miércoles, 24 de marzo de 2010

Fruitopía

Afortunadamente, todo cambió. En el PSOE se dieron cuenta por fin de que, aún a dos años de las elecciones generales, ya las habían perdido. Irremediablemente Rajoy sería el siguiente presidente del gobierno. Zapatero lo había hecho tan mal, tan rematada y podidamente mal, había mentido tanto y la había cagado tanto, que pensaron que sólo había podido hacerlo a posta y lo largaron creyendo que en realidad era un topo de Esperanza Aguirre. Encima, a los pocos meses se demostró que era verdad, y en el PP la echaron del partido, así que ella decidió formar el suyo propio de súper derechas, y por fin los curas, las monjitas de clausura y los nostálgicos tuvieron un partido propio al que regalar su voto.

Como decía, conscientes en el PSOE que de seguir así se iban a comer un mojón, decidieron presentar una opción viable. Se arriesgaron, se la jugaron, y trajeron como candidato a un político de verdad, de los de altura. A las elecciones del 2012 se presentó por el PSOE ni más ni menos que Joaquín Almunia.

En el PP se cagaron por las patitas para abajo, y ellos también se dieron cuenta de que evidentemente el pánfilo alfeñique de Rajoy no podía ganar, bajo ningún concepto, a un político de verdad. Así que se dijeron “de perdidos al río chumachos, hay que coger la sartén por el mango y el que no arriesga no gana, ¡yupi yie yie!” Y lograron presentar como candidato a Gregorio Peces-Barba.

El ganador se dedicó a hacer de España una democracia de verdad, cambió la ley electoral e hizo que todos los votos valieran lo mismo, consiguió que todos los españoles tuviésemos los mismos derechos y deberes independientemente del lugar donde viviéramos. Los ricos pagaban muchísimos más impuestos que los pobres, y empezaron a construirse hospitales, nuevas carreteras, puertos y vías de tren a punta pala. Consiguieron acabar con ETA por la vía legal, encerrando de por vida a los asesinos y admitiendo en la vía política a los separatistas que no tenían delitos de sangre. Incluso se hicieron elecciones independentistas años después en el País Vasco y Cataluña, que perdieron estrepitosamente. Además éramos un país respetado en el ámbito internacional, y gracias a nuestra mediación se consiguió el nacimiento del Estado Palestino y la independencia del Sáhara Occidental. Y el Rey Don Felipe, viendo que esto se había convertido en un país de verdad del que uno ya no sentía vergüenza y que por fin podía gobernarse sólo, abdicó y nació la República. Aunque le costó un disgusto en casa, porque su hija se ciscó en sus muertos.

Pero de repente las cosas empezaron a volverse extrañas… Yo aparecía en Oslo recibiendo el Nóbel de literatura, charlando con el ganador del de medicina (que había descubierto una pastilla para que a las mujeres no les doliera la cabeza), y encendía la televisión y aparecía la vicepresidenta Fernández de la Vega, y estaba mortal de buenísima. Y todos los condones me estaban pequeños, y un meteorito caía justo en la Facultad de Medicina de Cádiz, y un volcán entraba en erupción justo cuando todos los políticos de San Fernando lo estaban visitando, y aparecía un nuevo virus que mataba sólo a catedráticos, y Vito Corleone venía a pedirme un favor, y mi novia gastaba la 215 de sujetador… Y yo me agitaba, y me agitaba…

Y al final me desperté. Y me di cuenta de que sólo había sido un sueño. Y que probablemente el próximo candidato del PSOE sería uno de aquél grupúsculo, como Pepino Blanco, de la Vega (que ya no estaba tan buena), o alguno de esos. Y que el siguiente presidente del gobierno sería Rajoy irremediablemente… Y que yo había cenado demasiado y me había entrado una indigestión de fresas con nata.

