domingo, 15 de noviembre de 2009

Un bonito cuento

Un día, en algún punto entre Pisa y Livorno, en una de esas conversaciones que tanto gratifican cuando se hacen con la persona adecuada, un gran amigo mío, hablando de la vida en general, me contó una historia muy interesante que ocurrió hace muchísimos años, y que aquí transcribo:

Un día, en una campiña inglesa, un humilde granjero andaba paseando por el bosque cercano a donde vivía. Entonces, escuchó unos gritos muy alarmados, y corrió a ver de qué se trataba. Estaba próximo a su pueblecillo, y era común que los chavales de la zona fuesen a jugar por allí, por lo que se temió lo peor. Cuando llegó, descubrió que se trataba de un niño que, entre juegos y tonterías, acabó atrapándose en una ciénaga. Ni él ni sus amigos sabían qué hacer, y comenzó a hundirse. Estaba empezando a ahogarse, así se metió sin pensárselo en la ciénaga para rescatarlo. Gracias a su arrojo, consiguió llegar hasta a él a tiempo, y le salvó la vida a ese niño.

Pocos días más tarde, un noble detuvo su caballo delante de una pequeña granja, en el pueblecillo cercano a la ciénaga.

- Buenos días caballero.

- Buenos días, ¿qué desea)

- Verá, me he interesado mucho por usted y no he descansado hasta encontrarlo. Me llamo Randloph Churchill, y soy el padre del niño al que usted salvó la vida el otro día en la ciénaga. Vengo a pagarle aquél gesto, pues sabe Dios que soy un hombre agradecido.-Dijo ofreciéndole una bolsa llena de monedas.

- Se lo agradezco profundamente, caballero, y me doy por honrado. Pero no puedo aceptar compensación alguna por aquel gesto. Pues lo único que hice fue cumplir con mi deber.- Y rechazó la ingente suma de dinero que le ofrecía.

El hombre del caballo, sorprendido y maravillado por aquél gesto de honradez y humildad, le insistió en vano para que aceptase algún tipo de compensación, alguna muestra de su gratitud, mientras el artesano negaba tozudamente.

En aquél momento, salió de la casa un pequeño muchacho, más o menos de la edad del hijo del noble.

- ¿Es este tu hijo?- Preguntó entonces al hombre.

- Sí, lo es. Es mi pequeño Alexander.

- Permítame que le haga una nueva oferta. Como sabe, mi hijo tiene prácticamente la misma edad, y estudia en mi casa con los mejores profesores del condado. Tengo intención que cuando cumpla la edad necesaria ingrese en la mejor academia posible, y pueda acceder a las mejores universidades del país. Lo único que le pido para que me permita demostrarle mi profunda gratitud por salvar su vida es que permita a su hijo venir conmigo, y estudiar con el mío. Por supuesto, me comprometo a financiar tanto los estudios como cualquiera de sus necesidades. Vivirá en mi casa, y me encargaré de que venga aquí todos los fines de semana.

Aquello era distinto. Se trataba del futuro de su hijo, y era una oferta tremendamente importante. Poco o nada podía ofrecerle el padre a su hijo en cuanto a educación, y ningún futuro diferente al suyo le esperaría en aquél pueblucho, encerrado en aquella granja. Menos aún sin estudios. El chico era inteligente, pues había aprendido a leer y escribir con sorprendente facilidad, y lo que proponía aquél hombre era una oportunidad que no podía rechazar. Tras meditarlo un rato, accedió. Por su parte, el niño estaba encantado. Viviría en una casa enorme, donde había otros niños, e iría un colegio mejor. Listas las cosas y cerrado el trato, al día siguiente empezó aquél niño su educación en la casa noble junto a su hijo, el pequeño Wiston.

Alexander y Wiston crecieron y vivieron juntos toda su infancia. Llegaron a ser grandes amigos y a quererse como hermanos, y los padres de Wiston, a amarle como a un hijo. Además, las dos familias mantenían una excelente relación. Ambos eran chicos muy inteligentes, como demostraban día a día, y aprovecharon al máximo la costosa educación que les proporcionaban. Cuando terminaron los estudios generales, cada uno siguió el camino que más le gustaba, siempre subvencionados por el padre de Wiston. Y así pasaron los años, estudiaron y llegaron a hacerse hombres de provecho, siempre sin dejar de ser amigos.

Uno de ellos, Alexander Fleming, decidió empezar estudios de Medicina. Años más tarde, se haría famoso por ser el descubridor de la Penicilina. Su invento ha salvado millones de vidas y revolucionó el mundo científico, convirtiéndose en uno de los descubrimientos más importantes de la historia de la humanidad. Por ello, le concedieron el Premio Nóbel de Medicina en 1945. El otro, Wiston Churchill, decidió iniciar carrera política. Primer Ministro de Inglaterra, fue pilar básico en la victoria aliada de la Segunda Guerra Mundial y líder en la reconstrucción europea. Además, fue un importante historiador, documentalista y escritor. Por todo ello, le concedieron el Nóbel de Literatura en 1953. Ambos fueron enterrados como héroes nacionales.


Cuando llegué a mi casa, con la historia aún en la cabeza, me puse a investigar sobre ella. Quería escribirla y transmitirla, y me propuse informarme profundamente sobre los detalles y documentarme un poco para darle más veracidad. Desgraciadamente, en cuanto empecé a indagar, descubrí que no se trataba más que de un mito. Alexander Fleming y Wiston Churchil se llevaban varios años de edad, y sus infancias transcurrieron en estados distintos. Sus padres jamás se conocieron, nunca estudiaron juntos, y por supuesto, el padre de Fleming no pudo salvar al pequeño Wiston de ninguna ciénaga. Es tan sólo una leyenda urbana que circula por internet, gestada en el boca a boca virtual. Hay ocasiones en las que escuchamos historias que desearíamos que fuesen ciertas. Por lo que nos aportan, por lo que nos pueden enseñar, por su belleza o por su curiosidad. Y eso me ocurrió a mí con esta. Me pareció una lección magistral que enseñar, algo que aprender y para no olvidar. Desgraciadamente, no se trata más que de un cuento. Aunque eso sí, un bonito cuento. Y todos los cuentos tienen su moraleja. Así que yo me quedo con esta.


3 comentarios:

  1. Me jode que ese tipo de cosas sean mentira. En fin, buen cuento, mentiroso :P.

    P.D: El blog se cae a tolondrones. Ya nos dedicamos a ensalzar e-mails en cadena. En un principio parecía que podíais tener talento.
    P.D.2: El texto cumple la Regla del Cimbrel por los cojones (colganderos).

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  2. Lo mejor que nos ha podido pasar es el descubrimiento de la Penincilina!!! o no curro??? XD.

    Bueno texto, pero Pedro...te aburres?? no reflexiones sobre un correo en cadena...que te pasa¿?

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