viernes, 29 de mayo de 2009

Mini-pamplina (oiga, señora, por mí que no sea)

La cosmovisión es algo que ha cambiado a lo largo del tiempo y el espacio. Desde el geocentrismo hasta los universalismos más inabarcables, pasando por los pretenciosos heliocentrismos más intransigentes. Durante la historia, la filosofía ha sido juguetona y caprichosa. Ha crecido y encogido a velocidades vertiginosas.
También a lo largo del espacio ha sido heterogénea con contrastes y antítesis estúpidamente necesarias. El ser humano tiende a “dicotomizar” para entender.
Por eso resulta extraño que aquellos hombrecillos tuvieran perfecta constancia del universo que los rodeaba y de los estratos que lo componían. Conocían de forma veraz (te lo digo yo, que soy un narrador omnisciente) y total la Realidad con la que interactuaban.
En la pequeña escuela a la que asistían, ya desde muy zagales, les enseñaban todo tal y como era, sin tapujos ni falsas aspiraciones. Cualquiera de esos criajos sabía que existían tres Sub-Realidades Completas (SRC) que se relacionaban entre sí de forma directa dentro de la Realidad total: la de más allá de las nubes, la de más acá de las nubes y la etérea.
A su vez, toda la Realidad no era más que un dibujo animado en el cuaderno de algún ser horripilantemente poderoso y leve. Algún día aquel cuaderno dejaría de tener hojas por pasar y se llegaría a la más gris de las pastas. La nada llena de cartón y quietud.
Ellos sabían que se encontraban más acá de las nubes y compartían el mundo con una civilización estable y macroscópica, llena de seres susceptibles y violentos. Había reyes, dragones, ogros y animales vestidos como humanos.
Por otra parte, su propia civilización estaba compuesta por pequeños seres de similares condiciones a los anteriores, pero con un tamaño de 1 a 20 con respecto a éstos. Es cierto que eran más inteligentes y amables, pero de nada les servía dado su escaso tamaño.
Sin ir más lejos, la mini-ninfa más bella y simpática de todo el mini-mundo acababa de construirse un mini-coche solar perfectamente eficiente. Se dirigía con él a una mini-oficina de seguros cuando la estela de viento levantada por el galopar de un iracundo centauro volcó su coche. Costaría quitar las manchas de lágrimas de aquel techo fotosensible.

P.D: Y lo que nos queda...

"En ésta vida hay dos cosas que no soporto: una soy yo y la otra es el resto del mundo."

6 comentarios:

  1. Genial, como te dije. Me encanta que tomes LSD antes de escribir. Espero impaciente la próxima entrega.

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  2. Además es que no engancha tío!! (el LSD)
    Buen serial te estás marcando, sobre todo original.

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  3. Vaya un derroche de proyección filosófica... como molas macho...

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  4. Es una lástima que estemos de exámenes y tal, ya que parece que nos lee menos gente, o al menos nos comenta menos. Es una lástima porque cuanto más leo este, más me gusta, y va a pasar desapercibido en comentarios... En fin... Esperemos que la edición impresa tenga más acogida xD

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  5. Recuerda que Cervantes murió pobre.

    P.D: Me alegro que os guste, copón.

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