada queremos representar la...
-¿Y por qué te has gastado tanto en esos velos de seda?
-Para la actuación venían muy bien en el momento en el que las...
-¿Y para qué tantas contorsionistas?
-Pues, chica, porque así es mi circo, además porque...
-¿Y ahora para qué te vas al espacio?
-Yo que sé, joder, moncherí, con las preguntitas. No sé, coño, será por la paz mundial y los negritos que se mueren de sed, hostia.


P.D: Conste que si no he escrito antes es porque no me salía de la huevada, no creáis que tenía ninguna excusa.

"Dios le da dinero al que no tiene gurrina"

jueves, 17 de septiembre de 2009

AVISOS DE PATOCIENCIA

Tres de los cuatro miembros del staff de PATOCIENCIA (decimos tres, pues aun no tenemos confirmacion oficial de fallecimiento o jubilacion del tal Alex) se toman sus ultimos dias de vacaciones y se marchan a dar por culo a otras latitudes de Europa. Por ello volvemos a dejar la Regencia de la pagina en manos del ilustre Antonio y nos emplazamos para el uno de octubre, en el que nos reincorporamos al completo. Esta vez para todo el curso. Un enorme abrazo y feliz fin de vacaciones!!

PD: Este mensaje ha sido redactado en la mismisima Atenas, donde tras un duro combate con el teclado no he conseguido poner ni un solo acento. Ruego me disculpen y entiendan las circustancias.

PPD: No tengo claro si el teclado este es mas listo que yo o es lo que quiere que crea...

Buena proa a todos!!

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Falocentrismo

[Se aconseja examinar con detenimiento cada imagen adjunta para poder valorar en todo su esplendor la importancia que tienen dentro del tema que nos ocupa. O no.]

Decía Karl Marx (creo que era Marx, estoy casi seguro, si acaso luego lo miro y te lo confirmo) que el ser humano se mueve por intereses. Única y exclusivamente por intereses. Él pensaba firmemente que por definición no existía una acción desinteresada. Toda actuación tiene una causa determinada (¿determinista?, pues quizás) y siempre guarda un beneficio directo o no para el sujeto. Así pues, hasta el amor de una madre tiene su explicación (en la perpetuación de la especie y la búsqueda de la eternidad por medio de los genes).
En un tono más aquiniano podríamos asegurar entonces que hay un motor, un eje sobre el que todo gira. Lo creían tanto los romanos heliocentristas, lo creían Galileo y Keppler. Del geocentrismo al universalismo.
¿Y cuál es el centro del arte?, ¿qué beneficio le da al artista (contando con que mucho arte se crea sin ningún ánimo de lucro)?, ¿cuál es el interés del arte? Nada más sencillo: pintar penes. Hablemos del falocentrismo, cojones ya. El falocentrismo va a llegaaaaar.
No hay más que asomarse de forma somera al mundo del arte grecorromano (griegos y romanos se distinguían únicamente en los dedos de los pies) para comprobar que es el pene el verdadero motivo por el que muchos artistas se dedicaron al arte y no a la construcción o la política. No en vano, la mayoría de ellos lo colocaban en el centro de sus esculturas (especialmente si éstas eran desnudos masculinos). Aquí tenemos varios ejemplos de penes en el arte clásico:



Llegado el arte clásico 2.0 (llamado Renacimiento), volvió el auge del pollismo en pintura y escultura, de tal forma que en los frescos de la Capilla Sixtina encontramos esto:



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Del mismo autor (o casi) es célebre Miguel Ángel de David:



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Todo ello sin olvidarnos del áureo Hombre Vitruviano.



Y por supuesto la archiconocida Gioconda, que guarda un importante mensaje subliminal:

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También en la Revolución Francesa encontramos sorprendentes ejemplos del falocentrismo por la propia claridad de los mismos:






Finalmente, en la actualidad podemos destacar ejemplos como el Nabo rodeado de hierbas:



Y El descaro del carajo:



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P.D: Por si no lo sabíais.
P.D.2: Paradójicamente, este post no cumple la Regla del Cimbrel (por desgracia para mí).