Así que opté por cubrirme con la manta y esperar a que todo pasase. Pero eso nunca ocurrió, porque para algo estamos en España.


lunes, 22 de marzo de 2010

Esto lo arreglas tú con los huevos

O sea, que ahora resulta que no lo tiene que arreglar el que vendía los ladrillos al precio que le daba la gana. Resulta que no, que no lo tiene que arreglar el que prefirió subirse el sueldo y no pagar I+D. Vaya, que no, resulta que no lo tiene que arreglar el que marbellizó cada metro cuadrado que tuvo a su alcance. Y no, en suma resulta que no lo tiene que arreglar el responsable sino el que las ve venir.
Todo un país haciendo el sudoku difícil del ADN en la cola del paro no se había dado cuenta de que, joder, esto lo arreglamos entre todos. Las empresas cerrando cuando entre todos lo podemos arreglar. Y, ojo, que no digo que la situación actual sea un desastre irreversible. Solamente tenemos que inventar una máquina del tiempo y darle una colleja al lumbrera que tuvo la genial de idea de hacer una economía, unos puestos de trabajo y unos presupuestos estatales con fecha de caducidad.
Lo más doloroso es que vengan los estómagos complacidos y aburguesados a decirnos cómo debemos sentirnos y qué debemos pensar. Se atreven a salir de sus áticos para decirnos que nos tranquilicemos, que agachemos la cabeza y que curremos calladitos. Estamos muy monos calladitos.
No dejo de pensar que entre unos y otros han conseguido convertir nuestra vida en un pueril espectáculo de marionetas. "El Rey y la Bruja", si queréis. Nosotros somos un pequeño Rey cándido enfrente de un malvado público de niños (cabrones). Nosotros le preguntamos "¿Dónde está la bruja?" y cada espectador señala con malicia a un sitio distinto (¡serán cabrones!). "¡Allíiiiii!", "¡No, para el otro ladooooo!", "¡Detráaaaas!" (ya hay que ser cabrón)... y mientras la Bruja disfruta del espectáculo en primera fila.
Hijos de puta todos (sin paréntesis).

P.D: No es un pataleo muy logrado, pero esto es Patonosequé, así que valdrá.

"Tiembla si le ves ambas manos al mago, porque el truco lo estará haciendo igualmente"


sábado, 20 de marzo de 2010

El señor que se planteó su voto

Muy pronto habría elecciones. Él era un tipo sensible a la realidad, concienciado de los problemas del mundo, atento a la actualidad, responsable y, sobre todo, comprometido con la sociedad. O al menos eso creía él que quería ser. Sin embargo, aún no tenía decidido su voto.

Esa mañana había en su ciudad una conferencia de un partido político. Quería enterarse de lo que proponían. Quién sabe, quizá lo convencieran y decidiera votarles a ellos. Así que asistió. Al llegar, se alegró bastante de haber acudido. Aquello estaba a reventar, lleno de gente, todo decorado con pancartas, posters gigantes, guirnaldas de muchos colorines, banderitas y música. Parecía una fiesta. Había niños, adolescentes, matrimonios, viejos… Todos sonriendo, charlando animadamente, felices. De repente, salió la junta directiva del partido al estrado y todos aplaudieron. Uno de esos cuya cara aparecía en varios de los posters fue a buscar al líder del partido. Entonces trajo un cerdo en brazos y lo colocó en el atril. En ese momento, la multitud explotó en júbilo, y empezó a aclamarle enardecida. Cada vez que se hacía el silencio, el cerdo gruñía aguda y fuertemente. Entonces la gente volvía a aplaudir y jalear, a gritar, agitando las banderitas y los adornos que tenían. De vez en cuando saltaba la música, todos decían las mismas consignas a la vez, el cerdo gruñía en respuesta, y la cosa se acercaba peligrosamente al éxtasis orgásmico. Algunos incluso lloraban. Cuando terminó, sus acompañantes tomaron la palabra explayándose en los gruñidos del cerdo. Al final, varias madres acercaron a sus bebés, y el cerdo repartía lametones a diestra y siniestra: niños, mujeres, viejas…

Desde luego, él no había entendido absolutamente nada de lo que había pasado allí. Simplemente se dejó llevar y trató de no desentonar mucho con las miles de personas que lo acompañaban. Casualmente, por la tarde había otra conferencia, esta vez del partido rival. Pensó que sería buena idea acudir, así que fue a ver que se encontraba. Quién sabe, suspiró esta vez, quizá incluso lo convencieran, y decidiera votarles a ellos. Además, después del numerito del cerdo, tenía bastante curiosidad por ver con qué se encontraba…

