domingo, 15 de mayo de 2011

Mi último café con Bin Laden (Café Talibán I)

El café de ese domingo tuvo una compañía inesperada: miles de estadounidenses echados a la noche de las calles portando banderas, sonrisas, gritos y felicidad. Los luminosos de la Gran Manzana dejaban correr la noticia por sus pantallas: “Osama Bin Laden was killed by USA Army”. Cada vez que estas palabras parpadeaban, arreciaba la alegría. Me puse a estudiar una hora más tarde de lo previsto, pero supongo que mereció la pena. Fue un café recalentado un par de veces, pero un café histórico al fin y al cabo. También fue un café extraño. Esa fue mi primera reacción, una vez hube asimilado la muerte del líder de Al Qaeda y lo que eso pueda significar: había cientos de miles de ciudadanos celebrando la muerte de un hombre. En aquél momento ni lo censuraba ni lo dejaba de censurar. Simplemente, no sabía qué pensar de aquello. Sólo eso: extraño. A muchísimos de los que hemos recibido una educación basada en la moral occidental (y por tanto, cristiana), algo nos incomodaba en la conciencia al ver aquello. Como una astilla recién incrustada en un dedo. Celebrar la muerte de un hombre, y con aquellas muestras tan exageradas de alegría. ¿Pena? No creo que nadie sintiera pena por semejante perro. Simplemente, supongo que todos compartimos la misma duda: ¿está bien eso? Se supone que no hay que alegrarse de la muerte de ningún ser humano, dice el precepto. Desgraciadamente, temo que esa frase sea más útil como lema que como norma. Lo pensé fríamente (supongo que por solidaridad con mi café). Con la honestidad por delante: si hubiera estado vivo cuando murió Franco, habría salido a celebrarlo. Si hubiera estado vivo cuando murió Hitler… madre mía, creo que eso debió ser el éxtasis. Lo mismo con Mao y Stalin. Me alegré el día que Pinochet la espichó. Y me alegraré cuando Castro, los coreanos, Teodoro Obiang, Gadafi y alguno más pase al otro barrio. Supongo que hay que ser americano para sentir esa alegría. No hay que olvidar que a ellos les sesgaron más de tres mil vidas en un atentado que acertó en el mismo centro de Nueva York, además de los intentos del Pentágono y el que se estrelló en Pensilvania. Y aquellos más de tres mil, con derrumbe de las torres incluidos, no eran militares, soldados ni políticos. Era gente, normal y corriente, que iba a trabajar la última mañana de su vida. A ellos les dolió, y su país empezó una guerra por eso. Contra ese hombre. Y ahora estaba muerto. Ni lo censuro ni lo dejo de censurar. Simplemente, lo comprendo.

Otras dudas daban vueltas en mi café. Objetivo eliminado de un tiro en la cabeza. Dicen, claro. En lo que a mí respecta, puede estar vivo y preso, vivo y libre, o muerto y en EEUU. Ayer mismo yo cacé un unicornio, e incluso le hice fotos. Pero no pienso enseñároslas, y además, me deshice del cadáver tirándolo al mar. Por otro lado, la gran cuestión de aquello no es qué pasó con el cuerpo. Es si fue lícito. En mi opinión personal, lo fue. Los atentados del 11-S conllevaron a una declaración de guerra en toda norma a Afganistán y Al Qaeda. Una vez depuesto el gobierno talibán, e instaurado uno “democrático”, queda la otra parte de la guerra, cuyo grueso se libra en el mismo país, y nuestra Ministra de Defensa y el presidente del Gobierno llaman, muy amablemente, “Misión de Paz”. Se ve que más que balas lanzan pétalos de rosas, y en el manual básico de conversación pashtí de los soldados la frase más socorrida es: ojos negros tienes, moreno. El mundo ha cambiado, ergo la guerra ha cambiado. El enemigo son los Talibanes, cuyo objetivo es matar, destruir y conquistar occidente (así consta). Ya no se lucha contra un estado. Ni siquiera contra una nación. Es un grupo terrorista, o varios, ubicado en países distintos que no sólo no los apoyan, sino que los combaten. Por cierto, Bush firmó un acuerdo con Pakistán que autorizaba a este a actuar militarmente de manera unilateral en caso de conocer el paradero de Bin Laden, dato no lo suficientemente aireado. En fin, Llamémosle guerra supranacional, anacional, o como queramos. Pero llamémosle guerra. Y en ese contexto, considero lícito matar al contrario. Es legítimo eliminar al enemigo, y considero la muerte del pollo aturbantado un acto de guerra. ¿Capturarlo y juzgarlo? Habría estado bien. Pero entiendo que no fuera la prioridad: ni por permitir que se escapara, ni por poner vidas de soldados en riesgo, ni por las consecuencias que podría traer. No creo que un juicio fuera prioritario. Si se puede, se hace. Si no, pum. Lo fundamental era detenerlo (en un sentido físico, no legal). No hace falta un juicio para que alguien sea culpable, el juicio es necesario para la condena judicial. Pero la culpabilidad es intrínseca a los actos, y es determinable por una investigación. Y en una guerra, en el campo de batalla, no es la condena judicial el modo de actuación. Esta tiene sus propias normas, las cuales hacen cumplir soldados y armas, no jueces y policías. ¿La guerra es el fracaso de la civilización? Lo es. ¿La defiendo? No. Simplemente, asumo sus consecuencias. Lo comprendo.