"Mamá no pudo evitar que yo fuera artista."

domingo, 13 de septiembre de 2009

Dos mujeres

A. era fantástica, tan jovial como bella. Pasar las horas a su lado era puro entretenimiento. Un ser abierto, alguien capaz de poder hacer de la imagen más común, de la más insustancial, una conversación amena o profunda, ésto ya dependía de ella. Tenía un espíritu sustancial de liderazgo en la pareja, no podías negar sus proposiciones -por muy burdas que fuesen- porque sus motivos -por muy burdos que fuesen- te rodeaban abiertamente convirtiendo en deseo todo lo que comentase. Y era la mejor halagadora posible, no porque te recordase que estaba a tu lado incondicionalmente, que le habías ganado con fidelidad y empaque, no porque te dijera que eras una magnífica persona y atractivo para ella hasta decir basta. No era éste el motivo de esa cualidad, todas esas palabras eran superadas ampliamente por un gesto, un gesto característico e inconsciente, la mejilla apoyada en su mano derecha y un profunda mirada, unos ojos clavados que casi dolían, la mezcla entre inocencia y violencia. Ahí A., sin hablar, podía hacerte sentir el hombre más poderoso al saber que eras objeto de su mirada. Era el único momento en el que A. podía mantenerse en silencio, un corto trecho de tiempo pero que se alargaba por su frecuencia. Por eso no podías elegir nunca cuál era la situación en la que A. podía considerarse más guapa, porque te quedabas admirado cuando parloteaba como una cotorra mentando a hormigas trabajadoras o a chistes verdes de su tío e igualmente prendado cuando el mundo se apartaba para recibir ese repetitivo e intuitivo gesto. Era impulsiva, si tenía que apartar el paraguas de tu lado ante una tormenta para que la abrazaras “como es debido” -que decía ella- lo hacía, y si tenía que despojarse de su pequeño pantalón para que notarás su ardiente cuerpo en un concurrido parque, también lo hacía. A. no sólo era entretenida y convincente, A, era fantástica.

Pero es que B. era fantástica. Hablaba más bien poco, pero no podías evitar sentir pura comodidad ante su compañía. Podías sentirte aliviado, andabas con ella a un ritmo endiablado sin ningún destino y podías considerarte el más afortunado simplemente por ser irradiado ante ese ataque de personalidad, demostrada sin hechos. Su influencia era curiosa, conseguía convertir al indeciso en alguien impasible en sus ideas. Podía -y de hecho, lo hacía- convencerte de que tu opinión era la más adecuada, la correcta. Haber estado con alguien más como ella sería sinónimo de aburrimiento, pero con B. todos podían sentirse en el culmen de su optimismo personal. Yo siempre se lo comentaba, se te ha concedido un don poderosísimo, convertir al novato en experto, al necio en sabio. Y dentro del don se encontraba la facultad de saber hacerlo efectivo. Pero ella sólo me quería a mí, podía haber estado con cualquiera que la conociese porque era inevitable no sentirse atraído por esa poderosa forma de ser -y por esa larga melena, lisa, no sabía decir si era marrón o negra, pero sí podía afirmar que ése era mi color favorito-. Sin embargo, ella eligió acompasar esa rápida carencia a mi lado, mientras sorteaba su ruta instantánea, mientras comíamos en silencio y mientras hablábamos en silencio. B. era frágil, pero en la fragilidad se encontraba un encanto irrepetible, B. era triste, pero en su tristeza residía tu alegría. B. era indescriptible y a pesar de eso, sabías como iba a actuar ante cada situación. B. era, sobre todo, fantástica.

