Esta canción se llama "Christmas Is All Around". Os preguntareis que hago publicando esta canción el día 31 de mayo, pues la verdad es que ni yo lo se. Pero ayer se me metió la canción en la cabeza y la he querido subir.
Es una canción de la banda sonora de la película "Love Actually", que recomiendo. En la película hay otra cancion que se llama "All i want for christmas is you" , traducido sería " Todo lo que yo quiero por navidad es a ti", un poco pasteloso y rosa chicle. Pero si fuera navidad, yo pediría un deseo.
La cosmovisión es algo que ha cambiado a lo largo del tiempo y el espacio. Desde el geocentrismo hasta los universalismos más inabarcables, pasando por los pretenciosos heliocentrismos más intransigentes. Durante la historia, la filosofía ha sido juguetona y caprichosa. Ha crecido y encogido a velocidades vertiginosas. También a lo largo del espacio ha sido heterogénea con contrastes y antítesis estúpidamente necesarias. El ser humano tiende a “dicotomizar” para entender. Por eso resulta extraño que aquellos hombrecillos tuvieran perfecta constancia del universo que los rodeaba y de los estratos que lo componían. Conocían de forma veraz (te lo digo yo, que soy un narrador omnisciente) y total la Realidad con la que interactuaban. En la pequeña escuela a la que asistían, ya desde muy zagales, les enseñaban todo tal y como era, sin tapujos ni falsas aspiraciones. Cualquiera de esos criajos sabía que existían tres Sub-Realidades Completas (SRC) que se relacionaban entre sí de forma directa dentro de la Realidad total: la de más allá de las nubes, la de más acá de las nubes y la etérea. A su vez, toda la Realidad no era más que un dibujo animado en el cuaderno de algún ser horripilantemente poderoso y leve. Algún día aquel cuaderno dejaría de tener hojas por pasar y se llegaría a la más gris de las pastas. La nada llena de cartón y quietud. Ellos sabían que se encontraban más acá de las nubes y compartían el mundo con una civilización estable y macroscópica, llena de seres susceptibles y violentos. Había reyes, dragones, ogros y animales vestidos como humanos. Por otra parte, su propia civilización estaba compuesta por pequeños seres de similares condiciones a los anteriores, pero con un tamaño de 1 a 20 con respecto a éstos. Es cierto que eran más inteligentes y amables, pero de nada les servía dado su escaso tamaño. Sin ir más lejos, la mini-ninfa más bella y simpática de todo el mini-mundo acababa de construirse un mini-coche solar perfectamente eficiente. Se dirigía con él a una mini-oficina de seguros cuando la estela de viento levantada por el galopar de un iracundo centauro volcó su coche. Costaría quitar las manchas de lágrimas de aquel techo fotosensible.
P.D: Y lo que nos queda...
"En ésta vida hay dos cosas que no soporto: una soy yo y la otra es el resto del mundo."
No podía cerrar los ojos ante tanta maravilla. Sin duda, se encontraba en el lugar más mágico del universo. Mientras caminaba, asistía perplejo y boquiabierto al espectáculo que tenía delante. Todo cabía en aquel camino arbolado. Entre los chopos y las flores de todos los colores, vio un pequeño grupo de demonios haciendo travesuras y chinchando a los caminantes. También había angelitos. Algunos jugaban y se divertían con los diablillos, otros, más serios, vigilaban el camino o reflexionaban tranquilos. Enormes arbustos floridos se movían y sonreían junto a elfos y otros seres del bosque que los guardaban. Había allí comerciantes con aves pequeñas y grandes, comunes y exóticas. También con conejos, ardillas, gatos y perritos. Una señora muy muy gorda paseaba gritando y riendo escandalosamente, abrazando a todo el que se le pusiera por delante. Un grupo de jóvenes bailaba extrañas danzas contorsionistas frente a un vaquero que dormía en el suelo. Un señor muy gracioso se había echo un lío enorme montando su puestecito y se había quedado atrapado entre un montón de trastos. De repente, un dragón chinesco, largo y azul asomó al paseo entre los árboles con las fauces abiertas. Había también una mesa puesta, lista para comer, allí en medio y sola. Un chaval que se acercó a inspeccionarla se metió debajo para ver si había alguien allí, pero lo tiró todo al suelo. Frente a esto, un grupo de negros de la selva mostraba una danza tribal. También había equilibristas, ciclistas confusos, y señores con chistera junto a damas victorianas. Al final del camino, la estatua de un señor enorme y muy serio señalaba decidido al mar. El mar, tal vez fuese aquél su destino, como le señalaba aquél gigante.
Tristemente, el paseo acababa ahí. ¡Papi papi, otra vez porfi!, comenzó a rogar el pequeño. El padre sonrió y asintió. Debía de ser fantástico ver Las Ramblas desde los ojos de un niño.
Como ya he dicho en otras ocasiones, hay días en que los artículos vienen hechos ya de casa. Así que para no hastiar al personal y no pecar de pornográfico, de momento prefiero no hacer ninguna opinión al respecto y dejarles aquí la noticia tal cual, y que ustedes mismos la articulen en sus cabezas. Es sólo un minuto, por el amor de Dios. La original, aquí. Fuente: El País.
[[ Si se "banaliza el sexo" no tiene sentido considerar delito la violación, dice la revista de Rouco
El redactor jefe de 'Alfa y Omega' compara la despenalización de la agresión sexual con la dispensación sin receta de la píldora poscoital
"Cuando se banaliza el sexo, se disocia de la procreación y se desvincula del matrimonio, deja de tener sentido la consideración de la violación como delito penal", escribe en una tribuna titulada "La violación, ¿fuera del Código Penal?" Ricardo Benjumea, redactor jefe de Alfa y Omega, la publicación del Arzobispado de Madrid que cada jueves se distribuye con la edición madrileña del diario Abc. "Ése es el ambiente cultural en el que vivimos, y, sin embargo, la inmensa mayoría de los españoles consideraría una aberración que se sacara la violación del Código Penal, aunque, a sólo cien metros, uno tuviera una farmacia donde comprar, sin receta, la pastilla que convierte las relaciones sexuales en simples actos para el gozo y el disfrute", añade el texto del semanario de archidiocesis del cardenal arzobispo Antonio María Rouco Varela, presidentede la Conferencia Episcopal.
Ricardo Benjumea, que comienza el texto, publicado hoy, pidiendo disculpas por usar el ejemplo de la violación -"Nada más lejos de mi intención que frivolizar con la violación", dice-, se pregunta si, reducido el sexo a "simple entretenimiento", debería mantenerse la agresión sexual en el Código Penal. "¿No debería equipararse a otras formas de agresión, como si, por ejemplo, obligáramos a alguien a divertirse durante algunos minutos?", escribe Benjumea, para a continuación -"No es demagogia", dice- poner el ejemplo de un violador, "homosexual", especifica, y "bien relacionado con los círculos progubernamentales", sostiene, que vio reducida su condena de 12 a 5 años de cárcel por una decisión del Consejo de Ministros. Después, el artículo habla de esa banalización del sexo que impregna "el ambiente cultural" y hace la comparación de la despenalización del aborto con la píldora poscoital. Y concluye con un ataque al Gobierno: "Esa hipotética indignación [la que provocaría la despenalización de la violación] es un motivo de esperanza, porque demuestra que la deshumanización de la sexualidad, que promueve el Gobierno, todavía no ha llegado a un punto de no retorno".]] FIN DE LA NOTICIA
Tan sólo ocuparé un par de líenas en hacerme a mi mismo alguna pregunta incómoda... Si yo algún día fuese a un gran premio de F1, y le dijese a Fernando Alonso y su ingeniero jefe "Es que sois tontos, lo que tenéis que hacer es coger las curvas en 5ºª, ¿no veís que en 2ª vaís más lentos?"... ¿Alguién me haría puñetero caso? Y si esta gente no estuviesen obligados a resistir ante los pecados de la carne y la metieran en caliente alguna vez... ¿mantendrían doctrinas y postulados como estos?
