lunes, 28 de febrero de 2011

Lo siento Gadaffi picha, pero si tienes que mear hazlo ya, porque no paramos más

Los jóvenes que están matando a los libios están drogados y manipulados por Al Quaeda, (…) cualquier periodista extranjero que entre en Libia sin nuestro consentimiento será considerado colaborador de Bin Laden. Son las palabras de Gadafi, dictador que de esa manera trata de justificar ante su pueblo lo injustificable, y al que espero sinceramente no le quede más de una semana de vida.

Si tuviera que quedarme con algo de esta última semana de todos los artículos que no he terminado, es con eso. Ni siquiera es una mentira, eso roza ya el delirio. Son declaraciones que harían caerse de culo al mismísimo Kim Jong Il. Y digo artículos que no he terminado, porque me ha pasado precisamente eso. Llevo varios días intentando (y deseando) escribir algo sobre lo que está sucediendo el Libia, pero ocurre que los empiezo por la mañana, y por la noche, cuando intento retomarlos después del estudio, las cosas han cambiado drásticamente. Ya no vale. Así, se me han ido colando por el sumidero de la actualidad el inicio del levantamiento, la una vez más torpe reacción europea, el inicio de una guerra civil, el cerrojazo informativo, las deserciones del ejército y, finalmente, la resolución del consejo de seguridad de la ONU.

Ahora mismo (y debo darme prisa en terminar esto, pues los rebeldes están cercando Trípoli y el informativo de las tres puede abrir la edición con el inicio de una batalla que en realidad nadie desea), las cosas están así: al final, Europa no fue tan torpe como yo me temía y reaccionó antes y mejor de lo que yo esperaba, la ONU respondió con pasmosa rapidez y eficacia (diez días es todo un record para una institución que tardó cinco años en darse cuenta de lo que pasaba en los Balcanes), y sobre Gadaffi cae una orden de detención internacional para que sus huesos acaben en las mismas celdas en las que han de acabar los huesos de Karadzic, sin cuarenta vírgenes que lo custodien, rubias y voluptuosas enfermeras noruegas y pobres y nómadas jaimas de millones de dólares.

En Libia hay, actualmente, una guerra civil. Pero esta vez, el pueblo y los inocentes son los que se han levantado. Pero al caso, lo que hay son dos bandos de hermanos de un mismo país matándose y muriendo, con armas y ejércitos propios, usando distintas banderas y aceptando distintas autoridades (los rebeldes han establecido su propio gobierno paralelo). A los que pretenden escribir algo, aunque sea de forma aficionada, les es imposible hacerlo con un mínimo de documentación y reflexión (me río yo de los sesudos análisis exprés con faltas de ortografía que copan las portadas de las ediciones digitales de los periódicos). Cuando la rueda de la Historia se pone en marcha es imposible seguirla. Ésta no se va a detener para que nosotros la analicemos, pero tampoco lo hará para otras cosas. La Historia no se detuvo para preparar a Ben Ali. No lo hizo con Mubarak. Ni lo hará con Gadaffi, ni con los que vengan después. Y gracias al que sea, aquí estamos nosotros, los que creemos que aún vivimos en un mismo planeta, sino para escribirlo, sí para verlo. Para vivirlo. Historia pura. Historia en movimiento.

2 comentarios:

  1. Es emocionante cuando la vida se abre paso con dos empujones. Lo que no me emociona tanto es que por el mismo resquicio se cuela la muerte a chorreones irregulares.
    Virtualmente, Gadafi ya es historia, ya ha desaparecido. Y lo que queda es un gran vacío de poder que me juego el pescuezo que va a ocupar el que más mate y no el que mejor piense.
    Y a pesar de todo son buenas noticas, me cago en la puta.

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  2. Me quedo con la conclusión pendular (o circular) y con el título. Pero aparte me pregunto, ¿es necesario una revuelta para que nos demos cuenta de que todos estos países no eran más que un conjunto de regímenes tiránicos?. Lo de siempre, ¿ha de morir gente para ello?, ¿no puede un sistema como la ONU analizar estas cosas antes y actuar de oficio?. No juzgando a criminales de guerra, sino a gobiernos corruptos. Ojalá algún día no haga falta que muera gente para hacer justicia.

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