Estar enamorado de una mujer era mejor que no estarlo. Estar enamorado de dos mujeres era mejor que estar enamorado de una.

viernes, 11 de septiembre de 2009

No hemos aprendido nada

Hay un cuento moderno, muy famoso y muy leído, que ocurre en la Alemania Nazi. Es una historia de alemanes, judíos y el holocausto, donde aparecen familias, gentes de todos los bandos, padres que trabajan para Hitler, campos de concentración y cámaras de gas. En este cuento, que es para niños y no tan niños, ocurre lo que tiene que ocurrir y cuenta lo que debe ser contado, incluyendo la muerte y el horror de aquella época. Aparece, eso sí, de una forma magistral, sutil y elegante. Lo necesario para ser comprensible y evidente. Para dar la pena que debe de dar, de forma franca, pero sin traumatizar a los niños y mayores que lo lean. Sin mentir ni maquillar la barbarie, pero sin caer en el morbo de lo evidente. Y este cuento, que todo eso cuenta, termina con estas dos frases:
“Todo esto, por supuesto, pasó hace mucho, mucho tiempo, y nunca podría volver a pasar nada parecido. Hoy en día, no”.

Y así, los lectores, cierran el libro con el corazón en un puño, terriblemente compungidos por lo que acaban de leer –muchos vertieron lágrimas con ese cuento y su película-, pero profundamente aliviados al mismo tiempo por las últimas palabras de la historia. Creyéndoselo. Sabiéndose a salvo. Seguros.

Esas dos frases han sonado en la cabeza de todos nosotros cuando pensamos en aquella época, en aquella guerra y aquel Holocausto, de alguna u otra forma, hayamos leído el libro o no. Pensamos que todo eso fue un gigantesco error en masa de la humanidad, pero que hemos aprendido la lección. Que nunca volverá a pasar. Y que por supuesto, no a nosotros. Estamos a salvo. Pensamos eso y seguimos nuestra vida sin temor. Hemos superado aquello. Y a nadie se le cae la cara al suelo de vergüenza. Porque a lo mejor, hasta nos lo creemos.

Creemos que aprendimos la lección de 1945, que jamás se podrá volver a perseguir a un pueblo, que jamás se matarán masas de personas por ser de una religión, de un país, de un color, de un sexo. Pensamos en el Holocausto Nazi, en seis millones de judíos muertos, y nos suena a pasado. A algo extinto. Ya no creemos en los genocidios. Nunca podría volver a pasar nada parecido. “Hoy en día, no”. Y nadie piensa en Srebrenica, ni en Sabra, ni en Chatila. Nadie se acuerda de la Plaza de Tiananmen, ni lo que se gritaba en la Plaza de Mayo. Nadie llevó la cuenta de los muertos en Ruanda -un millón-, ni en el Congo -cuatro millones-. “Hoy en día no”, pensamos. Cuando hoy en día, en Afganistán, los hombres tienen derecho legal a privar a sus mujeres de comida si no les satisfacen sexualmente. Hoy en día, en Afganistán, las mujeres deben pedir permiso por ley a sus maridos para salir de casa. Y nadie mueve un dedo por las mujeres afganas. Todo lo contrario. La OTAN considera un triunfo para la democracia las pasadas elecciones afganas. Un triunfo en nombre de la democracia donde el castigo por ser violada es la lapidación. Morir apedreada. Y no es sólo en Afganistán.

En Sabra y Chatila, treinta y siete años después del Holocausto, en la guerra del Líbano, fueron asesinadas tres mil personas en un día. Por ser palestinos. El crimen fue ejecutado por la Falange Libanesa -Falangistas Cristianos del Líbano, con su Cristo, su Dios y todo-, con la ayuda del ejército de Israel. Sólo treinta y siete años después, las mayores victimas de la historia ocuparon el lugar de los verdugos. De los asesinos. De los Nazis. Ariel Sharón, entonces Ministro de Defensa israelí -años después, elegido presidente por el mismo pueblo de Israel-, conocía y permitió la masacre. En Srebrenica, en 1995, cincuenta años después del Holocausto, hace catorce ahora, tuvo lugar la mayor masacre producida desde la matanza judía. El ejército serbio asesinó en dos días a más de 8000 personas. Todos los varones del pueblo de Srebrenica, más algunos niños, ancianos y mujeres. Ocurrió en una ciudad protegida y custodiada oficialmente por la ONU, en la que había prensa internacional. En 1995 -“Hoy en día, no”-. Y a esos muertos hay que sumarles todos los de la Guerra de Bosnia: las ejecuciones de todos los pueblos bosnios invadidos, el asalto de Gorazde, la matanza del puente de Visegrad, las violaciones en masa, los francotiradores del Sarajevo. Masacrados, por ser bosnios. En el Holocausto judío fueron asesinados seis millones de personas. Seis millones de muertes que no sirvieron absolutamente para nada a la humanidad. Seis millones de muertos tirados a la basura. Junto las muertes de la Guerra Civil española, los muertos de Hiroshima, los purgados de Stalin, y todas las fosas comunes que hayan violado nuestra Tierra durante toda nuestra historia.

