viernes, 18 de febrero de 2011

Algo roto

De siempre he odiado la palabra “valores”. Me jode de forma sobrenatural esa tendencia, supongo que histórica, de aludir a generaciones pasadas como ejemplo de comportamiento. No sé si es por progresismo, por optimismo o por autoconvencimiento pero llevo tiempo defendiendo una tesis en la que el hombre y la juventud encaran la vida con más tolerancia, con más libertad, con más igualdad, con deseo ferviente de mejora y de unión. El proceso de educación, la mezcla de razas, la libertad de expresión y las nuevas tecnologías no tienen que servir más que para un avance humano en el campo de la conducta y la pauta, luchar y actuar en pos de la unión, del fin de las desigualdades, las discriminaciones y la intolerancia. La línea continua que debería ir creciendo exponencialmente junto al paso del tiempo.

Resulta sencillo mantener esta teoría en un ambiente idóneo, un servidor vivía encerrado (afortunadamente) en un entorno donde todas estas varas de desigualdad no existían, donde por lógica y razón el límite de la discriminación se colocaba allí donde la broma terminaba. Donde defender algo que se ha defendido durante la historia no era más que un disparate, una falta de respeto y una incoherencia. Donde puedes discutir, alternar planteamientos en un río donde fluyen todas las ideologías posibles pero acotados por unos principios que se consideran (o que yo consideraba) inherentes, universales e indiscutibles.

Entonces, lo que se supone que debía acrecentar esta visión positivista del hombre y la juventud se transforma en freno de marcha de tu pensamiento. Se va uno de Erasmus, a convivir, a inmiscuirse, a impregnarse de culturas ajenas. A afrontar con ilusión y diversión el relato foráneo. A vivir con los demás, hasta donde la puta timidez te permite, y verse iluminado y contento al saber que las cosas no son iguales en todos los lugares del mundo, que puede hablarse de política con un chino, de literatura con un polaco, de fútbol con un marroquí o del clima con un venezolano. Te marchas donde al menos, aunque te encierres en tu idioma, crees que existe un paso de tolerancia y de respeto, de igualdad, nada más.

Y sin embargo te encuentras un panorama desolador, gente que ha tenido una formación amplia, que ha estudiado la asquerosa historia de la humanidad, que ha recibido miles de indicaciones de lo que se supone que son bases del planeta para el futuro. Gente que ha tenido que vivir ambientes diversos, que ha viajado con indigna hipocresía atreviéndose a pisar zonas donde predomina aquello que tanto maltratan con la palabra. Un puto y maldito racismo que no sólo sigue existiendo, sino que sigue existiendo exactamente de la misma forma que hace diez, cien o quinientos años, sólo frenado por la conciencia estatal. Sabiendo uno que si el ambiente genérico no se hubiera modificado se seguiría hablando de cargadores y llevadores, de príncipes y súbditos, de raza predominante y predominada. Un puto y maldito racismo que se repite día a día, que se clava en tu cuerpo con cada vomitivo comentario escuchado, un racismo incorregible y deleznable, que viene de fábrica y que consigue sacarte el odio que debería mantenerse estático.

Una puta experiencia que al final no sirve para lo que más debía servir. Todo lo contrario, cambia tu forma de pensar a la desazón de un clima tórrido de defectos que uno nunca podría esperar en una situación así. Puto y maldito racismo, arma del inútil que no ha aprendido nada, arma del malo y el ignorante, mierda de arma rastrera y baja de inútiles del día. Arma que no desaparecerá nunca hasta que acaben los imbéciles y los cabrones que pueblan la tierra, es decir, arma que no desaparecerá nunca.



PD: Aunque ponga la etiqueta de "desde París con amor", esta vez es más que nunca, "desde París con desamor"

4 comentarios:

  1. Curro apaleando argelinos en Sergi xD

    Muy grande, tío. Pero, ¡dinos qué ha pasado! Espero que Sarkozy y tú no hayáis llegado esta vez a las manos.

    Un abrazo!

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  2. Vengo a un lugar donde soy el extranjero y aun así menosprecio a quienes son mas franceses que yo, solo porque hayan nacido en un país diferente y este buscándose la vida = No hay mayor contradicción que de cabida en la mente de un ser humano.

    A veces las personas han de ser mas tolerantes en determinadas situaciones, aunque después en sus casas hagan lo que quiera pero no puedes venir a un país extranjeros echando a los locales ni que fueses Napoleón xD Muchas veces te das cuenta que esta sociedad seguimos inmersos en nuestra historia como comentas y ya no solo por mirar atrás y examinar que, nostálgicos, seguimos mirando los valores antiguos como los mejores sino porque existen pruebas empíricas de ello como las desigualdades sociales, la jerarquía feudal de marqueses y condes y en último lugar el racismo.

    ¡Bravo!

    Un saludo, seguidor curroliano ;)

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  3. Bueno, al final he decidido concederte el honor de comentarte, compadre.
    Me encantaría saber la anécdota concreta (si es que existe) que dio lugar a este texto. Pero como tú y yo solemos decir, el mundo es eso, y hay que salir para verlo. Viajar no es sólo ver el muro de Berlin, ni ver los canales de Amsterdam, la sagrada familia, los alpes o el coliseo. Porque el mundo es eso, pero también es hambre, y es muerte, y es miseria y es una cantidad ingente de mierda que no podemos ignorar si pretendemos vivir con ambos pies sobre la tierra. Y no creo que tú hayas ido a París de Erasmus sólo para ver la Torre Eiffel, el Louvre y el Pompidu.
    Por cierto, me encanta cómo lo has escrito. Aunque... cuantos insultos joder!! Si parece un texto mío!!

    PD: Y no te preocupes, criatura, que desaparecerán, como desapareceremos todos.

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