Fleming nació en Ayrshire, Escocia y murió en Londres, Inglaterra, a los 73 años. Trabajó como médico microbiólogo en el Hospital St. Mary de Londres hasta el comienzo de la Primera Guerra Mundial. En este hospital trabajó en el Departamento de Inoculaciones dedicado a la mejora y fabricación de vacunas y sueros. Almorth Edward Wright, secretario del Departamento, despertó el interés de Fleming por nuevos tratamientos para las infecciones.
Durante la guerra fue médico militar en los frentes de Francia y quedó impresionado por la gran mortalidad causada por las heridas de metralla infectadas (ej.: gangrena gaseosa) en los hospitales de campaña. Finalizada la guerra, regresó al Hospital St. Mary donde buscó intensamente un nuevo antiséptico que evitase la dura agonía provocada por las heridas infectadas.
Fleming fue iniciado en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado en 1909, en la logia Nº 2682 Santa María de Londres, y fue exaltado al grado de maestro en la logia Misericordi, también de Londres, Nº3286.1
Descubrimientos
Los dos descubrimientos de Fleming ocurrieron en los años veinte y aunque fueron accidentales demuestran la gran capacidad de observación e intuición de este médico escocés. El descubrimiento de la lisozima ocurrió después de que un moco de su nariz, procedente de un estornudo, cayese sobre una placa de Petri en la que crecía un cultivo bacteriano. Unos días más tarde notó que las bacterias habían sido destruidas en el lugar donde se había depositado el fluido nasal.
El laboratorio de Fleming estaba habitualmente desordenado, lo que resultó una ventaja para su siguiente descubrimiento. En septiembre de 1928, estaba realizando varios experimentos en su laboratorio y el día 22, al inspeccionar sus cultivos antes de destruirlos notó que la colonia de un hongo había crecido espontáneamente, como un contaminante, en una de las placa de Petri sembradas con Staphylococcus aureus. Fleming observó más tarde las placas y comprobó que las colonias bacterianas que se encontraban alrededor del hongo (más tarde identificado como Penicillium notatum) eran transparentes debido a una lisis bacteriana. Para ser más exactos, la Penicillium es un moho que produce una sustancia natural con efectos antibacterianos: la penicilina. La lisis significaba la muerte de las bacterias, y en su caso, la de las bacterias patógenas (Staphylococcus aureus) crecidas en la placa. Aunque él reconoció inmediatamente la trascendencia de este hallazgo sus colegas lo subestimaron. Fleming comunicó su descubrimiento sobre la penicilina en el British Journal of Experimental Pathology en 1929.
Fleming trabajó con el hongo durante un tiempo pero la obtención y purificación de la penicilina a partir de los cultivos de Penicillium notatum resultaron difíciles y más apropiados para los químicos. La comunidad científica creyó que la penicilina sólo sería útil para tratar infecciones banales y por ello no le prestó atención. Cabe destacar que un científico costarricense, llamado Clodomiro Picado Twight había descubierto la penicilina antes que Fleming, sin embargo él no lo patentó. Sin embargo, el antibiótico despertó el interés de los investigadores estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial, quienes intentaban emular a la medicina militar alemana la cual disponía de las sulfamidas. Los químicos norteamericanos Ernst Boris Chain y Howard Walter Florey desarrollaron un método de purificación de la penicilina que permitió su síntesis y distribución comercial para el resto de la población.
Fleming no patentó su descubrimiento creyendo que así sería más fácil la difusión de un antibiótico necesario para el tratamiento de las numerosas infecciones que azotaban a la población. Por sus descubrimientos, Fleming compartió el Premio Nobel de Medicina en 1945 junto a Ernst Boris Chain y Howard Walter Florey.
Fleming fue miembro del Chelsea Arts Club, un club privado para artistas fundado en 1891 por sugerencia del pintor James McNeil Whistler. Se cuenta como anécdota que Fleming fue admitido en el club después de realizar "pinturas con gérmenes", estas pinturas consistían en pincelar el lienzo con bacterias pigmentadas, las cuales eran invisibles mientras pintaba pero surgían con intensos colores una vez crecidas después de incubar el lienzo. Las especies bacterianas que utilizaba eran: Serratia marcescens - rojo Chromobacterium violaceum - púrpura Micrococcus luteus - amarillo Micrococcus varians - blanco Micrococcus roseus - rosa
Bacillus sp. - naranja
Alexander Fleming murió en 1955 de un ataque cardíaco. Fue enterrado como héroe nacional en la cripta de la Catedral de San Pablo de Londres.
Su descubrimiento de la penicilina significó un cambio drástico para la medicina moderna iniciando la llamada "Era de los antibióticos", otros investigadores posteriores aportaron nuevos antibióticos, como la estreptomicina utilizada para el tratamiento de la tuberculosis, salvando millones de vidas. La aportación científica de Fleming es doble pues además de descubrir una molécula química (penicilina) también encontró una molécula protéica (lisozima) con actividad antibiótica. Las proteínas (ej. lisozima) y los péptidos antibióticos son componentes naturales de la inmunidad innata de los animales que podrían ser utilizados con fines terapéuticos similares a la penicilina. Por esta razón Fleming puede ser considerado como el primero en descubrir una proteína antimicrobiana.
PD: No digo nada, es mucho mejor que Cortázar y la Penincilina es más importante que la Rayuela.
Bueno, se van acercando los exámenes y con ello aumenta la dificultad para poder realizar textos de cosecha propia (que no la imposibilidad). Así que más que nunca aprovechamos para colgar en éste, nuestro blog, todo aquellos que nos apasione y nos llame la atención. Y sin duda alguna, os digo que mostrar algo de Cortázar es siempre positivísimo, más aún si está relacionado con ese magnífico mundo de los cronopios, de los famas y de las esperanzas.
León y cronopio
Un cronopio que anda por el desierto se encuentra con un león, y tiene lugar el diálogo siguiente: León.-Te como. Cronopio (afligidísimo pero con dignidad).-Y bueno. León.-Ah, eso no. Nada de mártires conmigo. Échate a llorar, o lucha, una de dos. Así no te puedo comer. Vamos, estoy esperando. ¿No dices nada? El cronopio no dice nada, y el león está perplejo, hasta que le viene una idea. León.-Menos mal que tengo una espina en la mano izquierda que me fastidia mucho. Sácamela y te perdonaré. El cronopio le saca la espina y el león se va, gruñendo de mala gana: -Gracias, Androcles.