“Todo esto, por supuesto, pasó hace mucho, mucho tiempo, y nunca podría volver a pasar nada parecido. Hoy en día, no”. Y nos sentimos seguros porque a nosotros no nos va a pasar. No. Hoy en día no. Estamos a salvo. Sin pensar que nadie movió un dedo por los palestinos muertos en la Franja de Gaza, hace pocos meses, ni que nadie movió un dedo por los muertos en la Guerra de Georgia, hace un año. Y ambos están en Europa. Y nos sentimos protegidos, sin pensar que nadie mueve un dedo por las muejeres sometidas por el Islam. Sin pensar que nadie mueve un dedo por los muertos en las guerras africanas.

“Todo esto, por supuesto, pasó hace mucho, mucho tiempo, y nunca podría volver a pasar nada parecido”. Es la llave maestra que cierra nuestros pensamientos cuando evocamos la barbarie Nazi. Aprendimos. Pero nadie movió un dedo por los muertos de Sabra. Nadie movió un dedo por los muertos de Chatila.

“Todo esto, por supuesto, pasó hace mucho, mucho tiempo, y nunca podría volver a pasar nada parecido”. Y nadie movió un dedo por los muertos de Srebrenica.


miércoles, 9 de septiembre de 2009

No hay que ser cabrón... (versos a una infancia perdida)

VERSOS A UNA INFANCIA PERDIDA (o "NO A LOS CAMBIOS")

Compañera en mi infancia;
en mi vida, nuestras vidas,
sempiterna y vital presencia.
Muchas mañanas, muchas tardes
en tu argentea compañía.
Muchos recreos, muchos parques.
Verte siempre era una delicia.
Fuiste apoyo, recomensa sabor alegría.
Recordarte ahora, imaginarte,
es tocarte, acariciarte,
sentir tu cálido olor,
tu cuerpo, tu sabor,
deshaciéndose en mi boca.
Aprendí poco a poco a deshojarte,
a saborearte suave y con dulzura,
a saber que te hacías la loca
cuando desprendía tus ropajes,
cuando perdías tu envoltura.
A tener en mis manos tibias
tu cuerpo blanco y puro
dejándose morir por embelese.
Y así nos hicimos uno,
desde niños, tantas veces.
Era el juego de deshacerme de tus bordes,
pero el tiempo pasó sin perdón
y todo cambió de repente.
Hace tiempo perdiste la lucha
del erotismo y la sutileza
frente al porno y lo evidente.
Ahora te dejas vender desnuda,
eres el más pálido pendón
dejándote llevar por un mundo demente,
en el que gana lo rápido,
lo fácil, la pereza.
Moriré de ti pobre y deprimido
nuestro juego ya no tiene lugar,
esta melodía ya no tiene ritmo.
Mas temo en la despedida
desesperado perder la verguenza
arrodillarme y ponerme a bramar:
¿Por qué carajo Bimbo
te fabrica sin corteza?

domingo, 6 de septiembre de 2009

Perorata sobre Gasset y sus circunstancias

Como no soy quién para dar
-mucho menos para quitar-
la razón a Ortega y Gasset,
creo que yo soy "todo lo yo"
más todo el alrededor,
que es mejor si ahí a alguien ves,
pues sienta mejor que ser yo,
el que seamos dos o tres.
Por las mismas circunstancias,
saben contigo igual
las rarezas de Adriá
que una pizza fría y rancia.
Contigo el largo camino
a veces casi no cansa,
veo palacios por casas
y parece de armiño
mi polo de propaganda.
Se convierte nuestra calle,
desfiladero abismal,
suenan coros celestiales,
se desclavan los altares,
y no existe Bisbal.
Corretean los chavales
¿qué podrían hacer más?
Mi vida frente a pinceles
mi frente frente a tu frente.
Pinturas sobre mi vida
y la aurora boreal
me espera en la cocina,
o me guiña el fluorescente.