El ambiente previo era más o menos el mismo, apenas cambiaba la música y los colores de los adornos y las banderitas. Por lo demás, todo igual. Había más o menos la misma gente –aunque vestidos de forma diferente- y el mismo ambiente festivo. Así volvieron a salir varias personas cuyas caras estaban impresas en esos nuevos posters. Entonces hicieron un pasillo para franquear al dirigente de aquel partido, y el público empezó a gritar y aplaudir para que saliera. De repente, surgió una foca que atravesó aquel pasillo humano y se dirigió ella solita al atril. Empezó a hacer ruiditos, a levantarse sobre su cola y palmear con las aletas delanteras. Aquello fue como una especie de apocalipsis de la felicidad. La gente comenzó a bramar, a desgañitar sus gargantas hasta sangrar, a aplaudir furiosamente, a gritar en corro las mismas palabras, a salirse los ojos de las órbitas. Se formó un espectáculo que ni el cerdo en sus mejores momentos. Cuando la foca hubo terminado, un hombre de los que la había custodiado tomó la palabra. Empezó a gritar indignado en contra del cerdo, a lo que la gente respondió efusivamente, y a decir que el cerdo había dicho esa misma mañana esto y lo otro. Esta vez hubo una explosión concentrada de odio, tanto que nuestro visitante incluso temió por la integridad física de aquel tipo. Afortunadamente, la gente se contuvo y los cimientos de aquel edificio aguantaron. Súbitamente saltó la música, surgieron más gritos, sin precisar muy bien si de amor o de odio, y cayó confeti del techo. Cuando todo terminó, un aluvión de madres, bebes y viejas –sospechosamente parecidos a los de aquella mañana- se abalanzó sobre el estrado para ser besados por la foca.

Cuando por fin todo acabó, se marchó de allí. Era bastante curioso, pero no recordaba que aquella mañana el cerdo hubiese dicho ni una sola de las palabras que le atribuyó aquel hombre. Por la noche, mientras cenaba, encendió el televisor. En una tertulia se informó que las cifras de participación vaticinadas para aquellas elecciones superarían todos los registros, y se esperaba una reñidísima batalla de masas entre ambos partidos. Entonces uno de aquellos que habían hablado por la mañana junto al cerdo empezó a decir que la foca había proclamado tal y cual barbaridad, y sus contertulios lo apoyaban indignados. Paradójicamente, tampoco recordaba que la foca hubiese dicho ni una de aquellas palabras.

Apagó el televisor y se sentó a reflexionar profundamente sobre a cuál de los dos votaría. Quería involucrarse: verter un voto reflexionado, responsable y consecuente. Analizó muy bien los discursos, sus ideologías, los problemas existentes, las soluciones propuestas y los pros y contras de cada opción...

Ahora que lo pensaba, ni siquiera recordaba que la foca o el cerdo hubiesen dicho apenas una sola palabra.

jueves, 18 de marzo de 2010

¿El Padre de los españoles?

Ahora resulta que nos hace falta un protector, una figura paterna que nos cuide y nos acerque a la consecución de algún tipo de estado del que carecemos. Por lo que dicen, justicia es eso de lo que adolecemos, y claro, como no sabemos ni definir el concepto es necesario que aparezca aquella persona que haya estado embarrada de mierda hasta las cejas y que ahora, por arte del sufrimiento, ha obtenido la patente para darnos clases a los demás de lo que es y no es.

Ciertamente no creo que haga falta la aclaración, pero como predominan los malentendedores y los tergiversadores, voy a hacer un esfuerzo (esfuerzo porque siempre me ha molestado tener que andar con las precauciones antes de lanzar el dardo ) por no sacar de quicio al que pueda sentirse indirectactamente afectado por esta opinión. A mí Juan José Cortés (para el que no lo sepa, padre de la difunta Mari Luz) me crea el mayor de los respetos, o al menos, el respeto más neutro, el que siento por cualquiera al que no tenga el placer de conocer. Sin duda alguna, él sabrá más que yo sobre el dolor y el padecimiento, sobre el rencor y la venganza, y sobre el perdón y la tenacidad. Pero eso sí, no tengo ninguna duda de que ello no es óbice para que pueda considerarse a éste como precursor de un nuevo movimiento, un movimiento cimentado en la desesperación y en el interés. Mala combinación.