9 comentarios:

  1. Tras mi artículo del otro día, muchos me preguntásteis tanto en público como en privado aquella opinión que no llegué a dar. Bueno, esta es la primera parte, que auguro no gustará a muchos.

    En cualquier caso, no trato de ir de iluminado ni de ofreceros mi verdad, tan solo es mi opinión personal. Por lo que os animo, tanto a los que me preguntásteis como a los que no, a compartir aquí la vuestra. El debate no nace para convencer a nadie, sino por el gusto del aprendizaje y el crecimiento personal.

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  2. Me ha gustado. Pienso igual en mucho de lo que escribes (Es como una ordenación mental de lo que he estado pensando estos dias). Lo que mas me chirria de todo esto, es que el Premio Nobel de la paz, es el que ha apretado el gatillo.
    Curioso cuanto menos

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  3. Por cierto, mira mi Twitter:
    blogscon Blogs con EÑE por IlpiccoloJl
    PATOCIENCIA Mi último café con Bin Laden http://bit.ly/mlMkIN
    Publicado por un tio, que ha puesto tu enlace de la entrada y yo le he dado a me gusta
    Curioso cuanto menos
    JAJAJAJAJA

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  4. Seguramente debo tener muchos pájaros en la cabeza, porque yo no lo entiendo.

    La justicia reside en la violencia y las muertes en más muertes. Debo entender eso.

    Las guerras que se hacían por unos ideales murieron hace bastante tiempo. Eso de las afrentas está pasadillo. Las ideas no se imponen con balas, las ideas están denostadas y ya no valen para nada (o eso hacen creer). Lo que vale es el dinero y en ello va añadido el poder.

    Las guerras se hacen sólo y exclusivamente por recursos económicos. Te ponen cualquier bulo en la tele, te lo crees y te comes con papas la guerra, sin anestesia. "Vamos a eliminar a Bin Laden, en represalia por el atentado", "hay armas de destrucción masiva en Irak" y "Gadaffi está matando a muchos compatriotas", ah no que está última a la comunidad internacional (por llamar de alguna manera a las naciones con margen de actuación) parece que no le interesaba demasiado y hasta que la gente no se empezó a mosquear un poquito con lo que veía no se decidieron a actuar (la ONU para tirarla a la basura con todos dentro).

    Las razones de las cosas que pasan siempre suelen ser más sencillas de lo que nos venden en los medios de comunicación, con sus analistas de la leche.

    No nos enseñan a pensar, nos enseñan a creer (eso es lo que pretende la moral cristiana esa, entre otras). No me extraña para nada que salgan a vitorear la muerte de alguien cuando por la televisión te bombardean diciendo que es algo bueno o una buena noticia. Yo me preguntaría: ¿es realmente esa gente que lo celebra representativa? Porque en la tele te lo pintan de una manera general, pudiendo ser totalmente minoritaria.

