La rutina, que pasada la hora se convertía en manía, daba su primera aparición esa mañana. Así era ella, llegaba espontánea, llegaba con previsibilidad o no llegaba. Aquel día había aparecido de la nada, de la coincidencia y de casi la voluntad de querer estar allí, junto a él. La rutina, quién lo diría, por primera vez como idea romántica, como auxiliar de creación.
Allá andaba él, entrando en ese preciso instante en el que su mesa quedaba libre. Al fondo, junto al aseo y ligada a una pequeña ventana, una claraboya que daba a entender los rayos de sol, pero sin llegar a molestar, sólo aumentando la iluminación de aquella oscura cafetería.
Y entonces comenzaba el ritual, whiskys y ceniceros, vasos y cigarros. En la mesa, su pequeño ordenador. De fondo, el ruido que tanto necesitaba, el de la cafetera sonando, el incesable tintineo de las cucharas golpeando con frecuencia aquellos vasos alargados de café. Las caras de siempre, los amigos mudos, siempre con él, sus presencias le hacen más duro. Cuando estaban allí, en sus asignados asientos, él nota que nada puede salir mal, que las palabras fluyen y que cuando levanta la cabeza no siente el empuje del tiempo, allí las horas son minutos, y los minutos segundos. Allí, escribiendo, es feliz.
Pero cuando aquel lugar, fuera por el motivo que fuese, se encontraba ocupado, aquel mundo de perfección se derrumbaba ipso facto. Fuera de los fauces de su mesa de madera maciza, de su silla gris de ancho respalda, no era capaz de librar esas agónicas batallas contra las páginas. No es que en el pasado no hubiese podido escribir, es que desde que probó aquel lugar sabía que algo había cambiado en él. Era como un matrimonio, una promesa de fidelidad, una relación de amor y entrega con su sitio, corresponder y ser correspondido. Y para él, fuera de aquel ficticio casamiento, la incompetencia. Su tristeza.
Por eso, cuando cerró la cafetería, no sólo murió un libro. Murieron unos personajes, murió una vida. En el camino, una historia de amor, como siempre. Unos personajes caracterizados, oscuridad y drogas, jazz y pobreza, humildad y prepotencia. Todo en nada. Lo peor, un final no sólo no publicado, sino no ocurrido. Almas fantásticas que se quedaron en medio, almas que nunca llegaron a existir porque no se escribieron, no se pensaron. Almas al azar del destino de su creador, con la tristeza de haber nacido y no haber muerto, sin tener su final redactado, paradas para la eternidad en el tiempo. Como el más triste de los libros, el que no acaba. Almas en el limbo.
lunes, 17 de mayo de 2010
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Hola che, tanto tiempo. Veo que cada día escriben mejor. Me ha gustado mucho este último. Felicidades.
ResponderEliminarEl café se sirve en taza, caballero.
ResponderEliminarPD: Este acaba de convertirse en mi favorito, con diferencia abismal.
PDD: ¡¡¡Rafael!! ¡¡Cuanto bueno por aquí!! ¡Un abrazo enorme, amigo!
Eso se llama tomarse tiempo para coger impulso y deslumbrar. Me maravilla lo bien que se te da describir el ambiente escénico.
ResponderEliminarPor cierto, gracias por pasarte por el blog de vez en cuando.
Un saludo.
Bravo, tío! Muy bueno.
ResponderEliminarCreo que nunca me ha dado por decírtelo: ¡qué bien os tratáis mutuamente el costumbrismo y tú!
ResponderEliminarMe encanta este relato, compañero. Enfocas un tema que no es innovador y aun así no suena a manido. Suena angustioso, oscuro y cotidiano, pero no manido. Supongo que esto se debe a que aunas en una misma idea la problemática de la inspiración con el feliz lugar donde van las palabras que no fueron escritas.
Me mola un kilo o dos.
P.D: Dos sabios que pensaron en ello:
"Hay pensamientos que se escapan para no volver, y es una lástima.
Versos no fecundados que viven felices en algún limbo,
libres de labios, de oídos, de copia,
y duermen en camas de pan Bimbo;
los leo con la parte de atrás de mi córnea
para esta digna canción ígnea."
"En el sacro limbo de las ideas
donde va todo el numen que no nace,
dioses se burlan de las musas feas
Cuadros sin lienzo flotan en el aire
y el grito de un soneto que condena
a los rapsodas que no lo rescaten"
P.D.2: ESTE COMENTARIO ES "NO APTO" SEGÚN LA REGLA DEL CIMBREL.