P.D: Yo soy yo y mis circunstancias.

"Eres mi novia preferida desde antes incluso de tener novia"

viernes, 4 de septiembre de 2009

Esas calles de la vieja Europa

Ya había estado ahí antes. Nunca había visitado esa ciudad, pero tenía esa sensación, esa certeza. Era una calle, nada más. Una calle cualquiera de una ciudad cualquiera. Adoquinada, con edificios bordeándola y árboles en guardia. Bajo el cielo azul, los rayos de sol se colaban entre sus ramas y se filtraba entre el rocío vespertino de sus hojas, repartiéndose en cientos de gotitas doradas que la adornaban. Era muy oscura a los pies, y muy vistosa a la vista, con las casas pintadas de colores pastel, vivos toldos dando sombra a sus escaparates, fruta a pie de asfalto, ruido armónico de pasos y gente charlando, música a lo lejos, y un viejo edificio de piedra erigiéndose viejo y orgulloso sobre todos los demás. La calle se dejaba seguir por la mirada hasta el final, donde desembocaba en una gran plaza, con especial gusto por las fuentes, más casas, más edificios viejos y hermosos, más árboles y más de todo. El aire era puro y fresco, y a sólo un par de calles estaba el mar. En cualquier esquina se podía uno asomar y verlo, igual que el viejo puerto de la ciudad, enclavado y abrazado por la villa. En él descasaban barcos de vela y de motor al sol de poniente, y viejos marineros curtidos por el sol reparaban sus aparejos, lijaban sus maderas o rascaban sus fondos.

La volví a ver unos días después. Adoquines, cuestas, árboles, algunos soportales, viejos edificios, altos y bajos, y antiguas casas de suaves colores. Un aire fresco, sempiterno aroma a salitre y azul y un mar que se adivinaba muy cercano. Había también prendas secándose al sol mecidas al viento, las banderas de aquella pequeña nación, que aportaban su peculiar variedad a la vasta paleta de colores repartida por el lugar. En muchísimas casas, la ropa colgaba de tendero, confundiéndose con el resto del paisaje. Fijándome mejor, encontré partiendo de allí callejuelas jugando a despistar con imposibles requiebros, inesperados giros de brújula, imágenes y azulejos de cristos, santos y grandes hombres espontáneas, placas de mármol con letras conmemorativas y pequeños contrastes cotidianos camuflados: basura junto a limpieza, orden junto a desorden, dinero junto a pobreza, ruido junto a silencio…

Así la llevo viendo toda mi vida, cientos y miles de veces. La calle siempre se muestra como el mismo telón de fondo de nuestras obras en el que apenas cambian nimios detalles del atrezzo. Siempre están ahí las ventanas de piso bajo, a la altura de los paseantes, con sus gruesas verjas que las aíslan del exterior. Algunas aparecen decoradas de vez en cuando por niños y mayores, formando paisajes o escenas con muñecos, juguetes y dibujos. Unas se abren, impudorosas, mostrando el corazón de su casa, y otras se cierran celosas, reacias a mostrar su esencia.

A veces aparecen vecinos a sentarse en su puerta, a tomar el aire y charlar a la caída del fresco, y a veces no. En realidad es una calle, aunque siempre igual, bastante imprevisible. Incluso en su trazo. De repente cuestas arriba, de repente cuestas abajo. A veces se estrecha o ensancha sin previo aviso, y es capaces de dar como afluentes tanto estrechos callejones como amplias avenidas. Hay tramos en los que el empedrado se resquebraja y se rompe, y tramos en lo que está perfecto y pulido. En ocasiones, el aroma a salitre no es tan intenso, aunque la presencia del mar siempre es latente, de alguna u otra forma. Lo que si suele ser bastante constante son las plantas y macetas que cuelgan de sus ventanas, o en las mismas puertas y aceras, marcando los trazos verdes de la calle, tono que tanto gusta y adora esta calle. Y aunque a veces el cielo se torna demasiado gris y llueve, siempre está más bonita cuando luce el sol.

