domingo, 10 de octubre de 2010

Alguien se ha equivocado en Estocolmo

Cuando me lo comunicaron, nada más bajar del avión que obligó a volver del gran sueño que estaba viviendo en Bristol, fue lo primero que pensé. Es cierto que no cupe en mí de gozo y que inmediatamente le mandé un mensaje al móvil al exiliado Curro para celebrarlo. Pero lo pensé. Alguien se había equivocado en Estocolmo. Porque gracias a Dios le habían otorgado un galardón con un nombre tan impresionante como “Premio Nóbel de Literatura” a un autor que de verdad se lo merecía, en justicia y por derecho propio, a cientos de kilómetros por encima del resto. Al fin han caído, después de muchos años, en que ese reconocimiento hay que dárselo a los maestros de la literatura universal, antes de que caigan muertos y sus cenizas se hallen indispuestas para recogerlo.

Alfred Nóbel dejó escrito en su testamento: “el premio debe entregarse cada año a quien haya producido en el campo de la literatura la obra más destacada, en la dirección ideal”. No dijo a los que más hubiesen escrito, ni a los que podrían merecerlo en el futuro, a los que tuvieron una vida difícil y aún así escribieron, ni a lo políticamente correcto. No. Dijo “la obra más destacada, en la dirección ideal”. Y al fin la Academia Sueca ha vuelto a las formas de la dorada época en la que se premiaba escritores como Cela, Saramago o Grass.

Sin embargo, es Mario Vargas Llosa quien en realidad premiará a la Academia el día que acuda a recoger su medalla. Y lo hará justificando un título, y la mera existencia, de quienes dejaron morir sin amparar bajo su dorada sombra a escritores como Borges, Cortázar, Delibes, Tolstoi o Joyce. Así es que ahora permítanme un consejo. Si quieren leer una obra maestra, lean “La ciudad y los perros” y escupan sobre el esclavo y corran junto al jaguar y amen junto al poeta; si quieren leer la mejor historia sobre el amor que yo he leído en mi vida, odien en “Travesuras de la niña mala”. Y es que gracias a Mario Vargas Llosa el premio nobel de literatura ha vuelto a ser aquello para lo que nació: el Premio Nóbel de Literatura.



PD: Ruego me perdonen las tremendas ínfulas, mi evanescencia y la pedantería. Pero no hay ningún escritor vivo que se lo merezca más que Vargas Llosa. Y PATOCIENCA también está pa esto coño. Para ser pedante hasta explotar.

2 comentarios:

  1. Afortunadamente los grandes genios de las letras no necesitan de vacuos reconocimientos, supongo que para Vargas Llosa habrán sido unos momentos muy emocionantes pero sabrá que eso no significa nada, seguirá siendo el mismo grandísimo escritor perteneciente a una de las mejores generciones de la historia de la literatura. Lo demás no es más que un entretenimiento.

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  2. Estoy de acuerdo en todo. De hecho no sé si Vargas Llosa se lo merece porque no he leído nada suyo, pero lo que tengo clarísimo es que los Nobel son el coño de la Bernarda.

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