Mucho se ha hablado últimamente de los sucesos acontecidos hace una semana en la Universidad de Oviedo, a saber: José María Aznar acude a dar una conferencia, un grupo de estudiantes le interrumpe constantemente para insultarle y éste les contesta haciéndoles una peineta. En lo que respecta al expresidente del gobierno y su inoportuno y lamentable gesto ya está todo dicho. Así que a mí me gustaría tener unas palabras para ese grupo de universitarios: Sois imbéciles. Todos. Sois la expresión más lamentable de la educación y la universidad española, ejemplo claro de la epidemia de subnormalidad nacional que nos asola desde hace siglos. Con vuestra actitud y la demostración de la basicidad de vuestros actos aquel día no dejasteis claro más que una cosa: no sois más que mierda producto de la mierda que os ha engendrado. La vergüenza del resto de españoles con educación, oficial o no, universitarios o no, que aspiramos a pensar por nosotros mismos y cambiar algo.
La Universidad -incluso la de Cádiz- debe aspirar a ser el templo absoluto de la cultura y el conocimiento. De la rectitud, la libertad y las luces. Y vosotros lo profanasteis, demostrando lo poco que merecéis estar ahí. Allí, ese día había prensa, cámaras, fotógrafos y muchísima gente. Era una oportunidad dorada de masacrar a todo un expresidente del Gobierno a preguntas que sólo pudieran haberlo dejado en ridículo y evidencia delante de toda España. Con palabras, con razonamientos, con inteligencia. Con la Verdad. Erais universitarios en una Universidad –encima prestigiosa- enfrentados a alguien que había accedido a dar una conferencia, es decir, a arriesgarse a enfrentarse cara a cara con vosotros. Y lo desperdiciasteis de la más mezquina de las maneras: interrumpiendo sólo para insultar sin esperar respuesta y hacer ruido.
A ese hombre había que acribillarlo de verdad y dejarlo medio muerto, que vuestras mentes hubieran sido las metralletas y vuestras preguntas las balas directas al corazón. Disparando una detrás de otra dejando que se defendiera como pudiera o desease la muerte. En vez de gritar a coro “cabrón” podríais haber preguntado, por ejemplo: ¿Dónde estaban las armas de destrucción masiva? ¿Ha pedido usted perdón a las miles de familias de víctimas civiles perecidas en la guerra de Irak? ¿No se siente un traidor a la democracia habiendo actuando en contra de la voluntad del pueblo que le ha votado? ¿Qué piensa su mujer de no poder darle un bocadito cada noche en la tabletita de chocolate porque es pecado? ¿Esa regresión a la adolescencia que destila es producto de su arrepentimiento por la guerra de Irak, o por qué? ¿Está orgulloso de que su mayor aliado haya sido el presidente más tonto y odiado de la Historia de Estados Unidos? O ya después del corte de mangas: ¿No le parece inadecuado esgrimir un gesto que significa “este dedo os lo metéis por el culo” cuando usted se ha manifestado repetidamente en contra de los derechos de los homosexuales?
No sois mejores que esos pre-fascistas de argumentos prefabricados que se echan a la calle convocados para manifestarse en contra de los derechos de los demás. Vosotros acudisteis a una conferencia dispuestos a no escuchar de antemano, a balar vuestros insultos preparados, tristes borregos, agitados y enardecidos por otros a los que habéis concedido el privilegio de pensar en vuestro lugar. No obstante, y puede ser el caso, desde luego hay personas que merecen ser insultadas. Por pura definición. Los exabruptos son palabras rotundas y bellísimas, y de vez en cuando hay que honrar al diccionario utilizándolas. Pero no como un cobarde. No se lanza un insulto escondiéndose entre la multitud y ocultando la cara tras los gritos de los otros. Cuando se lo merece por derecho propio, uno mira directamente a los ojos, y dice claramente a la cara “Hijo de puta”, o lo que venga al caso. De forma presentable: con derecho a réplica y reconocible. Con todas sus consecuencias. Como un hombre. No como una rata.
La Universidad -incluso la de Cádiz- debe aspirar a ser el templo absoluto de la cultura y el conocimiento. De la rectitud, la libertad y las luces. Y vosotros lo profanasteis, demostrando lo poco que merecéis estar ahí. Allí, ese día había prensa, cámaras, fotógrafos y muchísima gente. Era una oportunidad dorada de masacrar a todo un expresidente del Gobierno a preguntas que sólo pudieran haberlo dejado en ridículo y evidencia delante de toda España. Con palabras, con razonamientos, con inteligencia. Con la Verdad. Erais universitarios en una Universidad –encima prestigiosa- enfrentados a alguien que había accedido a dar una conferencia, es decir, a arriesgarse a enfrentarse cara a cara con vosotros. Y lo desperdiciasteis de la más mezquina de las maneras: interrumpiendo sólo para insultar sin esperar respuesta y hacer ruido.
