domingo, 7 de octubre de 2012

Caronte

"Nada pueden hacer los muertos por ser o por no ser. De hecho, si me preguntas mi opinión, puedo decirte que tampoco tengo muy claro que en el caso de los vivos sea distinto. La voluntad está totalmente sobrevalorada. Desde el principio nos enseñan a pensar que podemos labrarnos el futuro que queramos, pero no nos dicen que nuestra propia condición es una condena y una cadena que nos ata firmemente. Con una mano palpamos las opciones mientras la otra ya eligió antes de que nos preguntaran. La voluntad es al ser humano lo que la zanahoria al borrico", decía, "¿Cómo puede ser tan cenizo y tan pesimista?", preguntaban, "Tal y como estamos...", respondía.
Su idea estaba clara y la exponía cada vez que el azar le brindaba una oportunidad, siempre ilustrándola con diversas alegorías que servían de ejemplo. "No es cosa del destino ni siquiera del determinismo", solía decir, "el hecho es que podemos ser tan imperecederos, graves y poco apasionados como una piedra o tan fugaces y leves como una cometa sin hilo. Claro, puedes ser una cometa amarrada, una piedra que rueda... pero cada uno puede ser una cosa y sólo una cosa, no conozco el caso de ninguna piedra que repentinamente decidiera salir volando. Para siempre atados a una esencia".
Un día hubo quien se negó a seguir escuchando sin rechistar y sin pensarlo gritó "Y, si tan marcadas están las cartas, ¿por qué no dejas de jugar?, ¿cómo es que no abandonas el juego?", "¿Quitarme la muerte?", "¡Claro!", "Dejar de estar muerto, dices. Nacerme y acabar con todo", "Sí, borrar todo este hastío de un plumazo, coger por la calle del medio, sí, nacerte". Llegados a este punto, cartas sobre la mesa, no pudo más que sincerarse al decir "Porque tengo pánico. ¿Qué hay más allá del nacimiento?, ¿a dónde vamos? Todas las personas a lo largo de su muerte se han preguntado alguna vez esto y jamás nadie ha podido contestarlo. Y jamás nadie pudo negar cierto miedo innato al nacimiento. Todo eso sin contar con que la sociedad ha llegado a inculcarnos a todos que la muerte es lo más importante que tenemos, así sea que sólo nos procure dolor y sufrimientos, siempre nos dicen que nada hay con más valor que nuestra muerte y por nada hay que darla... ¡lo que hay que escuchar!", "Y si tan fantástica es la muerte, ¿por qué nadie vuelve de la vida?", "A saber, quizás se esté mejor, quizás no puedan o no sepan cómo, quizás vuelvan y no nos demos cuenta por alguna razón".
Navegando por el río, dando viajes entre las riberas, acarrea que te acarrea, el lúgubre barquero que escuchó parte de la conversación, se afanaba en ocultar la risilla malvada que se le escapaba entre sus desnudos dientes pero apenas lo conseguía. "Qué lástima que ninguno sepa nadar", ironizaba, "porque hay que ver lo que se parecen los de una orilla y otra".



P.D: Tiene que venir un nota desde Irlanda para subir textos. Es tremendo.


"Los problemas son una ETS."



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