Cóndor y cronopio
Un cóndor cae como un rayo sobre un cronopio que pasa por Tinogasta, lo acorrala contra una pared de granito, y dice con gran petulancia, a saber: Cóndor.-Atrévete a afirmar que no soy hermoso. Cronopio.-Usted es el pájaro más hermoso que he visto nunca. Cóndor.-Más todavía. Cronopio.-Usted es más hermoso que el ave del paraíso. Cóndor.-Atrévete a decir que no vuelo alto. Cronopio.-Usted vuela a alturas vertiginosas, y es por completo supersónico y estratosférico. Cóndor.-Atrévete a decir que huelo mal. Cronopio.-Usted huele mejor que un litro entero de colonia jean-Marie Farina. Cóndor.-Mierda de tipo. No deja ni un claro donde sacudirle un picotazo.
Flor y cronopio
Un cronopio encuentra una flor solitaria en medio de los campos. Primero la va a arrancar, pero piensa que es una crueldad inútil y se pone de rodillas a su lado y juega alegremente con la flor, a saber: le acaricia los pétalos, la sopla para que baile, zumba como una abeja, huele su perfume, y finalmente se acuesta debajo de la flor y se duerme envuelto en una gran paz. La flor piensa: «Es como una flor».
Fama y eucalipto
Un fama anda por el bosque y aunque no necesita leña mira codiciosamente los árboles. Los árboles tienen un miedo terrible porque conocen las costumbres de los famas y temen lo peor. En medio de todos está un eucalipto hermoso, y el fama al verlo da un grito de alegría y baila tregua y baila catala en torno del perturbado eucalipto, diciendo así: -Hojas antisépticas, invierno con salud, gran higiene. Saca un hacha y golpea al eucalipto en el estómago, sin importársele nada. El eucalipto gime, herido de muerte, y los otros árboles oyen que dice entre suspiros: -Pensar que este imbécil no tenía más que comprarse unas pastillas Valda.
Tortugas y cronopios
Ahora pasa que las tortugas son grandes admiradoras de la velocidad, como es natural. Las esperanzas lo saben, y no se preocupan. Los famas lo saben, y se burlan. Los cronopios lo saben, y cada vez que encuentran una tortuga, sacan la caja de tizas de colores y sobre la redonda pizarra de la tortuga dibujan una golondrina.
"Cortázar es lo mejor que le ha pasado a la humanidad" (Sí Lepere, más que la penicilina)
Y Birdman, Charlie Parker, como a él tanto le gustaba. Como El Perseguidor...
He decidido atacar al mundo de la mejor manera. Y es que estoy hasta las mismísimas gonadas de humo del tabaco, que asfixia y que carga el ambiente subiendo mucha la temperatura (y para eso tenemos nuestras propias hormonas). Y es que el tabaco es muy malo, pero malo de verdad en, así que tomad y comed, pero no fumeis.
PD: Curro, ¿me perdonas por publicar 45 minutos antes?
Escribo este comunicado con un único propósito, el informar con la más llana de las simplezas de eso que llaman mi anomalía. Aseguro fehacientemente, y si es que mi palabra vale para algo, que ni cuando sale de mi boca alguna vez esta supuesta rareza (que son pocas veces) no es con la intención de llamar la atención (que no valga el excusatio non petita...). Y si cuelgo esta declaración personal es sólo para intentar buscarle algo de sentido a todo ésto.
Sí. Me dan asco las palabras. Hay fonemas que no puedo escuchar con naturalidad. Lo siento, preferiría que no fuese así. Me gustaría poder mantener una conversación con una persona sin sentir tal repulsión cuando se entra a entonar semejantes términos. No me importaría ampliar mi abanico de posibilidades a la hora de escribir estas estafas de textos descartando tal cantidad de vocablos. Y hombre, molestarme no me molesta, pero que te presenten como “al que le den asco las palabras” es la reafirmación a cuando uno piensa que tampoco Dios o uno de esos le dio muchas cualidades por las que destacar.
Así que un servidor sólo busca comprensión y entendimiento. Que no es tan extraño coño, supongo que si somos capaces de reaccionar con otros sentidos a estímulos que nos provocan la sensación de repugnancia, ¿por qué es tan extraño que ocurra con el oído?. Que alguien me explique por qué es lógico que sintamos asco viendo un denso vómito a pocos metros de distancia, o que nos pase lo mismo oliendo un cadavérico gato fallecido cinco días atrás. ¿Por qué no ocurre nada cuando decimos que no soportamos el sabor de un caramelo de espinaca?, ¿y por qué a uno no le miran tan raro cuando se niega a palpar ese grasiento barrillo que domina el rostro del chaval impúber?. ¿Pero por qué ocurre todo ésto, y luego, cuando llego yo con todo el respeto que puedo mostrar se ríen de mí cruelmente cuando digo que no puedo soportar oír esas asquerosas palabras?. Que yo ya no pido tanto el respeto hombre, que pido compresión.
Así que por favor a aquellos que me conozcan, hagan un pelín de esfuerzo por entenderme amigos, que yo soy un tío muy normal, de los de todos los días, que no estoy loco por eso. Y bueno, si aún así siguen sin entenderme, cuando me vean, si son ustedes almas altruistas y prefieren no dañar al prójimo, llámenle “extremidad inferior del cuerpo”, tengan cuidado con sacar a coalición tres o cuatro alimentos de nada y borren de su abecedario la “ch”. ¿Tampoco es pedir tanto no?.
P.S: Le hago un homenaje a Antonio y a sus etiquetas. ¿O es que este texto no es de divulgación y ciencia?.
Casi podía notar el calor corporal del centauro que lo perseguía. Era el panadero de la aldea y lo había pillado robando una hogaza de pan calentito. La verdad es que se sentía culpable por lo que había hecho, pero lo volvería a hacer. La verdad, cuando el hambre aprieta apenas hay barreras que contengan al acto, ni fuerzas que animen a la razón y la serenidad. Por eso estaba corriendo. No era un ladrón por placer sino por necesidad, que ambos tipos de ladrón roban igual pero parece que el segundo es más noble. No siempre fue así. Hubo un tiempo en el que tuvo el mundo a sus pies. Estuvo en la cima. Un rey con una reina en su propio castillo. Fue un rey temido por los enemigos y respetado por los aliados. Su nombre era sinónimo de poder. Pero eso era antes. Ahora no significaba nada el nombre de Arturo. Hacía años que no veía a su amigo el reputado hechicero. La última vez que lo vio estaba liado con una historia rara de extraterrestres y gnomos. Cosas de magos. Se unía cada vez más gente a su persecución y cuando corría por los callejones tenía que esquivar a las personas bienintencionadas que trataban de capturarlo en auxilio del pobre panadero. No los culpaba, en otra época él habría hecho lo mismo. Pero tanto revuelo por una barra de pan… Podemos decir que tuvo suerte por esa vez. Justo cuando cruzaba la calle principal de la aldea, circulaba por ella una muchedumbre furiosa entre la que pudo confundirse y perder así de vista a sus perseguidores. Se había salido con la suya una vez más. Ahora debía intentar salir de aquel tumulto porque se encontraba en mitad de una maraña de improperios y brazos en alto. Entre tanta confusión se enteró de que estaban persiguiendo para expulsar del municipio a un pequeño troll que no paraba de decir “hip”. Menuda atrocidad.
P.D: La referencia al extraterrestre y el gnomo es un homenaje inter-blogero a un gran escritor de sci-fi y fantasía enlazado en el margen izquierdo de ésta, la página con más ínfulas de toda Internet.
"La diferencia entre los genios y los gilipollas es la seguridad con la que dicen gilipolleces."
Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha sentido la necesidad de honrar y agasajar aquello que venera. Prácticamente desde que nació como especie, y en cuanto descubrió la belleza y el arte, se vio impulsado a crear para alguien distinto a ellos mismos. Seres, entes o ideas superiores, mitificadas o sagradas. Y como si fuera un rasgo distintivo de la raza humana, ha sido mantenido individuo tras individuo, siglo tras siglo, milenio tras milenio.
Stonehenge para comulgar con las estrellas y necrópolis desde los albores de nuestra existencia, zigurats en Babilonia, pirámides en Egipto y América y templos a dioses griegos. El Partenón de Atenas, Panteón de Roma, el Altar de Pérgamo y el Busto de Nefertiti. Al principio erigían sus monumentos subordinándose a los superiores, a los dominadores: dioses, faraones y reyes. Después se dieron cuenta de su propia grandeza, y empezaron a construir también para ellos mismos y lo que más les importaba. Los jardines colgantes de Babilonia y sus puertas de Istar. La Academia de Platón. El mercado de Mileto. El faro más hermoso del mundo en Alejandría, el Senado Romano como templo de la política y la sabiduría y madrazas en Persia. Y desde entonces, alternándose en ídolos y agasajados a lo largo de la historia, se han sucedido las maravillas de la mano humana. La biblioteca de Alejandría, la Mezquita de Córdoba y la Alhambra de Granada. El Castillo de Praga, la universidad de Salamanca, la basílica de San Pedro, templos zen dedicados a la naturaleza, los jardines de Versalles, Potsdam, el castillo de Neuschwanstein, Santa Croce en Florencia o San Francisco de Asís. El Prado, el Arco del Triunfo, la ópera de París o el Palau de la Música de Barcelona. Estatuas a Kart Marx y el Memorial del Holocausto en Berlín. El Parlamento Europeo, la Casa Blanca y el Campidoglio. La Piedad de Miguel Angel, el Cristo Redentor y la Estatua de la Libertad.
Edificios sagrados a aquello que adoramos e idolatramos. Monumentos superlativos. Templos a Dios, pero también a la razón, a la educación, a los libros, al conocimiento, a la libertad, a la naturaleza, al mundo, a la seguridad, a la igualdad, a la justicia, al perdón, a la reconciliación, a la belleza, al mar, al arte, a la música, a reyes y a ciudadanos. A aquello que nos hace más humanos y que gravita constantemente en nuestra existencia. Porque lo divinizamos. Así ha sido, desde que existimos, a lo largo de la historia.
En 1863 la familia Grimaldi encargó al arquitecto Charles Garnier un monumental edificio. Este plasmó su diseño rodeado por jardines, armonizado con influencias renacentistas, barrocas y rococós, y enormes fuentes adornando su entrada, convirtiéndose así en el más bello de la ciudad y uno de los más caros del mundo en el momento de su construcción. Este edificio fue creado para un solo objetivo en concreto, y mantiene tal función desde el mismo momento que abrió sus puertas. Se encuentra ubicado en el distrito de Monte Carlo, y en su interior alberga el Casino de Mónaco. El templo del dinero.
Antes alguien se moría de repente o porque estaba malo. Ahora vivimos acojonados porque un cerdo estornuda o porque alguien se ha acabado el último Actimel. Antes la cosa estaba achuchada o se pasaban fatiguitas. Ahora es que el IBEX se ha desplomado o el TAE a plazo fijo es una miseria. Pero no solamente por esas minucias el mundo de hoy en día es triste. Ni por los maremotos, terremotos y amotos. Ni por el VIH, ni por las guerras, ni por el hambre, ni por Ramoncín, ni por Renfe… bueno, quizás Renfe sí tenga parte de culpa. El caso es que no es por culpa de que un monstruo asole un país y reciba como castigo un babuchazo, ni porque vendan la píldora del día después en un estuche de los Picapiedra. No. Lo verdaderamente triste de este mundo y, más concretamente, esta época en la que existimos son las puñeteras tribus urbanas. Sí, señora, no se eche las manos al cardado que se lo explico. Dígame qué cree que habría sido Bécquer si hubiera nacido en 1992: ¿romántico o canorro? Yo se lo digo si quiere. Gustavo Adolfo Bécquer habría sido un puto majolo. Lo más que habría escrito es "Su-Gus y Su Déborah" en el último asiento de un autobús. El Barroco habría sido un pub y el Siglo de Oro un catálogo de compra por correo. El Romanticismo habría sido un peluche de Winny de Pooh y la Ilustración habría sido un dibujo con retuladó en una parada de autobús. El Modernismo habría sido llevar la visera para un lado y el Renacimiento habría sido a las 12 y media de la mañana. Góngora habría sido un pijo con patillas y un (o dos, o tres) flequillo de oreja a oreja, Valle Inclán habría sido un perro-flauta alternativo haciendo malabares con un platito delante, Tolkien habría salido friki, Antonio de Nebrija habría sido un gafapasta, Nietzsche habría sido skin-head, Platón habría sido catequista y Baroja un heavy cervecero y Alfonso X habría sido El Reshulón. Lope de Vega un famosillo concienciado, Pardo Bazán una famosilla con silicona, Quevedo un yonki, Mozart un DJ, Picasso un graffitero, Cervantes un rapero y Larra un emo. Vivimos una época muy triste, pero al menos nos reímos.
P.D: Perdón por saltarme la regla de las 24h, pero bueno, creo que alguno de vosotros me insinuó que publicara.
¿Y si Dios fuera mujer? pregunta Juan sin inmutarse, vaya, vaya si Dios fuera mujer es posible que agnósticos y ateos no dijéramos no con la cabeza y dijéramos sí con las entrañas.
Tal vez nos acercáramos a su divina desnudez para besar sus pies no de bronce, su pubis no de piedra, sus pechos no de mármol, sus labios no de yeso.
Si Dios fuera mujer la abrazaríamos para arrancarla de su lontananza y no habría que jurar hasta que la muerte nos separe ya que sería inmortal por antonomasia y en vez de transmitirnos SIDA o pánico nos contagiaría su inmortalidad.
Si Dios fuera mujer no se instalaría lejana en el reino de los cielos, sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno, con sus brazos no cerrados, su rosa no de plástico y su amor no de ángeles.
Ay Dios mío, Dios mío si hasta siempre y desde siempre fueras una mujer qué lindo escándalo sería, qué venturosa, espléndida, imposible, prodigiosa blasfemia.
Viajar es, en gran medida y en el sentido más puro de la palabra, sinónimo de perderse. Sólo sin querer, zambulléndonos en aquellos sitios en los que dejamos nuestros pasos, es como encontramos esas perlas vírgenes que tanta esencia contienen. No en vano, muchos de los sitios más bonitos y visitados actualmente fueron en su día hallazgos casuales de paseantes extraviados. Por eso uno de los pasatiempos de los que más disfruto cuando visito una ciudad es andar sin rumbo, por impulso, y divagar por los lugares en los que los oriundos del lugar hacen su vida y su descanso. Es como únicamente podemos conocer el alma que palpita bajo su piel de asfalto y los monumentos que la agasajan.