    Voy a dejar de hablar de posibilidades y me remito a algo que es un hecho y que pasa repetidamente.

    Afganistán. Irak. El tsunami asiático. Haití. Japón. Las revoluciones en Túnez, Egipto. La guerra en Libia. La matanza en Siria. Por último la muerte de Bin Laden. Ya todo está olvidado (y muchas cosas más).

    ¿Por qué?

    Porque lo que no sale por la tele no existe o deja de existir.

    Ahí va mi reflexión, imprecisa, seguramente. Tampoco me quiero extender más (incumplo flagrantemente la regla del cimbrel).

    Tampoco me considero iluminado, pero según mi punto de vista hay que ser más prudente al hacer juicios de valor. La cuestión es, que no habiendo razones para matar o dejar morir. Muchos mueren al cabo del día. Habría que centrarse en conseguir que sólo se produzcan muertes irremediables, tristemente eso no interesa.

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  5. "No hace falta un juicio para que alguien sea culpable, el juicio es necesario para la condena judicial. Pero la culpabilidad es intrínseca a los actos, y es determinable por una investigación."

    Para nada, Pedro. Ppio de presunción de inocencia, art.10 de la DUDH.

    De todas formas, iba (y voy) a hacer un texto de ésto. Y mi opinión es contraria a la tuya, así que en vez de dártela por aquí, lo subo cuando pueda!

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  6. ¿Si has matado a una persona y yo te grabo en vídeo cometiendo un asesinato sin que tu lo sepas, no eres un asesino? Es solo un ejemplo burdo, pero lo que quiero decir es que si has hecho algo, a ojos de la realidad (no me refiero a la opinión popular, ni a nada en concreto, sino simplemente a la pura realidad) lo has hecho, y eso puede der determinado más allá de la vía judicial. En fin, no sé si esto es un debate terminológico, moral, o hablamos de cosas distitnas (o no). En fin, eso es solo un punto más de mi argumentario. Insisto en que mi tesis principal es la de la guerra.

    En cualquier caso, espero ansioso tu opinión, que espero que no llegué más tarde de julio.

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  7. Por cierto peña, como muchos habéis notado, Blogger ha petado. Por un fallo del nosequé al actualizar nosecuantos, por lo visto ha entrado en un bucle temporal cual Michael J. Fox y ha viajo temporalmente hasta el miercoles. Como véis, las entradas posteriores a ese día han sido repuestas, y según Google, los comentarios hechos desde ese día irán siendo repuestos poco a poco. Así que no panda el cúnico!!

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  8. Pedrito :) Te acabo de leer así que te cuento mi opinión. Me alegra saber que a alguien más le inquieta, al menos, que seamos capaces de salir a la calle a celebrar una muerte.
    Duermo más tranquila sabiendo que ya no está, pero ver a la gente salir a la calle a celebrarlo me puso los pelos de punta. Te explico exactamente qué es lo que me inquieta del asunto, porque quizás la forma de darle muerte no es lo que más me llamo la atención, a fin de cuentas, intentar apresarlo, juzgarlo y condenarlo fuera cual fuera la pena era demasiado arriesgado. Pegar un bombazo como también se planteó, también era una forma de arriesgar más vidas de las precisas así como una forma de perder una valiosísima información del lugar en cuestión. Creo que llegado el momento era la única forma de quitarlo de en medio arriesgando el menor número posible de vidas, que ya él se cobró bastantes... pero lo que sí me preocupa muchísimo es la forma en que se llegó hasta allí, que esta sociedad occidental hipermoderna de la que tanto nos gusta presumir use la tortura para sacar información eso me preocupa y mucho. Celebramos ejecuciones porque encontramos consuelo en el ojo por ojo y aceptamos la tortura porque la venganza según parece no tiene precio.... parece que tenemos la edad media pegadita al culo. a ver que viene ahora.... el garrote quizás?

    Merche

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  9. No, Pedro, no. Pero un no rotundo y sin matices. No y no. Creo que deberá ser en persona o por teléfono la discusión porque no soy capaz de escribir la cantidad de cosas en las que no estoy de acuerdo.

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