No hacía mal día. Apenas se atrevía un airecillo tímido a rozar las piedras que tomaban el sol en la seca cuenca del río Guarot. Los vinagrillos parecían esperar a que alguien los mordiera, las libélulas se posaban en los cardos más altos y sólo la carrera despavorida del pequeño troll rompía la armonía.
Como alma que lleva el diablo, el muchacho huía de sus perseguidores. Atrás había dejado una caterva de energúmenos que lo habían perseguido hasta las afueras de la ciudad, donde su suerte no fue mejor. Tres ejércitos. Tres. Y con uno sobraba. Le parecía ridículo que hubiera ese despliegue de medios para capturarle. Y de hecho era ridículo pensar que aquellas magníficas legiones estuvieran allí por él.
Así pues, el orondo Sultán Tijmud se había citado en el cauce, de forma sorpresiva, con el jefe de una de las tribus más numerosas del Estrión. Su intención era hacerlo venir para una charla amistosa y traicionarlo vilmente, atacándolo a él y a su guardia real con todo un ejército de elfos y grifos. Todo venía por unos poderosos zafiros en mal estado y unas hidras despeluchadas que la tribu le llevó como obsequio a su palacio, nada de interés.
Por su parte, el jefe de la tribu estriónica acudió a la cita con el sultán con análogas intenciones (cambiando los elfos y los grifos por cíclopes a lomos de bestias paquidermas). Sus motivos estaban muy claros: era un jefe belicoso por naturaleza.
El Rey Hyonerda, por si fuera poco, había convocado a sus hordas para... para... bah, vete tú a saber para qué diantre estaba allí ese majadero con aquellos soldados. Quizás solamente los había llevado para pasar el día en el campo, o o quizás estaban en una misión de búsqueda tréboles con dos hojas para pegarlos dos a dos y que les dieran suerte. A saber.
Y en esas estábamos, con tres ejércitos galopantes y un pobre troll corriendo hacia lo que en su día fueron las catarátas del Incierto.
El mozalbete seguía y seguía, escapándose a ratos de su propia sombra que apenas podía seguirle el ritmo. De repente oyó una aguda voz que unos metros por delante de él le gritaba incesante "¡No avances más, insensato!". "Como para pararme estoy yo", pensó el troll.
Cuando llegó al punto del cual provenía la voz, vio para su desconcierto un geranio parlante plantado en una bonita maceta de cerámica. En consecuencia del hallazgo, le dijo al geranio parlante "¡Qué extraño!, esto es lo último que esperaba encontrarme en mitad de este desfiladero: una maceta".
"No sigas corriendo, amigo, frente a ti hay una muerte segura al despeñarte por un precipicio", advirtió la planta. "¡Pues vaya!, porque detrás tengo una muerte dolorosa a manos de salvajes, elfos y cíclopes", sollozaba.
El pequeñajo se asomó al abismo. Ciertamente daba miedo. No sabía calcular cuántos metros había hasta el suelo. ¿Y cuántos como él se tendrían que apilar desde abajo hasta el filo? Calculó que apenas uno por metro.
La situación era angustiosa, "Estoy angustiado... ", ambas opciones eran terroríficas, "... estoy aterrado... ", y todo daba pavor, "... y estoy apavado (?)".
Entonces, de repente y sin que nadie lo esperara, dejé de escribir. Me sentía incapaz seguir con esto y de matar al troll. Ese troll es MI troll y me niego a que le pase algo malo.
P.D: Parece que fue ayer.
P.D.2: Que quede claro que lo del geranio parlante no lo quería poner. Y no diré que ha sido culpa de un Pedrazo de cabrón.
"En ocasiones el tiempo es como... bah, si no era capaz de hacer un texto tampoco me vais a decir nada si no pongo una frase decente"
martes, 2 de marzo de 2010
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Me tienes en ascuas. Más vale que el verdadero final de esta mítica serie sea memorable.
ResponderEliminarJajajajajaja creo que este es mi RP favorito!!! Y no porque salga en él un geranio parlante (cosa más absurda...) sino porque es tremendamente divertido!! xD
ResponderEliminarPD: ¿Quien carajo te dijo lo del geranio?
Me encanta el troll, qué personaje más guapamente construído. Y me encanta como está escrito el segundo párrafo. Creo que podrías, si quisieses, mantener Realidades PErpendiculares toda la vida, qué de salidas tienes para los protas.
ResponderEliminarBienvenido por cierto, venía siendo hora de volver. Que Ale no puede mantener Patociencia eternamente.
Sin palabras.
ResponderEliminarRafa, como dice Curro, RP no tiene por qué acabar. Por ahora tengo contratados un par de episodios más con la productora, pero al igual que pasó en la otra ocasión que dejé de escribirlos, puede que sea solamente el final de una temporada. No sé, ya veré.
ResponderEliminarPedro, en el P.D.2 lo dejo bastante claro. Imbécil.
Me alegro de que os guste, copón.
P.D: Pobre Ale, con todo el trabajo acumulado :P.
P.D.2: Aloha a mahalo... y a ti también.