Eso es lo que pude hacer aquella mañana en Barcelona. Algunos de mis compañeros ya se habían marchado a conocer la ciudad, y otro aún no estaba listo para salir del albergue, así quedamos una hora más tarde. En realidad aquel lapso me venía muy bien. La noche anterior, escudriñando el mapa de la ciudad condal, me había topado por azar con una pequeña plaza, no muy lejos de Las Ramblas y el Raval, dónde nos hospedábamos, dedicada a George Orwell. Sabía que el inglés había estado viviendo en la ciudad un tiempo, e incluso llegó a combatir en los sucesos de la Semana Trágica del lado sindicalista contra el gobierno republicano y los comunistas, fusil al hombro, por lo que esperaba encontrar alguna referencia a todo esto. Sin embargo, la plaza quedaba muy a desmano de cualquier punto de interés de la zona, y muy alejada de los itinerarios turísticos habituales, por lo que no creo que hubiera podido arrastrar a mis amigos allí, menos si nunca antes habían estado en la ciudad. Así que la única forma que tenía de seguirle el rastro al británico era hacer una pequeña escapadita en solitario.
Las distancias engañan mucho en algunas ciudades, y ocurrió que la Plaza George Orwell estaba a pocos minutos paseando del albergue. Resultó ser un pequeño claro peatonal entre edificios y callejones, con un extravagante, vanguardista e ininteligible monumento presidiendo el espacio y una placa que daba nombre a la plaza. Unos pocos, aunque frondosos árboles daban un encantador contraste verde con el gris del ambiente y un cielo que anunciaba lluvia sin ningún pudor.Me recree un rato en el lugar, pero a los pocos minutos me di cuenta de que poco más tenía aquel sitio que ofrecer, salvo la memoria del genio -que ya es bastante- y no podía exprimir mucho más de allí. Así que me planteé qué hacer. Estaba en Barcelona, en el epicentro del Barrio Gótico y con tiempo por delante. Desde allí podía, como mucho, volver por donde había venido o andar hasta caer al Mediterráneo, que la verdad no es mal final para un aspirante a trotamundos. Di una vuelta en redondo, y me fijé en uno de los abruptos callejones que desembocaban a la plaza. Viejas e inclinadas casas de piedra con macetas en las ventanas, contrafuertes entre ambos lados de la calle y viejos coches aparcados frente a oxidadas verjas eran la credencial de ese pequeño arroyo de Barcelona. Sin pensarlo más, me puse a caminar sobre sus viejas y ajadas losas, a veces rotas e irregulares. Las casas, la mayoría de planta baja, desprendían olor y ruido de cocina, vertiéndolos al torrente. Voces de mujeres y niños en conversaciones ordinarias surgían de su interior haciéndome sentir un voyeur de las esencias. El cielo, aunque gris, iluminaba vivamente la escena, y las ropas tendidas al aire se convertían en las singulares y auténticas banderas del paisaje. Sólo era la segunda vez que visitaba Barcelona y sentía como la ciudad se sinceraba conmigo y me regalaba un pequeño reducto de su intimidad, dejándose conquistar, coqueta y flagrante, a la segunda cita. Así me sentía yo siguiendo mi paseo, como una especie de Don Juan de los caminos amando a una dama que se deja poseer descubriendo sensualmente la fragancia que defiende sus rincones más secretos.
Yo seguí con mis pasos gozando de aquel Edén urbano. No sé como no tuve un orgasmo allí mismo. De repente, un gran campanario de piedra y una enorme y colorida cúpula coronada por una imponente figura florecieron entre los tejados y los balcones, coronando el paisaje. Mi callejón de inspiración bíblica se acabó, y busqué su nombre entre las esquinas: Carrer de Avinyó. Continué callejeando en busca del origen de aquella cúpula que no recordaba de ninguna de mis andazas anteriores por Barcelona –y las ha habido extenuantes- hasta que llegué a una gran plaza cuadrada y a, como descubrí investigando entre letreros y carteles, la Iglesia de la Mercé. Fui a entrar, pero me encontré con que estaban en misa y no era el momento de importunar fés ajenas. Me senté a descansar bajo los árboles que rodeaban la plaza, hasta que al poco las puertas de la Iglesia se abrieron y empezaron a desparramar gente a la plaza.
Cuando me acerqué, descubrí que un párroco alto y enjuto, de pelo blanco, aguardaba en la puerta del templo mientras una larga cola de feligreses esperaba para salir. El cura iba saludando a cada persona que salía de misa e intercambiaba unas palabras con ellos, felicitándole las pascuas. Sólo en aquel momento recordé que era Domingo de Resurrección. La mayoría lo llamabapor su nombre, y este correspondía respondiendo por su nombre de muchos de los parroquianos, interesándose por las dolencias de los más mayores. Sin embargo, no todos eran habituales aquel día de Resurrección, y numerosos turistas y extranjeros formaban parte de la cola. El cura los saludaba igual, y haciendo un esfuerzo por hablar en su idioma les preguntaba de dónde venían, si les había gustado la misa y si estaban disfrutando de Barcelona. Así vi al párroco departir con fluidez y simpatía en inglés, italiano y francés, y chapurrear en portugués y en alemán. No me pareció oportuno entrar en la iglesia en ese momento tampoco, así que me quedé en el umbral del templo oteando su interior y admirando su retablo.
En la fila que aguardaba a salir de la iglesia, un padre cogía por los hombros a un niño impaciente por saludar al simpático cura.Cuando les llegó el turno y este les preguntó de dónde venían, el niño gritó entusiasmado en un cerradísimo acento inglés “Croatia!”. “Croatia!”, repitió ante la incomprensión del párroco. “Cro-a-tia” dijo más lento, cuando vio que el cura acercó paciente su oreja a la boca del joven. Esta vez sí. “Oh! Croacia!”, respondió, y charló un poco con ellos en inglés. Cuando terminaron, el niño corrió emocionado a la plaza, mientras el padre croata permaneció parado en el umbral. Noté que se fijaba en una mujer muy mayor que mendigaba recostada sobre uno de los escalones del templo. La vieja estaba totalmente vestida con ropas negras, llevaba la cabeza cubierta, y era muy arrugada y blanca. El padre se acercó, se puso en cuclillas frente a ella, y para sorpresa de la anciana, comenzó a hablarle. Y la anciana le respondió. Usaban un idioma que yo jamás había escuchado y que no pude identificar, pero de la boca de la mujer escuché una palabra que me sonó muchísimo a “Serbia”. Cuando terminaron de hablar, el hombre abrió su cartera y le ofreció un billete de 50 euros a la anciana, que agradeció más con la mirada que con palabras. Se despidieron mirándose a los ojos, él le apretó fuertemente el hombro, y se marchó a recoger a su hijo.
Y todo eso me regaló la ciudad, cuando me perdí en Barcelona.
Al principio no le gustaba mucho su papel, sin embargo no tenía más remedio que aceptarlo si pensaba llegar a donde siempre había querido estar. No le fue nada difícil entablar contactos con esos locuaces mediadores que prometían el oro y el moro a cambio de míseras cantidades o económicas, o vaya a usted a saber.. Era la única pequeña parte de la gran estructura jerárquica que se movía por interés personal, o mejor dicho, o por un interés personal tan ínfimo. Pero lo que era de momento, eso a él no le importaba, no es que no se diera cuenta, es que había soñado demasiado con eso como para echarse atrás ahora.