A ese hombre había que acribillarlo de verdad y dejarlo medio muerto, que vuestras mentes hubieran sido las metralletas y vuestras preguntas las balas directas al corazón. Disparando una detrás de otra dejando que se defendiera como pudiera o desease la muerte. En vez de gritar a coro “cabrón” podríais haber preguntado, por ejemplo: ¿Dónde estaban las armas de destrucción masiva? ¿Ha pedido usted perdón a las miles de familias de víctimas civiles perecidas en la guerra de Irak? ¿No se siente un traidor a la democracia habiendo actuando en contra de la voluntad del pueblo que le ha votado? ¿Qué piensa su mujer de no poder darle un bocadito cada noche en la tabletita de chocolate porque es pecado? ¿Esa regresión a la adolescencia que destila es producto de su arrepentimiento por la guerra de Irak, o por qué? ¿Está orgulloso de que su mayor aliado haya sido el presidente más tonto y odiado de la Historia de Estados Unidos? O ya después del corte de mangas: ¿No le parece inadecuado esgrimir un gesto que significa “este dedo os lo metéis por el culo” cuando usted se ha manifestado repetidamente en contra de los derechos de los homosexuales?
No sois mejores que esos pre-fascistas de argumentos prefabricados que se echan a la calle convocados para manifestarse en contra de los derechos de los demás. Vosotros acudisteis a una conferencia dispuestos a no escuchar de antemano, a balar vuestros insultos preparados, tristes borregos, agitados y enardecidos por otros a los que habéis concedido el privilegio de pensar en vuestro lugar. No obstante, y puede ser el caso, desde luego hay personas que merecen ser insultadas. Por pura definición. Los exabruptos son palabras rotundas y bellísimas, y de vez en cuando hay que honrar al diccionario utilizándolas. Pero no como un cobarde. No se lanza un insulto escondiéndose entre la multitud y ocultando la cara tras los gritos de los otros. Cuando se lo merece por derecho propio, uno mira directamente a los ojos, y dice claramente a la cara “Hijo de puta”, o lo que venga al caso. De forma presentable: con derecho a réplica y reconocible. Con todas sus consecuencias. Como un hombre. No como una rata.
qué razón tienes...
ResponderEliminarSinceramente, lo que le debería haber pasado a Aznarín es que ningún alumno se hubiera molestado en ir a escuchar lo que tuviera que decir, es lo que se merece.
ResponderEliminarDe todas formas, en la televisión se tiende a exagerar y parece que todos los universitarios estaban increpando al bigotes (ya menos bigotes), cuando seguramente serían un par de insensatos.
Aún así, me parece más destacable el gesto con el que replica el ex-presidente, digno de haber ostentado tal cargo.
Un saludo, y sí, está lloviendo un poco.
Tienes razón Jose, probablemente no serían la mayoría los que actuaron así, sin embargo si fueron más que suficientes para que se tuviera que "abortar" la conferencia. Como siempre, gracias por pasarte por aquí compañero.
ResponderEliminarPD: Así es mi novia, directa y concisa xD
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe parece todo muyyyy instructivo... Lo tomo todo en cuenta para cuando me encuentre en una de esas con "Ansar", o ZP y su retirada, uy perdón, que diga... ayuda de paz en Afganistán...
ResponderEliminarSaludos
Muchas gracias sr. william, me alegro mucho de que te parezca así. Desde luego, ojalá pudiera encontrarme yo con cualquiera de estos dos en algo así que le iba a preguntar un par de cosas sobre cómo es posible que se llame "misión de paz" a ciertas cositas... Por cierto, se avecina texto sobre eso.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por pasarte!!
Yo no les preguntaría nada, porque ya me imagino lo que iban a contestar y no estoy para perder el tiempo. Mucho menos cuando se sabe perfectamente el porqué de las guerras.
ResponderEliminarmuy bien dicho pedro.
ResponderEliminarsaludos desde sevilla.
Hombre Quique!!! Qué alegría me das!! Un fuerte abrazo desde Cádiz!!
ResponderEliminarEn parte admiro la sangre caliente de esos cabestros. Hay que reconocer que estaban motivados y le ponían entusiasmo. Maleducados, pero pasionales :P.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo, Pedro. Ojalá yo tuviera la oportunidad de escuchar en persona ese maldito desgraciado y ojalá tuviera oportunidad de decirle a los ojos que por personas como él me arrepiento de no creer en el infierno.
Desde luego, tiene lo que se merece. Pero, en fin, supongo que sí, que había mejores formas. Aún así, no os creáis que no tendría salida para lo que le comentáseis, de todo lo que se os ocurra ya habrá salido en alguna ocasión.
ResponderEliminarYo no perdería el tiempo ni la calma en preguntarle sobre la guerra, ya sé qué va a decir, casi que antes iría más por el tema de los abdominales. ¡En qué forma se mantiene el jodío!.