jueves, 20 de octubre de 2011

Amarillento ámbar

- Deberías empezar a leer según tu estado de ánimo. Es lo que yo hago. Disfrutas mucho más.
- ¿Por ejemplo?
- Mira, es fácil. Si sientes odio y asco en tu interior, lee a Bukowski. Si te encunetras especialmente discurrente y con el intelecto afilado, lee a Borges. Si te sientes aventurero, lee a Pérez- Reverte. Si estás completamente feliz, a  Cortázar. Si estás más bien cascarrabias y enfadado con el mundo, puedes leer también a Pérez- Reverte, pero sólo sus artículos.
- Entiendo.
- Es así. Si estás nostálgico, puedes leer a Vargas Llosa. Pero sólo si estás dispuesto a leer una gran novela. Y no me refiero a una novela buena, que también, sino a una novela larga.
- Vale.
- También hay días en los que estás muy activo, como con mucho movimiento interior. Esos días puedes leer a Bolaño. Si te tumbas en un butacón y rumias sobre la humanidad, entonces lee a Hemingway. Pero si te sientas en un butacón y rumias sobre España, entonces lee a Buero Vallejo. O a Sender. Y si estás triste, a Delibes.
- ¿Y cuando debería leer a Paul Auster?
- No sé, nunca he leído nada de Paul Auster.
- Ah.
- No tengo nada en contra suyo. Simplemente no he leído nada de él.
- Es bueno. Quiero decir, dicen que es bueno. Realmente bueno.
- Puede ser.
- ¿Y tú qué estás leyendo ahora?
- Bukowski.
- ¿Por qué?
- No sé. Siento odio, me imagino. Y asco. Y una especie de esperanza desesperanzada. Ya sé que suena imbécil, pero eso así. Es como si dijera ey, venga tío, todo esto puede arreglarse. De verdad, PUEDE arreglarse. Pero en el fondo sabes que nada va a cambiar.
- ¿Por qué?
- Porque no.
- Eso no es una respuesta.
- Mira, a ver. ¿Has entrado alguna vez en una casa en la que vive alguien, pero del que nadie tiene noticias desde hace días? Y entonces consigues entrar, y cuando abres la puerta todo lo que ves es una cocina desordenada y sucia, un salón mugriento, y un cadáver tirado en el suelo de la cocina sobre un gran charco de vómito. Y ese hombre era un borracho, tú lo sabes porque bebías con él, o simplemente lo sabes, y lo ves muerto ahí tirado con un par de moscas revoloteando sobre su cuerpo.
- No. Gracias a Dios.
- En realidad yo tampoco. Pero me siento así.
- ¿Tú eres el muerto?
- No. Una de las moscas.
- Vaya...
- Sí, así es.
- ¿Sabes lo que creo? Creo que tú eres Bukowski.
- No, yo no soy Bukowski. Ya quisiera yo. O no.
- No, me refiero en sentido figurado. Quiero decir, que cuando te sientes así, necesitas coger un libro de Bukowski para leerlo, porque así tú lo fabricas también y eres como si fueras él haciéndote a tí mismo, ¿me entiendes? Tú eres Bukowski porque creas a Bukowski, entonces te conviertes en él. ¿Me explico?
- No. No entiendo una mierda. Pero yo no soy Bukowski, eso te lo aseguro.
- Ya, puede ser. Realmente estoy un poco disperso ahora mismo. ¿Qué podría leer?
- Podrías coger un libro de Fernando Arrabal.
- Ya.
- Pic-nic, por ejemplo.
- Pero, ¿sabes? De todos modos creo que no es como dices. Creo que cuando leer a Bukowski te sientes como esa mosca, eres esa mosca, pero cuando lees a Borges estás todo el tiempo pensando y reflexionando y te vuelves más inteligente, y cuando lees a Cortázar entonces eres feliz.
- Yo creo que no.
- Pues yo creo que sí. Y creo que si todos leyeramos a Cortázar, todo el mundo sería más feliz.
- ¿Y vas a hacerlo tú?
- ¿Qué?
- Leer a Cortázar para ser más feliz.
- No.
- ¿Por qué?
- Porque yo no me merezco a Cortázar.
- Momento para leer a Bukowski entonces.
- Puede ser.
- Salud.
- Salud.

3 comentarios:

  1. Esto no tiene nada que ver con lo que tú has escrito en tu vida. Me llama la atención, me gusta su enfoque. El texto no sé si me gusta o no, ni idea.

    ResponderEliminar
  2. Curro, es lo mismo que le dije a Pedro el otro día: no tengo ni idea de si me ha gustado o no :P.

    ResponderEliminar