lunes, 15 de febrero de 2010

El abismo

Fue un día cualquiera. Sorprendentemente alzó la mirada camino al colegio, y no pudo evitar fijarse en ese detalle. Sin saber si se trataba de un nuevo defecto o de simple cuestión de poca atención por su parte, no pudo hacer más que pararse a contemplarlo. Una sensación de agobio le invadió al instante, parado entre cientos de alumnos de todas las edades, entre alaridos infantiles un silencio que sólo podía oír él. Miró alrededor, no entendió cómo podía haber tanta libertad. Entre el suelo y la torre el posible fin. Qué pasividad.

Lo intentó. Se movilizó, habló, explicó e informó. Pero a nadie parecía importarle, un nimio detalle para el resto, una tragedia en potencia para él. La insistencia no sirvió para nada, a poco pudo reunirse (si es que reunir era sinónimo de abordar) con el director del centro. Éste tampoco fue la solución de nada, dos o tres aserciones tontas mientras leía el correo del día, un pequeño gesto de interés que quedó en saco roto. Jamás pudo lograr cambiar el recorrido. El mundo volviéndose poco a poco inoperante.

Y tuvo que huir. Nadie de su entorno entendió nada, pero él lo exigió entre lágrimas. No podía contener mañana tras mañana, día tras día, ese miedo superfluo que le invadía cada vez que aupaba la cabeza, cuando corría despavorido para rascar posibilidades. Un día ni siquiera le valieron las reservas de valentía que le quedaban, se clavó en el suelo, lo miró por última vez y se dio media vuelta, dispuesto a no volver a encontrárselo nunca más.

Pero no bastó, el recuerdo de aquella tétrica figura le invadía a menudo. A pesar de hallarse a cientos de kilómetros de distancia, ni el tiempo ni el espacio borraron el miedo, sólo lo apaciguaron. Aún así, se asentó y vivió, con el recuerdo vivo pero lejano no tuvo más que aguantar, le costó y lo consiguió. Sin embargo un día volvió, y no pudo evitar el enfrentamiento. Como el morbo del que sabe que va a morir y no huye se plantó en aquella distancia colosal sin poder levantar la cabeza hacia cielo. Por fin, con la figura fija, lanzó la mirada con decisión.

Ya no estaba. Respiró por primera vez en paz.

8 comentarios:

  1. Nietzche dijo una vez que el pelea siempre con dragones acaba convirtiéndose en dragón, y al que mira siempre al abismo, el abismo acaba devolviéndole la mirada.

    PD: Ni puta gracia lo del pato de la semana oiga ¬¬

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  2. Qué profundo, tío. Me ha gustado.

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  3. ¿Os acordáis cuando nos leían más de dos personas y teníamos hasta comentarios en los textos? xD Estamos de capa caída compadres... Eso pasa por matar al pato.

    Pues a mí el texto me ha gustado mucho currele, me parece volver a tu mejor versión de estilo, en serio. No lo veo rígido n´absoluto.

    Por cierto, ¿te has dado cuenta de la cantidad de lecturas diferentes que puede tener tu relato? A mi se me ocurre que puede significar desde una analogía de un exiliado del franquismo hasta un tipo que tiene miedo de que se muera un pajarito.

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  4. JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA YA NO OS LEEN NI VUESTRAS MADRES JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

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  5. Ha estado bien jefe, ha sido sin duda el texto que más me ha molado, tuyo... Y cortito... que es lo más elogiable de las alegorías.

    Saludos.

    PS: Tengo que venir a leeros yo porque está pasando de moda esto de los blogs, o qué cojones pasa...

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  6. Pedro, de verdad que has entendido perfectamente la intención de mi texto (¡por fin me doy a entender!), ni siquiera yo sé qué es lo que hay allí arriba. Pero tampoco creo que importe mucho.
    Robe, gracias por decirme que te parece el texto. Ah no, que has entrado para reírte, será cabrón...
    Gracias ¡homosexual! William. Además, voy aprendiendo a sintentizar cada vez más.

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  7. Claro, eso era xD.
    Desde el primer momento en el que leí el texto pensé que, o yo era gilipollas y no veía por dónde iba el texto, o que tú no lo habías dicho porque estás to loco. Más tranquilo me quedo.
    Entonces el texto se reduce simplemente a la descripción de un sentimiento sin objeto, lo cual es casi una definición del ser de tu protagonista.
    Al final queda la sensación de que tu protagonista era un desequilibrado o de que el mundo entero está gilipollas. O ambas.
    Por cierto, te pido que me permitas sentirme identificado con ese texto corto de frases cortas y directas.
    Enhorabuena.

    [Aprovecho tu texto para decir algo]
    Desde hace tiempo he visto un enorme crecimiento como escritores en ti, en Pedro y, sobre todo, en Ale.
    Lo de Ale es espectacular porque consigue que hablemos de él y de sus textos sin publicarlos siquiera. Eso es de ser muy grande.
    Pedro y tú estáis tomando caminos cada vez más personales y cada vez da más gustirrinín leeros. Comparad vuestros textos de un par de meses para acá con los primeros que hacíais y veréis un salto cualitativo importante. Habéis minimizado mucho el número de errores gramaticales y ortográficos, seguís teniendo ideas bastante originales, habéis conseguido ir sintetizando cada vez un poco más y, lo que para mí es más importante, cada vez os expresáis de una forma más clara.
    Concretamente tú, Curro, creo que estás desarrollando un curioso gusto por hacer trascendental lo costumbrista y costumbrista lo trascendental, de una forma pausada y comprometida. A ver si nos regalas algún pataleo y te atreves con algunos versos, por probar.
    Me mola el blog.

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