Nada más llegar al lugar de reunión denotó un aura de violencia acumulada, fue tratado con exquisita atención, pero nunca hubiese cedido nada que le importase a ese grupo de oscuros individuos. Sabía que un cierto hilo de conveniencia rodeaba esos tumultuosos halagos. Lo que vino a posteriori no desencadenó en nuestra protagonista ninguna sorpresa, intuía que en esas primeras fases de acoplamiento al grupo se trataría de incentivar el convencimiento moral de la causa, la defensa legítima y lícita de las actuaciones de esas panteras, destinadas y enviadas buscando la libertad de un pueblo anclado en su inferioridad. Y lo peor es que él creía en toda esa mierda, pero sus dudas no radicaban en la dogmática del grupo, sino en los modos usados para su consecución. A él le habían hablado de actuaciones terribles, y sin embargo tomó la decisión de presentarse allí, no sabía si esperando que todo aquello no fuese cierto, o porque cabía la posibilidad de que se convirtiera en uno de ellos, o al menos, hiciese lo mismo que hacían ellos. “El fin justicia los medios” le decía su padre, y éste le recriminaba tal frase. Ahora luchaba contra sus propios principios.
Una mezcla de sensaciones se encontraron en si mismo cuando comenzó a efectuar las órdenes de sus superiores (allí los llamaban hermanos mayores). Fue como un gélido ardor, valga el oxímoron. Un placer que le aderezaba mientras se odiaba profundamente, la adrenalina se disparaba y una especie de disnea tomaba su cuerpo. Cuando tuvo que hacerlo lo hizo, sin paliativos, pulsó el detonador que destrozó el Cadillac del que le dijeron que era su enemigo, apretó el gatillo de su Smith&Wesson modelo 5906 contra el corazón de un cincuentón enchaquetado y empezó a no sentir pena. Su vida se especificó, su familia eran los panteras y su causa la de ellos, un antiguo pacifista convertido en un despiadado soldado. Un hombre que creía destacar por construir en sus ideas unos cimientos sólidos, había echado por tierra todos sus antiguos soportes y se había convertido en una marioneta más, en un proceso veloz, sin fases, todo fue tan directo como lo que le sucedería en el futuro.
Pero él no se consideraba un asesino, es más, seguía creyendo ser aquel pacifista admirador de Luther King.
P.S: Agradecería opiniones sobre el relato, que uno nunca sabe como le queda algo con tan poca experiencia.
Las lejanas praderas del Trecnepo, allá donde la vista debería alcanzar, estaban cubiertas de pisadas. Las pisadas, a su vez, estaban cubiertas por hordas de soldados al mando del Rey Hyonerda. Avanzaban en perfecta formación de filas paralelas y equidistantes como un infinito pentagrama que se extendía más allá de los límites del sentido común. Bebían metro a metro el trecho que les separaba de la seca cuenca del río Guarot. Y eso era sólo a estribor, porque en dirección contraria, con mil batallones de elfos y cien escuadrones de grifos, el Sultán Tijmud amenazaba aquella depresión fluvial que otrora fue pasarela para las aguas. Por si fuera poco, recorriendo el seco cauce desde las montañas venían las bestias paquidermas del Estrión, cargando en sus lomos a los fieros cíclopes que habitaban el país. Sin ser un gran estratega, el pequeño sabía exactamente lo que debía hacer: huir. Y huir recorriendo el desfiladero rumbo al mar, sin mirar atrás y con todas sus fuerzas. El fallo es que, como ya hemos apuntado, no era un gran estratega ni un experto topógrafo y en esa dirección lo único que encontraría son las extintas cataratas del Incierto. Por eso corrió, por ignorancia. Y corría sin parar, sin medición, sin dudar. Corría de corazón. En su pequeña cabeza no podía entrar que tan poderosos ejércitos se hubieran congregado en aquel lugar por él. Era incapaz de comprender qué perjuicio le había podido causar al mundo. Hacía ya tiempo que se sentía observado. Sentía miradas acusadoras allá por donde iba. Sentía el rechazo y la reprobación. Supongo que son cosas del destino que le sucediera a él, pero en esos momentos era como una mosca en un plato de nata, un bigote en la Mona Lisa, la celulitis en una Venus de Milo cualquiera. Era la oveja negra de un inmenso rebaño al que no le pretendía provocar ningún mal. Pero la vida es así y él era, en definitiva, un pequeño trol con hipo en el país donde estaba prohibido decir “hip”.
P.D: No he respetado el margen de las 24h con la viñeta subida por Pedro porque esa era su voluntad, no me culpes, Curro.
"El ser humano es el único que tropieza dos veces con la misma piedra... ¡y las dos veces pide penalti"
No pueden. O no quieren. Más bien eso, que no les da la gana. No le sale de ahí hacer las cosas como es debido. Si hace unos meses hicieron un acierto de pleno con la reforma de la ley del aborto y un planteamiento encomiable, les preocupó, y llevan desde entonces dándole vueltas a la cabeza pensando la mejor forma de convertir un acierto en otra cagada más.
Es completamente cierto que en nuestro país existe un problema con la administración de este medicamento. Su uso no es uniforme, no está coordinado entre las comunidades autónomas (en realidad, nada en referente a sanidad está coordinado entre las CCAA, por lo que los españoles, según en el sitio en que vivamos, tenemos más o menos derechos sanitarios dentro de un mismo país, pero eso es otra historia), no tiene unos protocolos ni parámetros de acción definidos, ni es distribuida justa e igualitariamente. No está claramente delimitado a quien sí se le puede dar y a quien no, porque si o porque no, y hasta que punto debe o puede abstenerse un médico por motivos de conciencia. Insisto, rigurosa y vergonzantemente cierto que esto es así. Y es una situación que tanto colectivos médicos como cívicos llevan denunciando mucho tiempo. Son muchísimas las menores de edad (las más desamparadas en este aspecto, y las más vapuleadas por médicos sin escrúpulos y sin la conciencia bajo la que se escudan) que ven vulnerados sus derechos y son engañadas, viéndose obligadas a peregrinar de un centro de salud a otro en busca de una pastilla que les evite un embarazo por culpa de un puñetero accidente. Por el contrario, otras tantas son las que tienen siempre un médico que se las va a dispensar en el mismo sitio a cambio de nada y sin ningún tipo de dificultad, y aprovechan esta situación para no tener precaución alguna. Cuestión de suerte. O de mala suerte. En medio, todo el espectro de posibilidades que se les ocurran. Triste es que en muchos casos las que se ven en la primera situación no saben que si acuden a un hospital y no a un centro de salud, y en calidad de urgencia ginecológica, esta pastilla no puede ser negada. Triste es también que las segundas tengan médicos irresponsables (de otro cariz que los del primer casos, igual de imbécil es el irresponsable progresista de izquierdas que el dogmático conservador de derechas) que sin pedir explicación no orden alguno ofrezcan un método tan valioso como peligroso, fomentando además la irresponsabilidad y las conductas de riesgo en los pacientes.
Pues resulta que la señora Ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, que no es Médico ni nada que se le parezca, curiosamente, sino abogada, y la señora Ministra de Igualdad, Bibiana Aído, que tampoco es ministra ni nada que se le parezca, han decidido que la mejor forma de solucionar este problema no es el diálogo y la búsqueda conjunta de salidas con la comunidad médica para llegar a un concierto en este método. No. Es permitir el acceso libre a un medicamento anticonceptivo con elevada carga hormonal. Como si fueran condones. Sólo que con alteraciones metabólicas, claro. ¿Alguien se pondría un condón de uranio? No claro, puede dar cáncer y todo eso. Pues que las niñas prueben a tomar esta píldora cada vez que practiquen sexo, a ver que pasa. Total, ahora ningún médico se las puede prohibir ni tiene autoridad para aconsejarle. Aunque sea un fármaco.