Los sugerentes balcones saliendo en busca del aroma del exterior se agolpan aquí. También suele haber cúpulas y espigas apuntando a las nubes, porque es muy normal que a los edificios de esta calle, sobre todo a los más viejos y grandes, les dé por terminar de esa manera. Igual que les suele dar a apiñarse en el primer acumulo de agua que encuentran. Por la noche toda la calle se viste de naranja. A esa hora, a todos los edificios se les olvidan sus diferencias y escogen ese color para acompañar a la luna, y siempre viene de los mismos faroles viejos y negros, como no podía ser de otra forma en esta calle.

Y es con esa omnipresencia con la que me la encuentro siempre, vaya dónde vaya y esté donde esté. Da igual el país o la ciudad. Las he visto, todas hermanas y del mismo corte, lo mismo en España que en Italia, Francia o Alemania. Es la misma esencia, la que viene de nuestra patria común, la que impregna y se cuela en todos estos sitios, haciéndolas tan parecidas en el fondo. Me las he encontrado en Cannes, Nápoles y Cádiz. En Venecia, París o Barcelona. También en Roma, Praga, Dresde, Berna, Ámsterdam, Gijón, Cartagena, San Sebastián, Madrid, y mil sitios más. Todas ciudades, todos países, hijos de la misma madre, de la misma Historia: Europa. Esas calles que rezuman –reflejan- nuestra idiosincrasia, nuestras igualdades y nuestros matices, pero siempre con los mismos patrones, siempre el mismo marco común. Esas calles que sólo nosotros, y los que vienen de nosotros compartimos, y que no son las de las otras grandes civilizaciones. Qué sólo existen dónde somos, y dónde están después, es porque las hemos llevado nosotros. Las que nunca hubiéramos podido encontrar en Asia, África o la América precolombina. Esas calles repartidas a lo largo y ancho de nuestro viejo continente, por las que han circulado creadoras y circulan aún la vida y la sangre de nuestra Historia.


miércoles, 2 de septiembre de 2009

Un lío

Quizás aquel chico fuera demasiado despistado.
Solía llegar tarde, olvidaba sus deberes, perdía con frecuencia su reloj y se olvidaba del santo y cumpleaños de toda su familia. Era incapaz de mantener la concentración en nada de lo que hacía.
Le había supuesto muchos problemas a lo largo de su vida pues, por ejemplo, no era capaz de conducir ni de practicar la mayoría de los deportes. Era propenso a quedarse abstraído, mirando hacia ninguna parte, inmerso en una intensa reflexión carente de todo pensamiento. Estaba empanado.
En más de una ocasión, al salir de su casa equivocaba el camino hacia su destino y cuando, por ejemplo, quería ir a comprar pan acababa en la playa. Cuando llegaba allí, se daba cuenta de su error, maldecía su despiste y se daba un baño.
Todos le repetían que cualquier día perdería la cabeza. Y así fue. Un día ella entró en su campo visual impunemente, se coló por sus pupilas y arrebató todo el color al resto del mundo. Acaparó toda la atención que aquel pobre muchacho podía prestar y le hizo perder totalmente la cabeza. Si antes no tenía ojos para nada, ahora solamente los tenía para ella.
Tan despistado era que sin darse cuenta un día estaba charlando con ella y la besó. Sin más. Se besaron, separaron sus rostros y se volvieron a besar. Y muchas veces más. Y más aun en los días sucesivos. Incluso se volvían a besar cuando a él se le olvidaba llamarla o cuando pretendía ir a su casa, se equivocaba y acababa tumbado en un parque.
Todo iba genial. Todo cobraba sentido.
Hasta que un día tuvo un despiste. Estaban dando un paseo cuando él sacó un regalo. No venía a cuento de nada, era simplemente porque le apetecía regalarle su libro preferido. Así que hizo intento de tirar el chicle dentro de un contenedor de basura (por si ella lo besaba), regalarle el libro y besarla. Pero se lió. Su naturaleza floreció con una fuerza impactante. Todo acabó cuando él besó el libro, le regaló el chicle y a ella… bueno, fue bonito mientras duró.
Quizás aquel chico fuera demasiado despistado.


