con hielos y algo lima.
Eres la dueña de mi rima,
la dueña de mi pluma.
Cuando se vuelve algo loca
eras la dueña de mi boca,
de lo que bebe y se fuma,
de mis palabras y versos,
de mis noches y lunas,
de mi lengua y mis besos.
La dueña de mi pluma.
Tu nombre sabe a cerveza,
rubia de larga melena.
Eres dueña de mis poemas,
dueña de mis desvaríos.
Cuando mi ateísmo reza
dueña de mi pasión presa
y también de esos amoríos
que acaban sobre tu cama.
Cuando sudas de frío,
cuando tu voz me desarma.
Dueña de mis desvaríos.
Tu nombre me sabe a absenta,
ascua fresca y atrevida.
Eres la dueña de mi vida,
la dueña de mis frases.
Cuando viajo desde el papel
eres la dueña de mi ser
y de todos mis disfraces,
de mi inexpugnable coraza,
también de mis antifaces,
de los secretos y falacias.
La dueña de mis frases.
P.D: Quizás he tardado en publicar otra vez, pero es que... No tengo excusa, no.
"Mi abuela nunca me dice guapo, pero opina que manejo un vocabulario muy amplio"
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Qué me gustan los poemas con tintes etílicos!
ResponderEliminarVaya, un comentario xD.
ResponderEliminarMe alegro que te guste, compañero.
Tres. Tres comentarios. Pero... ¿Dónde está el ron?
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