sábado, 31 de octubre de 2009

Perfil: Gervasio Sánchez

Gervasio Sánchez Fernandez es periodista, fotógrafo y corresponsal de guerra. Ha trabajo como periodista independiente cubriendo prácticamente todos los conflictos armados de América Latina desde 1984 hasta 1992, para pasar posteriormente a ocuparse de la antigua Yugoslavia, África y Asia. Gervasio nació en Córdoba en 1959, estudió en Barcelona y actualmente tiene vive en Zaragoza. A lo largo de su carrera profesional, ha ido acumulando importantes premios y menciones, entre los que destacan el “Premio al mejor periodista del año 1993” dado por la asociación de prensa de Aragón por su cobertura de la Guerra de Bosnia, el galardón por “Mejor trabajo gráfico” de la asociación internacional de prensa de Madrid en el 94 por el mismo conflicto, el Premio Cirilo Rodríguez, el Rey de España de fotografía, y el premio Ortega y Gasset. Es muy conocido gracias a una sensacional cobertura gráfica del sitio de Sarajevo, y por la colección y proyecto “Vidas minadas”.

Hay una norma no escrita en el mundo del periodismo bélico que dice que nunca hay que tomar partido en una guerra. Gervasio no la cumple. No quiere cumplirla. Cada vez que tiene que acudir a un conflicto, lo hace tomando desde el principio partido por un bando, el de las víctimas. Aunque todo lo que pueda disparar sea una cámara fotográfica. Eso es lo que diferencia a Gervasio Sánchez de otros reporteros de guerra, por maestros que sean del ramo. Su misión es ir allí para enseñarnos aquí, de viva imagen, lo que realmente esconde el humo de la batalla. Los hombres y mujeres a los que una mina o una bomba, si no los matan, le quitan parte de su vida: una pierna, un brazo, una mano, un padre, un hijo. No envía crónicas, denuncia.

Por eso, por descontado la calidad de sus imágenes, es tan respetado y premiado en el periodismo español e internacional. Sin embargo, de un tiempo a esta parte su nombre aparece menos en la prensa y recibe menos premios. Esto es así desde que en mayo de este año (2009) ganó el premio Ortega y Gasset de periodismo en modalidad gráfica, subió a la tarima y pronunció su discurso, no publicado ni citado en ningún medio de comunicación, ni siquiera en el diario El País, organizador del premio. Su discurso, condenado por los magnates de los mass media al ostracismo y al olvido es, incluso, difícil de localizar en internet. En el acto estaban presentes la Vicepresidenta del Gobierno, varios ministros, exministros del Partido Popular, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, el Alcalde de Madrid, el Presidente del Senado y centenares de personas. Y esto fue lo que dijo:

“Estimados miembros del jurado, señoras y señores:

Es para mí un gran honor recibir el Premio Ortega y Gasset de Fotografía convocado por El País, diario donde publiqué mis fotos iniciáticas de América Latina en la década de los ochenta y mis mejores trabajos realizados en diferentes conflictos del mundo durante la década de los noventa, muy especialmente las fotografías que tomé durante el cerco de Sarajevo. (….)

Quiero dar las gracias a los responsables de Heraldo de Aragón, del Magazine de La Vanguardia y la Cadena Ser por respetar siempre mi trabajo como periodista y permitir que los protagonistas de mis historias, tantas veces seres humanos extraviados en los desaguaderos de la historia, tengan un espacio donde llorar y gritar.

No quiero olvidar a las organizaciones humanitarias Intermon Oxfam, Manos Unidas y Médicos Sin Fronteras, la compañía DKV SEGUROS y a mi editor Leopoldo Blume por apoyarme sin fisuras en los últimos doce años y permitir que el proyecto Vidas Minadas al que pertenece la fotografía premiada tenga vida propia y un largo recorrido que puede durar décadas.

Señoras y señores, aunque sólo tengo un hijo natural, Diego Sánchez, puedo decir que como Martín Luther King, el gran soñador afroamericano asesinado hace 40 años, también tengo otros cuatro hijos víctimas de las minas antipersonas: la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, a la que ustedes han conocido junto a su hija Alia en la imagen premiada, que concentra todo el dolor de las víctimas, pero también la belleza de la vida y, sobre todo, la incansable lucha por la supervivencia y la dignidad de las víctimas, el camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la pequeña colombiana Mónica Paola Ojeda, que se quedó ciega tras ser víctima de una explosión a los ocho años.

Sí, son mis cuatro hijos adoptivos a los que he visto al borde de la muerte, he visto llorar, gritar de dolor, crecer, enamorarse, tener hijos, llegar a la universidad. Les aseguro que no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad.

Es verdad que la guerra funde nuestras mentes y nos roba los sueños, como se dice en la película Cuentos de la luna pálida de Kenji Mizoguchi.

Es verdad que las armas que circulan por los campos de batalla suelen fabricarse en países desarrollados como el nuestro, que fue un gran exportador de minas en el pasado y que hoy dedica muy poco esfuerzo a la ayuda a las víctimas de la minas y al desminado.

Es verdad que todos los gobiernos españoles desde el inicio de la transición encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas.

Es verdad que en la anterior legislatura se ha duplicado la venta de armas españolas al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y que hoy fabriquemos cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas.

Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos.

Pero como Martin Luther King me quiero negar a creer que el banco de la justicia está en quiebra, y como él, yo también tengo un sueño: que, por fin, un presidente de un gobierno español tenga las agallas suficientes para poner fin al silencioso mercadeo de armas que convierte a nuestro país, nos guste o no, en un exportador de la muerte.

Muchas gracias.”






PD: Solemos conocer las imágenes de un fotografo, pero curiosamente nunca nos paramos a pensar en la imagen que hay detrás del objetivo. Por eso he preferido ilustrar el perfil con una fotografía suya. Para conocer un poco de su fantástica obra, les recomiendo que visiten un álbum personal suyo o una muestra variada.

6 comentarios:

  1. Amigos, he podido leer el discurso de Sáchez cuando ganó el premio de El País, además de conocer sus fotografías sobre la problemática de la guerra y las minas antipersonas comercializadas por la industrias armamentisticas globales, y la verdad que me han hecho valorar la labor desempeñada en situaciones de máxima tensión llevadas a cabo por los fotógrafos profesionales y aficionados. Muy buen trabajo. saludos

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  2. Es verdaderamente triste que haya todo una próspera industria montada alrededor de la muerte de personas inocentes.
    Sí a la paz, pero también a los daños colaterales.

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  3. No puedo estar más de acuerdo con este último comentario. Yo mismo no lo habría dicho mejor (ni logeándome con la cuenta correcta).

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  4. Brutal el tío! Ya había leído este discurso y me encantó. Buena entrada, tío.

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  5. Como ya te dije, muy interesante. Lamentablemente (y esta vez casi que no es culpa mía) no tenía ni puta idea de la existencia de este hombre, y me ha encantado su discurso.

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  6. El homenajeado en este Perfil ha sido galardonado hoy con el Premio Nacional de Fotografía, que otorga el Ministerio de Cultura, que destaca "su compromiso continuado con la fotografía como herramienta contínua de denuncia de la violencia".

    Además me autoasigno el honor de ser yo el wikipedista editor de su página en la Wikipedia.

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