domingo, 1 de noviembre de 2009

El exiliado de la APAP (parte 1 de 2)

Jamás podríamos decir que su vida fuera como una montaña rusa. Más correcto sería decir que de un tiempo a esta parte su vida era un barco con complejo de submarino.
Todo empezó (o más bien, acabó) la mañana que volvió de la cumbre mundial contra escaleras y escalinatas. Abrió la puerta de su casa y encontró a toda su familia con cara de circunstancias. Al parecer la APAP había organizado una reunión general de socios. Los más altos cargos de la asociación dejarían a un lado sus vidas para sentarse alrededor de una elegante mesa de buena madera. Abandonarían por una tarde su ajetreada rutina para hablar. Para tal acto, el pretexto y el tema de conversación debían ser de suma importancia. Y, claro, no podía haber otro motivo que su destitución.
Al llegar a la reunión se encontró con sus amigos, sus compañeros de tantos años. Algunos de ellos estaban visiblemente afectados por pasar un trance semejante.
La cosa fue cordial, madura y, casi podríamos decir, higiénica. Algún “Lo sentimos”, algo de “Ojalá no tuviera que ser así”, apretones de manos y la traca final: su sustituto. Habían estado deliberando durante horas sobre si sería conveniente ascender a alguien de la casa o traer aire fresco del exterior. Una puerta que se abre, el sustituto entrando y el recién expulsado con los ojos como ensaladeras. Su sustituto era Stephen Hawking.
“¿¿Pero qué es esto??” alcanzó a exclamar, “Es una persona. Y tiene una mente brillante”, le aclaró un socio, “Disculpa”, dijo la voz neutra del ordenador del británico. “¿Pero cómo…?, ¿cuándo…?, ¿por qué…? “, “Entiéndelo, nadie en el mundo puede ayudarnos tanto como él…”, “¡Pero si no arrastra los pies!”, “Hombre, eso es discutible”, “¿¿Discutible?? Los lleva apoyados en esos estribos, joder. Yo llevo 20 años arrastrando mi pie por el mundo”, “¿Cómo que no va arrastrándolos? Abre tu mente, hombre, piensa en esas ruedas como la prolongación de su…”. No escuchó más. Aquella frase quedó interrumpida por un portazo.
Los días pasaban lento. Estaba derrumbado, herido en su orgullo y bajo de moral. Había perdido su trabajo y se sentía vacío. Tantos años de su vida en un pozo.
Pasaba las tardes arrastrando su pie de oficina en oficina, de entrevista en entrevista intentando conseguir un empleo digno para continuar su vida. Una tarde, iba hacia su casa, por la cuesta que iba desde el Ayuntamiento hasta el Estadio. De repente, escuchó a sus espaldas un alboroto y vio que a gente apartándose a los lados de la acera. De repente, una voz neutra dijo “Tengan cuidado, se han estropeado mis frenos”. De repente, entre el tumulto, apareció una figura que lo arroyó y lo tiró al suelo. Cuando se recompuso, se dio cuenta de que la figura que lo acababa de atropellar (literalmente) no era otro que Stephen Hawking.
“Disculpa” dijo la voz neutra, “No pasa nada” contestó de mala gana, “¿Estás bien?”, “No te importa como yo esté o deje de estar”. Se puso en pie de malas maneras y se sacudió el traje.
Entonces Stephen cayó en la cuenta de algo. “Increíble. Tu pie.”, porque, efectivamente, en la caída y al levantarse aquel pie que estuvo 20 años preso de una moneda, por fin había podido despegarse del suelo.
El ex-defensor de la APAP había estado pisando una simple moneda de 20 duros durante 20 años. A duro por año. Su mundo parecía derrumbarse mientras los escombros se reían de él. Toda su vida dedicada a una mentira, a una farsa.
Normal que se fuera corriendo de allí. Y que cuando estuvo cansado, entrara en un bar. Normal que se emborrachara esa noche. Y la siguiente. Y las siguientes.
Su familia se preocupaba por él. Estaba hundido en la más absoluta miseria personal. Había dejado de buscar trabajo, había dejado de tener esperanzas.

P.D: Porque se pueden hacer textos largos en dos entregas.

"La mala suerte nunca se olvida de quienes nunca se olvidan de ella."

4 comentarios:

  1. Ufff... Mala pinta tiene esto. Se está volviendo cada vez más negro por momentos. Al final se suicida, me lo veo. Por cierto, me encanta la frase final.

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  2. Me encanta esta serie, es tremendamente original. Lástima que ya me sepa el final. Qué cabrones los de la APAP.

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  3. Lo mejor es la frase del final...leeré ahora mismo el siguiente jeje

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  4. Muchas gracias, chavales. Realmente el texto era uno sólo, pero para que sea más sencillo de leer lo he dividido. Viendo el resultado creo que me equivoqué. Debería haberlo dejado entero, pero bueno, no pasa nada, más se perdió en la guerra, etc.

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