Los argumentos que se esgrimen en la presentación de esta noticia por parte de las menestras (faltaba ahí la Maleni, lástima de cambio):
"La ministra de Sanidad insistió en que el Gobierno no quiere que sea "un método anticonceptivo más", pero que sí que pretende facilitar el acceso a esta píldora para "situaciones de emergencia".
Y yo me pregunto: ¿Con qué control? ¿Con el que acaban de eliminar?
"Jiménez ha insistido también en que no se trata de un método abortivo ya que una vez que existe la implantación del cigoto en el útero el fármaco deja de tener efecto.
Por ello, la titular de Sanidad ha descartado que los titulares de las oficinas de farmacias pongan reparos a su dispensación o puedan acogerse a la objeción de conciencia. "
Dos cositas... ¿Nuestra Ministra de Sanidad no sabe que las farmacias pueden negarse a vender por motivos de objeción de conciencia simples preservativos? ¿Y que de hecho hay algunas que lo hacen? Inquietante... Valiente Ministra. Por otro lado... eso de que "no se trata de un método abortivo" lo dice ella, porque ciertos médicos bien que sostienen lo contrario. ¿Saben como se llama eso? ¿Demagogia? No, se llama MENTIR. Efectivamente, cuando el cigoto se implanta en el útero, ese fármaco deja de tener efecto. ¿Saben cuanto tiempo tarda el cigoto en implantarse? Siete días. ¿Saben cuando deja de tener eficacia la pastilla? A los tres o cuatro días. ¿Conocen como funciona la pastilla? Si se toma en las doce primeras horas, impidiendo la llegada de los espermatozoides al útero. Si se toma en las siguientes 72 horas, impidiendo la implantación del cigoto formado (la unión del espermatozoide y el óvulo) en el útero. Existe controversia sobre si podríamos considerar eso un aborto o no, pero la opinión de una Ministra de Sanidad que no es médico no debe tomarse como guía en el debate inconcluso, ni mucho menos sentar cátedra. Mucho menos, cuando es expresada de manera engañosa. Y miren que puedo compartir la opinión de la señora abogada, pero no se me ocurre expresarla al pueblo como verdad absoluta.
En un país con tan poca educación sexual como ha demostrado tener España, una medida errónea hará mucho más daño que en otros países más civilizados, aunque igualmente equivocados en este aspecto (como Francia, Bélgica o Reino Unido). Sin responsabilidad ni mando que guíe... ¿como se va a conseguir que un método de emergencia no se convierta en anticonceptivo habitual? Sólo el precio (20€) puede evitar que se indiscrimine su uso. ¿Cual es el mensaje que se le da a la juventud con esto? Hagan cábalas, a ver si lo sacan.
Y por encima de todo, queda la problemática puramente médica. La pastilla del día después no puede ser usada indiscriminadamente. Hay un límite fisiológico de uso anual que no puede superarse por motivos de seguridad sanitaria para la paciente. ¿Quien va a controlar eso ahora? ¿La población autodidacta, culta y responsable, repleta de conocimientos sanitarios que agotó las reservas de antibióticos para luchar contra una nueva gripe? (El que no haya captado la ironía en esta frase, que pruebe a darle penicilina a un virus, a ver por donde se la mete).
Y si todos argumentos aún parecen insuficientes, permítanme otra pregunta incómoda... ¿Cómo es posible que la pastilla del día después, con el chute hormonal que supone en una sola toma, no necesite receta médica... y la píldora diaria convencional, o el anillo vaginal, si? No se lo explican, ¿verdad? Yo sí. Será que anunciar "Se ha llegado a un acuerdo en la regulación de la dispensación de la pastilla del día después" llena menos portadas... O será que el siete de junio hay elecciones.
PD: Soy progresista. Estoy a favor del uso de esta pastilla, y del derecho al aborto. Sólo quiero reivindicar que en esto, como en todo en esta vida, lo malo no es ser "progre". Lo malo es ser gilipollas.
Resultaba tremendamente triste que acabara de coger un bache. Era desoladoramente triste. Iba conduciendo con prisa y al doblar aquella calle a la derecha, no vio que el asfalto estaba un poco levantado y sin darse cuenta pasó por encima de esa imperfección del pavimento. Pensó que eso no le convenía a la suspensión de su coche y que deberían arreglar ese bache de una vez, que para algo pagaba sus impuestos. Quizás haya pensado usted que he exagerado diciendo que “resultaba tremendamente triste” y no le culpo por osado, sino por impaciente. Verá, todo viene a que hace años, el mismo sujeto pasó por ese mismo tramo, girando a la derecha y encontrando el bache. No fue tan triste aquel incidente, quizás, porque en aquella ocasión el asiento del copiloto no estaba vacío. No entrando en valoraciones freudianas, es un hecho que en aquel instante no se preocupó por la suspensión del vehículo, ni por la supuesta incompetencia del cargo público que debería haberse ocupado de mandar a alguien para arreglar el bache, ni por los impuestos con los que pagaba el sueldo del mencionado incompetente. No. De hecho en su pensamiento no había un atisbo de preocupación. En aquel lance, estuvo más observador y dióse cuenta de que el defecto en la calzada era provocado por uno de los árboles colindantes al asfalto. Una de sus raíces se había rebelado contra la implacable y gris voluntad del hombre, rompiendo las paredes de la cárcel de alquitrán que le habían asignado sin su consentimiento. El hombre volvió a perder contra la Naturaleza. Y lo que es más importante, es que había vuelto a vencer la vida. La impune y destructiva soberbia del hombre se veía sometida a las reglas y voluntades de algo que ni conoce, ni conocerá. Ni domina, ni dominará. Desgarradoramente, la vida se había abierto camino inexorablemente, de forma tranquila y silenciosa, dando un puñetazo en la mesa. Había brotado el verde en el mismo corazón de la hegemonía del gris. Pues, como verá, sin ser una mente preclara es fácil notar las diferencias entre las dos reacciones que el mismo sujeto hizo en sendas ocasiones. Y sin entrar en la petulancia y la osadía de una banal valoración freudiana, porque no estoy capacitado ni es de recibo en lo que nos ocupa, queda patente como las circunstancias cambian al sujeto como que forman parte de un todo. Quizás sea porque aquel día no había nadie en el asiento del copiloto, pero eran dos personas totalmente distintas las que habían pasado por esa calle conduciendo aquel coche. ¡Ups, casi se me olvida! Esto pasó el neptunes 34 de vigembre del año 324534645745 después del tercer Cristo, en la capital del séptimo Imperio Chipionero de Marte. El coche funcionaba con puerros y el conductor controlaba sus propias erecciones.
P.D: ¿Veis como era sci-fi? :D P.D.2: La foto tampoco tiene nada que ver ni con el texto, ni con la ciencia ficción... ¡pero es to mona!
