miércoles, 21 de octubre de 2009

El defensor de la APAP

Él (y ahora me refiero a otro él, no al señor previsor, lo que pasa es que se llaman igual) se sentía desplazado. En el último congreso de la APAP (Asociación de Personas que Arrastran los Pies) hubo algunas voces que proponían hacer una criba de miembros y expulsar a aquellos que no arrastraban ambos pies a cada paso. De momento la iniciativa no pareció tener demasiada aceptación, pero a medida que la reunión fue avanzando muchos dieron la sensación de estar de acuerdo con ello.
No se lo podía creer, pretendían expulsarlo a él, socio fundador, de la APAP por la simple razón de que solamente arrastraba un pie al caminar. Habían olvidado con pasmosa facilidad lo mucho que él había hecho por ellos. No recordaban quién había dado la cara por ellos cuando la CCOO les puso una querella de parte de los barrenderos por intrusismo profesional, ni recordaban quién se había encadenado a una losa levantada hasta que no la nivelaron. Parece que ya nadie recordaba las interminables tardes que había pasado en innumerables reuniones en contra de los bordillos, las mierdas de perro y los charcos. Así le pagaban tantos años de abnegación.
Apenas hacía unos meses que había estado con Stephen Hawking en una cumbre mundial contra las escaleras y escalinatas. Habían estado charlando un rato de esto y de aquello. Al parecer, el británico lo conocía y admiraba por todo lo que había trabajado en pos de la desaparición de las barreras sociales y físicas.
En un ambiente de confianza, él le había preguntado por su estado de salud y la razón por la que se veía postrado en una silla. El eminente físico le dijo que era una enfermedad degenerativa muy poco común. Cuando Stephen le devolvió la cuestión, se sinceró y le dijo “Pues ya ves, Stephen, las cosas de la vida. A finales de los años 80 algún malnacido se había dedicado a esconder minas antipersonales en las monedas de 100 y 200 pesetas. Causó una gran alarma social. El caso es que una moneda se me cayó, la pisé para que no rodara y… ¡ya van 20 años sin dejar de arrastrar el pie!”.

P.D: Otra tontería.

"Con lo que me duele la rodilla, si fuera borde me parecería a House."

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