jueves, 19 de noviembre de 2009

La explosión latinoamericana

Como cualquier gran movimiento, como cualquier gran idea nació en la espontaneidad y nació en la gente. Sí, con un porqué, un porqué que significó y significará la historia de un continente y la literatura de una historia. A base de talento, ingenio y gusto, pero lo más importante, no a base de conciencia. La herencia de un continente abotargado por su pasado, el nacimiento de un rama de calidades nacidas para semiliberar a pueblos sometidos a regímenes autoritarios, asilados que conquistaron patrias con su literatura, y no con su ideología, con su literatura. Donde personas no llegaron, llegaron los libros. Porque ellos no eran filósofos, no eran pensadores ni políticos, eran escritores por afición (no por profesión), y por eso se movían en el terreno de las intuiciones y de la fantasía. Los sudamericanos necesitaban la democracia, pero no sólo mediante la retórica y la política, ansiaban los libros, el cine y la música. Y el boom alcanzó este fin de la mejor manera, dejando atrás la rectitud de la literatura de las tiranías, buscando la novedad y el humor. La adaptación al pueblo. Y ya lo dice Eduardo Mendoza, que no fue terreno exclusivamente latinoamericano, fue exactamente lo mismo que ocurrió en España allá por las décadas de los setenta y de los ochenta.

Sin embargo, aún no se tiene constancia de lo que significó esa conjunción de magníficos escritores bajo “una misma bandera” (aunque ésta sea simbólica), autores que simbolizan algo en conjunto desarrollando sus obras en tan diferentes sitios del mundo, auxiliando a la lucha sudamericana aun comprendiendo diferentes ideologías, consiguiendo seguir la pauta marcada por Jorge Luis Borges y por Juan Rolfo. El azar contribuyendo a reunir a tan grandes personalidades en tan hermosa causa, como en el Siglo de Oro español, como en la Rusia de Dostoievski y Tolstoi, o como en la Inglaterra de la generación del opio. Incluso puede que superando esos niveles. Las obras de García -Márquez, de Cortázar, de Vargas Llosa, de Asturias, de Onetti, de Fuentes, de Donoso o de Benedetti despertados por el brusco levantamiento popular, en un precioso proceso alejado de todo marketing, libros pasados de mano en mano, superando aquello de “que nadie es profeta en su tierra” y abarcando el contacto con todo el mundo. Allí se acabaron las diferencias, donde triunfó el castellano, donde triunfó la gente.

Donde triunfó todo lo demás, es decir, la literatura.

6 comentarios:

  1. El de la foto no es Eduardo Mendoza. Es el puto Sean Connery.

    (buen texto eh?)

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  2. Pues más Connery que Mendoza xD. Son Cortázar, Vargas-Llosa, Gabo y Carlos Fuentes.
    En verdad puede que el texto no interese mucho :p.

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  3. Qué bueno que hayas escogido la palabra explosión para el título en lugar de boom. Cortázar te estaría más que agradecido. ¡¡¡Qué gran patria formamos los hijos del castellano!!!

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  4. Mola leer algo así. Es interesante tío!

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  5. Menos mal que a alguien se lo parece :p

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