Un movimiento con tintes eminentemente políticos, y que ahora disfrazan a su antojo en libertad del pueblo, o libertad de las víctimas. Ahora hablan, y se manifiestan en el borreguismo, comentando allí por donde van que qué justicia es esta y que dónde se encuentran esos valores que harán a este pueblo más “justo”. Ahora crece y resulta que ya no nos vale, que ni siquiera queremos saber de qué nos quejamos. Ahora nos basta con argüir a tiempo indefinido que no nos importa qué es jurisprudencia, qué es costumbre, qué es derecho. Sólo interesa un concepto, que a su vez no podemos definir con concreción. Pero, qué más da la concreción cuando se trata de “justicia”. Justicia a favor del ciudadano de a pie, justicia a favor del bueno y del sabio. Justicia en contra del asesino y del ladrón, del político y del indecente. Cómo si todo pudiese reducirse a eso, cómo si otras mentes no lo hubiesen pensado, cómo si otras mentes no hubiesen recorrido ese camino antes de llegar a su destino.

Pues sí, comentan que es mucho más sencillo de lo que parece. Que para alcanzar eso que Platón quería resumir como armonía social basta con dos o tres reformas. Andan estas cabezas pensantes aludiendo al endurecimiento, como si fuese una nueva idea, y no recuerdan que penas más graves ni sirvieron ni sirven para paliar los actos malos. Y no entienden que lo que ellos buscan no es justicia, es venganza, que lo que ellos buscan tampoco es justicia, es precaución. No entienden, por lo tanto, que la venganza y la precaución no son justicia, ni siquiera son válidas para su consecución. Y parece que tampoco son capaces de descubrir que englobando en un todo aquello que buscan, no están consiguiendo ni acercarse a la más lejana de las distancias.

Por eso Juan José Cortés se ha convertido en un instrumento, por lo de siempre. Un instrumento, que sin necesidad de saber si es mediato o no, cava la tumba de eso que en este caso podríamos llamar “sus ilusiones”. Un método que legítimo es, pero también erróneo. El método fundamentado en su verdad universal y escudado en la ciencia de la política, el que parece indestructible cuando recibe balazos de opinión. Aquél que parece indiscutible por estar basado en la experiencia, en la experiencia de la muerte.

miércoles, 17 de marzo de 2010

O será el apocalipsis



Con la espalda en la pared
y recluida la espada
frente a mi pecho asustada.
¿Recuerdas la última vez,
no te lamentes, mujer,
que montamos en la bici
y un monocromo arco-iris
tuvo a bien acompañarnos?
Que nunca lo repitamos,
será cosa de la crisis.

Por la sangre de un brindis,
que no seamos hermanos
y que el cuento esté acabando
será cosa de la crisis,
o será el apocalipsis.
Llueve cuando brilla el sol
y se extingue el gorrión.
Y si acaso no se extingue,
disculpa que te replique,
está en vías de extinción.


P.D: Perdón, que os veía con ganas de publicar a los demás pero no pude resistir la tentación de poner esto.

"Cuando caiga la última hoja del último árbol, echáremos de menos escribir"

lunes, 15 de marzo de 2010

Ensalada Arqueológica

Hoy cocinaremos una buena Ensalada Arqueológica.


