martes, 20 de octubre de 2009

El señor previsor

Él siempre pareció ser un hombre tremendamente previsor (al final veremos que no). De hecho, en sus fueros internos estaba convencido de que aprendió a andar voluntariamente por si alguna vez iba a Londres y le apetecía pasear por Hyde Park. Hasta el más mínimo detalle estaba previsto, pues incluso le hacía caso a su madre y se ponía cada día una muda limpia por lo que le pudiera pasar. Llevaba un paraguas en el maletín en pleno agosto y un abanico en pleno febrero. Todos los días les rezaba a varios dioses por si alguna vez alguno ganaba la discusión y terminaba con el mundo a su manera.
Tan tremendamente previsor parecía ser siempre (al final veremos que no), que se enamoró de la muchacha más menuda que conoció por si al envejecer se veía obligado a cuidar de ella. Una tarde de abril se plantó delante de ella y le dijo con moderada pasión “Te quiero. Al menos por ahora”. Y le dio un beso porque preveía que ella se lo iba a devolver.
Su tremenda previsión, que parecía infalible (al final veremos que no), le llevó a cometer excentricidades de lo más imprevisibles. Por ejemplo, cuando construyó su casa, una espléndida unifamiliar (por si tenían hijos) con montacargas en las escaleras (por si envejecían), sorprendió a todos con otra de sus imprevisibles ideas. Aunque jamás había jugado al billar, obligó a los obreros a hacer el sótano alrededor de una majestuosa mesa, por si algún día le apetecía aprender a jugar y la mesa no entraba por las puertas.
Todos creían que era un hombre tremendamente previsor (al final veremos que no) y el caso es que, cuando la casa estuvo hecha, empezaron a vivir en ella. Empezaron a tener hijos, empezaron a envejecer y empezaron a usar el montacargas. Hacía años que habían olvidado la mesa de billar cuando él bajó al sótano en el montacargas.
Cabe destacar que siempre tuvo un concepto muy claro sobre sí mismo: él era una persona tremendamente previsora. Sin embargo, se encontraba frente a su propia mesa de billar, con ganas de jugar al billar y sin ninguna moneda suelta en el bolsillo.
Si es que al final…


P.D: Últimamente ando algo perdido. Apenas escribo y lo que escribo no me convence. Ay, la edad.

"Envejecer es fácil. Curro lleva haciéndolo desde hace años."

4 comentarios:

  1. (...) y le dijo con moderada pasión: "Te quiero. Al menos por ahora".

    ¡Qué tío más previsor! xD Se la cogía con papel de fumar el mamón!! Por si acaso!!

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  2. Iba a decir que me gusta el texto, pero terminado de leer la totalidad del post prefiero no decirlo xD

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  3. La cita es genial, Curro, admítelo XD. Y la declaración del tío es monumental.

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  4. Me alegro que os guste, hombre.

    P.D: Joder, Curro, no te me pongas tontorrón. Juro que no ha sido premeditado.

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