jueves, 2 de julio de 2009

Un solo tiro

Un tiro. Un solo tiro. En el sitio perfecto, a la altura justa, el lugar calculado. Entre ceja y ceja, entre la punta de la nariz y el flequillo. Uno sólo y… ¡fin! Se acabó. Caput, ce finí, hasta luego Lucas. Apagón neuronal y a mejor vida. Pijama de pino. Ni siquiera da tiempo a ver el túnel, mucho menos su luz. Sólo un segundo, un trueno que no se oye, y oscuridad eterna. No hay más llantos, no más risas. Ni penas ni alegrías, ni bienes ni males. Puesto así, hasta parece un final justo. O al menos que hay justicia después del final. Un solo tiro. Lo necesario para no ensañarse, lo suficiente para ser dantesco. Sangre salpicando las paredes, sesos desparramados por el suelo, olor a casquería frita impregnando el ambiente, camuflando los restos de pólvora. Así es, un solo tiro y tranquilidad absoluta. Y sobre todo, un problema menos.

Un tiro. Un solo tiro. Eso es lo que se hubiera metido aquél estudiante para no seguir estudiando ese eterno mes de junio.


PD: Este que suscribe se va casi todo el mes de julio de vacaciones (excepto unos días a medio mes) a un sitio inhóspito y ajeno a toda tecnología, así que disculpad mi ausencia y sed pacientes. Es posible que el resto de autores se tomen unas semanas este mes, pero en breve volvemos con la misma insoportable y odiosa frecuencia de publicaciones. ¡¡Un abrazo a todos y felices vacaciones!!

4 comentarios:

  1. Por un momento me creia que esa bala iba dirigida a vuestra mascota el Pato, y ya estaba preocupandome, pues despues de todo el centenario y la que habeis liado, el primer relato post-centenario era matando al pato pues ya me diras!!! Esta muy chulo Pedro, me gustan este tipo de textos. Te mandare un mensajito desde los San Fermines artista!

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  2. El problema viene cuando no sólo basta con un tiro durante los exámenes, sino que hay que pegarse dos tras ellos.

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  3. Te ha faltado ser más radical.

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