Ingredientes:

-1 cogollo de lechuga
-1 cebolleta
-1 tomate
-Muchas cosicas
-Sal
-Pimienta molida (preferiblemente blanca)
-Vinagre
-Aceite


Preparación:

Cortamos en finas tiras el cogollo y lo ponemos en remojo. Manteniéndola un rato en agua conseguiremos que no esté lacia cuando la comamos. Le cambiamos el agua varias veces y lo enjuagamos concienzudamente para quitarle toda la tierra que pueda tener. Enjuagamos también el tomate. Picamos la cebolleta muy fina y la echamos en un plato (se ve que es una ensalada individual). Cortamos el tomate y lo incorporamos a la cebolla. Escurrimos bien de agua la lechuga y la ponemos en el mismo plato. Como nos hemos pasado un montón cortando lechuga, lo pasamos a un plato hondo más grande.
Llega un momento crucial para el exiliado. Un buen exiliado debe saber cómo adaptarse a su entorno en cada situación. Sobrevivir es la clave, el confort es un plus. Por ello, si el exiliado encuentra nueces a su paso, le echa nueces a la ensalada; si un verdadero exiliado encuentra pasas en su camino, le echa pasas a la ensalada; si un genuino exiliado encuentra jamón york en su ruta, le echa jamón york a la ensalada; si un jodido arquetipo de exiliado se topa en su vida con una bolsa de ositos de colores con sabores frutales, le echa la maldita bolsa de ositos de colores con sabores frutales a la pajolera ensalada y, orgulloso de sí mismo, se arrepiente amargamente de su último hallazgo.
Consejo para los exiliados aventureros: si podéis, procurad encontraros fortuitamente con una manzana. Le da un toque crujiente a la ensalada y si no es de una variedad seca, endulza el aliño con el jugo que desprende (muy recomendable, en serio). También podéis encontrar a un módico precio unas tarrinitas que traen tacos de salmón y queso conservados en aceite y eneldo, todo ello con la calidad que garantiza Hacendado.
A continuación, se añade vinagre, pimienta, sal y aceite al gusto. En teoría se deben mezclar los tres fuera de la ensalada en proporciones determinadas y agregarse a la vez, pero los exiliados no somos amigos de fregar por fregar. Así que lo echamos a ojo en el orden anti-alfabético.
Se intenta mezclar todo lo que ya había en el plato con el aliño. Como al remover la ensalada no paran de caerse cosas del plato, que se nos ha quedado pequeño, pasamos todo a una ensaladera.
Y sí, nos hemos pasado con el vinagre.
Mojamos pan en el fondillo cuando nos terminamos todo lo sólido y nos acostamos a dormir con ardentías.

Resultado: Pues mira, a base de ensaladas y hallazgos no paro de engordar.


sábado, 13 de marzo de 2010

Adiós, Miguel, adiós.





Es un escritor a quien siempre respeté muchísimo pero al que, cosas de la vida, nunca traté personalmente. Aunque una vez estuve muy cerca de ello. No recuerdo si fue en 1961 o 1962. Yo entonces vivía en París. Debía ser otoño. Paseaba por el Boulevard Saint-Germain cuando le vi en una de las terrazas de un bar. Estaba ahí, sentado, viendo pasar a la gente, abrigado; lloviznaba. Le reconocí y me paré a mirarlo y sopesé decirle que le admiraba mucho y esas cosas. Total, yo era tímido -bueno, aún lo soy hoy- y al final no me atreví.
Años después, con motivo del Biblioteca Breve por Últimas tardes con Teresa, recibí una nota manuscrita suya, a la que contesté comentándole lo de París y que respondió diciendo que qué pena, que hubiéramos podido hablar... Me he arrepentido siempre.
Para mí es un ejemplo de una prosa extraordinaria que yo ya leía cuando tenía 15 años en esos libros de Destino que editaba Josep Vergés y al que le fue tan fiel. Me fijé en La sombra del ciprés es alargada, Mi idolatrado hijo Sísí... Yo admiraba su dominio del lenguaje, si bien me interesó mucho más su obra posterior, ese esfuerzo conseguido por ponerse al día en lo estilístico en los ochenta, como en Los santos inocentes. Pero también me parecía un ejemplo de discreción y austeridad, que contrastaba con otros compañeros suyos, bastante campanudos y tal... Dejémoslo ahí.
Juan Marsé

domingo, 7 de marzo de 2010

Confetis al fuego

A estas alturas del cuento
cortan las calles al profesar
la profesión que va por dentro
y cortan el proceso final
de la procesión de muertos
que cuentan por las calles
los adoquines sueltos.
Y tardarán en terminar.