P.D: Chorri-historia, sin más.
P.D.2: Un gran lío es el Mekong.

"Las relaciones son hermosas cuando se escriben con f"

martes, 1 de septiembre de 2009

Requiebros (columnita política para empezar el curso)

Se comenta en los medios que ayer el coordinador general de IU, Cayo Lara, se entrevistó con el Jefe de Estado y le expuso los principios que iban a regir su dirección del partido para este año. Por lo visto, IU tiene la sana intención de alejarse definitivamente del espectro del PSOE y abandonar la socialdemocracia en su discurso para volver a adentrarse en la izquierda de donde surge y pide el voto, y regresar así a unos valores marxistas, anticapitalistas y republicanos, más propios del PCE y el "eurocomunismo"-triste invento cobarde del comunismo europeo usado como eufemismo de su derrota- más propios de la coalición de izquierdas de este país. Ya va siendo hora de poder votar a algún algo aquí, que con un partido de derechas que son todas las derechas pero no es ninguna, un partido socialista que no sabe qué es el socialismo, y una coalición de izquierdas más templaditas que Carrillo criticando a Stalin, uno ya no sabía ni a quien se estaba tirando cuando votaba en esta grandísima casa de putas que es la política española. Así salen después los niños. Tan mal estaba la cosa en los idearios de la izquierda ortodoxa que en las pasadas europeas tuvo que surgir un pequeño partido que representase esos valores: Izquierda Anticapitalista, con resultados nada desdeñables, dadas las circunstancias.

Sin embargo, parece que el temible espectro de la payasada innata persigue a este partido, pues en dicha reunión, Cayo Lara le expuso al Rey sus planes para traer por fin y definitivamente la III República a España. Y yo me imagino a Juan Carlos no sonriendo apacible pensando en lo que hay que tragar por el sueldo -suspirito incluido- sino mordiéndose el labio para no descojonarse en la cara de Lara -revolcón monárquico por el suelo incluido- mientras le dice entre lágrimas de risa que si eso lo piensa hacer él sólo o con sus DOS diputados en una cámara de doscientos cincuenta. Tres si viene el ÚNICO eurodiputado conseguido en las pasadas elecciones. O sea, cuatro con refuerzos. Hay que joderse. Por si fuera poco, Cayo Conpocomelomonto Lara se presenta con la banderita de la II República en la solapa. Partiendo de la base de que me parece estupendo que un republicano hable con el Rey sobre una futura República, que la idea no es descabellada ni lejana a la futura realidad, y que aquí cada uno piensa como le da la gana, distingamos exposición de ideas, ridículo y falta de respeto. La actual bandera española fue votada y aceptada por el pueblo español en referéndum, y reconocida como presente y legítima por todos los grupos políticos, incluido el PCE de Carrillo. Todos juntitos, en Democracia. Ocurre que siempre hay algún tonto que saca la bandera de la II República en cualquier sitio, como si no pudiera mantenerse una República con la bandera aceptada por todos o como si la hemática fuese hasta legítima. Bien es verdad que una de cal y otra de arena, seamos justos. Pues resulta que IU ha iniciado una campaña ciudadana para tratar de cambiar el actual e injusto sistema electoral. Una medida necesaria y muy acertada. A ver si es verdad que las cosas cambian, o al menos se lo proponen (payasismos incluidos).

En fin, en esas empezamos el curso. Con una IU reformada, un UPyD reformista -aunque se les adelantó IU en esto, pues aunque bien es cierto que UPyD han presentado varios trámites en e congreso para cambiar la ley electoral no habían llevado a cabo iniciativas ciudadanas de respaldo-, un gobierno embustero que ganó las pasadas elecciones prometiendo el pleno empleo, la bajada de los impuestos y que no existía ninguna crisis -llegan a decir que nunca volvería a surgir una epidemia de gripe nueva y ya es que lo bordan- y una oposición incapaz e incompetente. Saquemos los paraguas que vienen nubes. La que se nos viene encima.