Se habían reunido en un lugar oculto, un sitio lúgubre y subterráneo, del que nadie que no estuviese o hubiese estado allí conocía de su existencia. Hoy habían sido invitados dos nuevas personalidades, por supuesto, con la intención de los huéspedes de convertirlos en contribuyentes de una nueva causa.
Sobre una mesa rectangular cigarrillos y whiskey, alrededor siete sillas. Cinco de ellas ocupadas con miembros fijos de esa convención. Únicamente se sabía que uno de ellos era el alcalde de aquella gran ciudad, los cuatro restantes, aún sin tener certeza, podía afirmarse que se trataban de grandes empresarios, políticos, mafiosos y jefes de policía. La asignación de esos puestos, la verdad, no tenía mayor importancia. Todos ratas de la misma calaña.
Un par de disputas de por medio. Mucho alcohol. Incluso alguna que otra risa a pesar de la seriedad del asunto tratado. Dinero, dinero y dinero. Y hablando de dinero, y en conclusión, un acuerdo. Una firma (simbólica claro) y una ratificación que provocaría extensos beneficios económicos para un grupo reducido de canallas, de la manera más confidencial aunque el asunto tocase de refilón a parte de la población.
Malasombra no era nadie, ni pinchaba ni cortaba lo más mínimo. Nadie se explicaba como aquel patán de nivel sublime había logrado llegar a jugar en aquel equipo. Nada, absolutamente nada, le salía bien en los encuentros. Era capaz de recibir una pelota en franca ventaja y pasar a estar en una situación imposible en la distancia temporal más estrecha. No dominaba la izquierda, ni la derecha, ninguna de las dos manos (y eso que jugaba al fútbol). Nadie sabía si se trataba de alguien sin cualidades o con graves problemas de presión, que es lo que se había rumoreado, o simplemente un chico con mala suerte. Lo verdaderamente cierto es que sólo servía de incentivo para aquellos que quisiesen reírse cruelmente durante cinco o diez minutos (que era el tiempo que solía jugar).
No había duda, era el delantero perfecto para esa cita (salvo que la suerte fuese el pábulo de su fracaso). Era tal su desavenencia con las acciones positivas, que nadie se había dignado a decirle que ese último partido que iban a disputar era el más vil de los amaños, tejemaneje de las más encumbradas autoridades para aumentar sus bolsillos. Si bien es cierto que algo había oído por el camino, pero no llegó a tomarlo como un asunto serio, creyó que todo eran intenciones primarias que no habían llegado a buen puerto. Y salió ultramotivado, y no denotó que el resto de sus compañeros jugaban con el tiempo y con resultado. Un uno a cero a breves segundos de finalizar el partido (es decir, la consumación del amaño), y Malasombra, que no había realizado, a pesar de la pasividad defensiva del rival, una buena jugada en el resto del encuentro, se atrevió a lanzar desde los treinta metros. El balón tocó en dos defensas del equipo contrario, golpeó el travesaño, y tras rebotar en la espalda del portero, se introdujo lentamente en la portería. El árbitro, incrédulo, dio validez al tanto y señaló el final del encuentro. El jolgorio de las gradas se contrarrestaba con el silencio de los jugadores. Malasombra corría extasiado, celebrando su primer tanto en activo. Luego se rió, abultadamente, una risa estruendosa y, diría yo, que llena de rabia y odio. Mala suerte decían que tenía, gafe y mal agüero, ahora es cuando él se reía de esas gilipolleces. Un gol suertudo en tan importante partido. Sin duda, se había acabado su etiqueta.
Al día siguiente, Malasombra apareció con un proyectil en la cabeza en una cuneta de mala muerte (nunca mejor dicho).
miércoles, 3 de febrero de 2010
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La que has liado con las etiquetas compadre xD Ya te las he corregido. Aunque ya que te he editado la entrada, podría haberte cambiado un par de cosas de la mierda que has publicado. No te ofendas, está muy bien escrita, pero la idea me parece super insulsa y totalmente vacía de contenido. Vaya una puta porquería de historia que se te ha ocurrido.
ResponderEliminarPor cierto, que puto trompo xD
ResponderEliminarRecuerda quién es el administrador todavía de esta porquería de página!
ResponderEliminarEsperaré la opinión del texto de alguien que me pueda decir algo de verdad, alguien como Antonio, Rafa, Muro, Ale... un ciego, un perro, una silla...
ResponderEliminarEstá muy chulo, mozo. Muy simpático.
ResponderEliminarLo único que me jode es que odio la frase "nunca mejor dicho". Me da ganas de matar.
Por lo demás, me parece que mola.
Te veo ligeramente intolerante, Antonio. Por favor, mírate eso.
ResponderEliminarNo me parece que esté tan mal, jajaja. De hecho hay películas con peor argumento.
ResponderEliminarPero he de decir que el final es demasiado trágico y rápido.
Mala suerte.
Un saludo.
Jajajajaja no te preocupes Jose, a mi tampoco me parece malo. Sólo es un cruel, censurable y despreciable ajuste de cuentas.
ResponderEliminarCómo te sobrevaloras maricón!
ResponderEliminarVaya cojo es Malasombra xD. Me da pena, pero un final dramático vende mucho. Lo que me da coraje es que hayas usado el verbo señalizar cuando no hay ninguna carretera ni vía urbana. Y la primera frase es un asco. Por lo demás, buena historieta.
ResponderEliminarLove you!