Hay trastornos que paroxan,
paroxismos que matan,
e -ismos que se trastornan
con el brillo de la plata.
Mas acostumbra a traer cola
la soberbia en la bata,
cabalga un mundo de broma.
Y el mundo es una cabalgata.


P.D: Perdona si te quito el turno de publicar, Ale.

"Se revuelcan los cerdos en su propia mierda y felices se les ve"

martes, 2 de marzo de 2010

Recamino de lo reincierto

No hacía mal día. Apenas se atrevía un airecillo tímido a rozar las piedras que tomaban el sol en la seca cuenca del río Guarot. Los vinagrillos parecían esperar a que alguien los mordiera, las libélulas se posaban en los cardos más altos y sólo la carrera despavorida del pequeño troll rompía la armonía.
Como alma que lleva el diablo, el muchacho huía de sus perseguidores. Atrás había dejado una caterva de energúmenos que lo habían perseguido hasta las afueras de la ciudad, donde su suerte no fue mejor. Tres ejércitos. Tres. Y con uno sobraba. Le parecía ridículo que hubiera ese despliegue de medios para capturarle. Y de hecho era ridículo pensar que aquellas magníficas legiones estuvieran allí por él.
Así pues, el orondo Sultán Tijmud se había citado en el cauce, de forma sorpresiva, con el jefe de una de las tribus más numerosas del Estrión. Su intención era hacerlo venir para una charla amistosa y traicionarlo vilmente, atacándolo a él y a su guardia real con todo un ejército de elfos y grifos. Todo venía por unos poderosos zafiros en mal estado y unas hidras despeluchadas que la tribu le llevó como obsequio a su palacio, nada de interés.
Por su parte, el jefe de la tribu estriónica acudió a la cita con el sultán con análogas intenciones (cambiando los elfos y los grifos por cíclopes a lomos de bestias paquidermas). Sus motivos estaban muy claros: era un jefe belicoso por naturaleza.
El Rey Hyonerda, por si fuera poco, había convocado a sus hordas para... para... bah, vete tú a saber para qué diantre estaba allí ese majadero con aquellos soldados. Quizás solamente los había llevado para pasar el día en el campo, o o quizás estaban en una misión de búsqueda tréboles con dos hojas para pegarlos dos a dos y que les dieran suerte. A saber.
Y en esas estábamos, con tres ejércitos galopantes y un pobre troll corriendo hacia lo que en su día fueron las catarátas del Incierto.
El mozalbete seguía y seguía, escapándose a ratos de su propia sombra que apenas podía seguirle el ritmo. De repente oyó una aguda voz que unos metros por delante de él le gritaba incesante "¡No avances más, insensato!". "Como para pararme estoy yo", pensó el troll.
Cuando llegó al punto del cual provenía la voz, vio para su desconcierto un geranio parlante plantado en una bonita maceta de cerámica. En consecuencia del hallazgo, le dijo al geranio parlante "¡Qué extraño!, esto es lo último que esperaba encontrarme en mitad de este desfiladero: una maceta".
"No sigas corriendo, amigo, frente a ti hay una muerte segura al despeñarte por un precipicio", advirtió la planta. "¡Pues vaya!, porque detrás tengo una muerte dolorosa a manos de salvajes, elfos y cíclopes", sollozaba.
El pequeñajo se asomó al abismo. Ciertamente daba miedo. No sabía calcular cuántos metros había hasta el suelo. ¿Y cuántos como él se tendrían que apilar desde abajo hasta el filo? Calculó que apenas uno por metro.
La situación era angustiosa, "Estoy angustiado... ", ambas opciones eran terroríficas, "... estoy aterrado... ", y todo daba pavor, "... y estoy apavado (?)".
Entonces, de repente y sin que nadie lo esperara, dejé de escribir. Me sentía incapaz seguir con esto y de matar al troll. Ese troll es MI troll y me niego a que le pase algo malo.


P.D: Parece que fue ayer.
P.D.2: Que quede claro que lo del geranio parlante no lo quería poner. Y no diré que ha sido culpa de un Pedrazo de cabrón.