"Primero las vacas locas, después los pollos y los cerdos con gripe... ya no sabe qué inventarse mi madre para que yo coma verduritas"
Como todas las mañanas, aparcó el coche en el parking y se dispuso a ir andando a su facultad. El estacionamiento quedaba un poco lejos, así que la inmundicia no llegaba hasta ahí aún. Al menos podía consolarse pensando que al bajar del vehículo tenía los pies limpios, y antes de montarse podía limpiarse un poco las suelas para no ensuciarlo demasiado. Cogió su carpeta, se cerró la chaqueta que llevaba porque aún hacía fresquito, y suspiró, resignado, sabiendo lo que le esperaba. Al doblar la esquina ya empezaba a haber pequeñas heces repartidas por el suelo, que iban aumentando conforme se acercaba a su facultad. A los pocos pasos estos pasaban a ser una pequeña capa de abono que cubría toda calzada. Al principio, cuando todo esto comenzó a ocurrir, procuraba ir con cuidado para no mancharse demasiado, pero había ido aprendiendo y ahora se limitaba a avanzar rápido y paciente, sabiendo lo que encontraría más tarde. Mientras iba recorriendo la calle, el nivel de deposiciones iba aumentando, convirtiendo todas las calles que rodeaban edificios del campus en un paisaje dantesco, maloliente y asqueroso. A los pocos metros, le llegaba ya por las rodillas, y su marcha había pasado a ser necesariamente torpe y lenta, pues era tremendamente dificultoso caminar entre tantísimos excrementos. En su trayecto, sus piernas iban dejando sendos surcos a su espalda sobre el estercolero que dejaba atrás, que poco a poco se iban rellenando y recomponiendo otra vez, con la parsimoniosa lentitud con la que este orgánico material hacía todo. Mientras iba peleándose con el digestivo producto para avanzar, se preguntaba como era posible haber llegado a este estado. Y lo más preocupante, como parecía que nadie se había dado cuenta del cambio mientras sucedía, ni había hecho nada por evitarlo. Todo lo contrario, algunos parecían encantados con este. Ya casi no recordaba desde cuando ir a la universidad había comenzado a convertirse en algo muy parecido a un ejercicio de coprofagia.
Mientras reflexionaba, seguía cada vez con más dificultad con su escatológico paseo. Espantó una densa nube de enormes moscas que se habían arremolinado alrededor suya y siguió hacia delante. Por fin, poco a poco, consiguió llegar casi nadando a su facultad. Empujó el enorme coprolito en que se había convertido la puerta y penetró en su interior. Dentro todo era más o menos igual que de donde venía. Todavía podía ver algunos como él, con la cara limpia y poco más, peleando contra este mar fecal que rodeaba todo para llegar de la forma más decente a sus clases. Pero poco a poco se iban convirtiendo en minoría, y lo que predominaba entre los profesores, y cada vez más entre los alumnos, era verlos totalmente cubiertos de excrementos, regodeados, retozando en el abono, felices con su condición, soltando gotitas defectivas cada vez que hablaban y gesticulaban.
Alcanzó su aula, se sentó en la gran boñiga que hacía las veces de banca, y esperó a que llegara ese tremendo saco de estiércol humano que era el catedrático. Este entró, saludo petulantemente a sus rebozados alumnos mientras esperaba una reverencia como respuesta, y así, como cada mañana, comenzó a dar su mierda de clase.
...contada miles de veces se convierte en una verdad”.
Tras la 1ª Guerra Mundial, Alemania vivió un período de estabilidad durante la década de los 20, se impuso un república (la de Weimar), algo debilitada en su inicio y proveniente de todo lo acatado en el Tratado de Versalles, que no había sido nada beneficioso para los germanos. Hasta 1928, primó una suficiente prosperidad económica. Un antiguo líder militar, Paul Von Hindeburg, logró la victoria en las elecciones presidenciales de 1925, con el apoyo de los partidos nacionalistas y con la oposición nazi. Uno de los problemas que desencadenó el caos democrático futuro fue el poder competencial del Presidente de la República, que podía disolver cámaras del Parlamento y, fundamentalmente, sustituir los cancilleres a su antojo (como así fue). Generales, políticos y hasta su hijo fueron partícipes de ese puesto, y entre los candidatos a ello una figura que marcaría el futuro, Adolf Hitler, aún después de haber sido encarcelado cinco años tras el puscht de la cervecería en 1923. Decir que en prisión fue precisamente donde escribió Meinkapft.
Pero en 1929 aconteció lo previsible, y una tremenda crisis económica asoló el país, la coalición entre socialistas y populares se rompió. La población buscaba un golpe de efecto, y tanto el partido nacional-socialista como el comunista (KPD) crecieron fulgurantemente en las elecciones de 1930, aún así Hindeburg siguió en la presidencia. El canciller durante aquellos momentos, Bröening, se preocupa por el incremento de popularidad de los nazis, e intentó extender la legislatura de Hindeburg hasta su muerte natural. Para ello necesitaba el apoyo de dos tercios del Reichstag, entre ese porcentaje la inestimable confirmación de su idea por parte de los nacional-socialistas, Hitler, con la futura presidencia en mente, se negó.
Los dos años que transcurrieron hasta las primordiales elecciones de 1932 vieron como las condiciones económicas del país se hundían progresivamente, todo debía decidirse ese año, y para ello tres candidatos se postulaban dispuestos a tomar las riendas de Alemania. Von Hindeburg alegando su continuidad con el PSD, Adolf Hitler con NSDAP y los comunistas junto a Ernst Thälmann (KPD). Disputadas a dos vueltas, Hindeburg fue reelegido por más del 50% de los votos, con 7000 electores más que el líder de los nazis.
Consciente de la influencia de Hitler, el veterano presidente (85 años en 1932) le ofreció a éste la vice-cancillería, rehusándolo el austriaco.
Hindeburg puso en cabeza de la cancillería a un diplomático aristocrático que estaba dispuesto a acabar con el poder nazi, Franz Von Papen, pero fue cesado rápidamente tras caer derrotado en el Parlamento. El siguiente canciller fue clave, Von Schleicher, vivió las dos elecciones acontecidas en el 1933. En las primeras, en Enero, se confirmó el auge momentáneo nazi, y el partido de Adolf Hitler fue el más votado, sin embargo no obtuvo la mayoría absoluto, y la coalición popular, con el sempiterno Hindeburg siguió en el gobierno. Ese mismo año, en Noviembre, tras la cima comenzó la decadencia, y el NSDAP perdió dos millones de votos. Schleicher entonces intentó asestarle a los nazis el golpe definitivo, asociándose como vice-canceller a un importante miembro del partido de Hitler, Strasser, provocando un conato de escisión interna en el NSDAP.
Sin embargo, la escisión de Schleicher no fructificó, y éste último renunció la cancillería. Hindeburg, confuso, pidió ayuda a Von Papen para elegir al nuevo canciller, recomendándole el aristocrático a Hitler, creyendo que podrían controlarle en el poder. Cosa que, como todos sabemos, no ocurrió.
Hitler fue nombrado canciller por Hindenburg. El futuro Führer procedió con éxito y celeridad, forzó a un agotado Hindeburg a autorizarle la disolución del Parlamento, y acusó injustamente a los comunistas del incendió del Reichstag (provocado por el mismo NSDAP), prohibiendo entonces la existencia de este partido.
En un clima de intimidación y violencia, desencadenado por las fuerzas militares de los nazis y el control del ejército, se vivieron las siguientes elecciones, donde no cabía opción a otra cosa que no fuese el triunfo nacional-socialista. A partir de esa victoria, cambió la historia germana, la noche de los cuchillos largos marcó el definitivo asestamiento al final de la democracia de la República de Weimar. Forjándose el Imperio Nazi.
No, al contrario de lo dicho en infinidad de ocasiones, Hitler no llegó democráticamente al poder.
Si quieres que la gente escuche no puedes limitarte a darles una palmadita en el hombro, hay que usar un mazo de hierro, entonces se consigue una atención absoluta.