"En ocasiones el tiempo es como... bah, si no era capaz de hacer un texto tampoco me vais a decir nada si no pongo una frase decente"

lunes, 1 de marzo de 2010

Carta abierta a aquellos estudiantes de la Universidad de Oviedo

Mucho se ha hablado últimamente de los sucesos acontecidos hace una semana en la Universidad de Oviedo, a saber: José María Aznar acude a dar una conferencia, un grupo de estudiantes le interrumpe constantemente para insultarle y éste les contesta haciéndoles una peineta. En lo que respecta al expresidente del gobierno y su inoportuno y lamentable gesto ya está todo dicho. Así que a mí me gustaría tener unas palabras para ese grupo de universitarios: Sois imbéciles. Todos. Sois la expresión más lamentable de la educación y la universidad española, ejemplo claro de la epidemia de subnormalidad nacional que nos asola desde hace siglos. Con vuestra actitud y la demostración de la basicidad de vuestros actos aquel día no dejasteis claro más que una cosa: no sois más que mierda producto de la mierda que os ha engendrado. La vergüenza del resto de españoles con educación, oficial o no, universitarios o no, que aspiramos a pensar por nosotros mismos y cambiar algo.

La Universidad -incluso la de Cádiz- debe aspirar a ser el templo absoluto de la cultura y el conocimiento. De la rectitud, la libertad y las luces. Y vosotros lo profanasteis, demostrando lo poco que merecéis estar ahí. Allí, ese día había prensa, cámaras, fotógrafos y muchísima gente. Era una oportunidad dorada de masacrar a todo un expresidente del Gobierno a preguntas que sólo pudieran haberlo dejado en ridículo y evidencia delante de toda España. Con palabras, con razonamientos, con inteligencia. Con la Verdad. Erais universitarios en una Universidad –encima prestigiosa- enfrentados a alguien que había accedido a dar una conferencia, es decir, a arriesgarse a enfrentarse cara a cara con vosotros. Y lo desperdiciasteis de la más mezquina de las maneras: interrumpiendo sólo para insultar sin esperar respuesta y hacer ruido.

A ese hombre había que acribillarlo de verdad y dejarlo medio muerto, que vuestras mentes hubieran sido las metralletas y vuestras preguntas las balas directas al corazón. Disparando una detrás de otra dejando que se defendiera como pudiera o desease la muerte. En vez de gritar a coro “cabrón” podríais haber preguntado, por ejemplo: ¿Dónde estaban las armas de destrucción masiva? ¿Ha pedido usted perdón a las miles de familias de víctimas civiles perecidas en la guerra de Irak? ¿No se siente un traidor a la democracia habiendo actuando en contra de la voluntad del pueblo que le ha votado? ¿Qué piensa su mujer de no poder darle un bocadito cada noche en la tabletita de chocolate porque es pecado? ¿Esa regresión a la adolescencia que destila es producto de su arrepentimiento por la guerra de Irak, o por qué? ¿Está orgulloso de que su mayor aliado haya sido el presidente más tonto y odiado de la Historia de Estados Unidos? O ya después del corte de mangas: ¿No le parece inadecuado esgrimir un gesto que significa “este dedo os lo metéis por el culo” cuando usted se ha manifestado repetidamente en contra de los derechos de los homosexuales?

No sois mejores que esos pre-fascistas de argumentos prefabricados que se echan a la calle convocados para manifestarse en contra de los derechos de los demás. Vosotros acudisteis a una conferencia dispuestos a no escuchar de antemano, a balar vuestros insultos preparados, tristes borregos, agitados y enardecidos por otros a los que habéis concedido el privilegio de pensar en vuestro lugar. No obstante, y puede ser el caso, desde luego hay personas que merecen ser insultadas. Por pura definición. Los exabruptos son palabras rotundas y bellísimas, y de vez en cuando hay que honrar al diccionario utilizándolas. Pero no como un cobarde. No se lanza un insulto escondiéndose entre la multitud y ocultando la cara tras los gritos de los otros. Cuando se lo merece por derecho propio, uno mira directamente a los ojos, y dice claramente a la cara “Hijo de puta”, o lo que venga al caso. De forma presentable: con derecho a réplica y reconocible. Con todas sus consecuencias. Como un hombre. No como una rata.