sábado, 4 de julio de 2009

La montaña rusa

La vida es como una montaña rusa, está llena de momentos donde es posible rozar (sin tocar) el cielo y aún más repleta de severas caídas libres que acaban en los más hondos subterfugios. El problema es que las montañas rusas nunca finalizan su recorrido por encima del nivel del suelo.

Ésto es lo que se le venía a la cabeza a Oswald día tras día, pero siempre a la misma ahora, y siempre sin recordar que ya había llegado a esa conclusión. Como si Newton hubiese descubierto la gravedad, y al dormir se le hubiese olvidado. Y al día siguiente la volviese a descubrir, y la volviese a olvidar, así toda la vida. Exactamente igual, pero claro, ni Oswald sabía que ya había llegado a esa premisa ayer, ni tampoco conocía a ningún Newton.

Su vida fue una montaña rusa claramente delimitada. Pasó una infancia de pena, él no sabía lo que era el bulling, pero sí que había sido presa de obstinadas muestras de esta conducta. Era bajo, mejor dicho, muy bajo. También era obeso, tenía una forma bastante concreta, era como una pera de 1.30 m (el médico le había dicho que a ésto se le denominaba obesidad ginoide). Y por si fuera poco, su nariz era descriptiblemente anormal, picuda, larga y afilada. A veces le decían que podía afilarla y convertirla en una letal arma de combate, él hacía oídos sordos, se colocaba los cascos de su novedoso walkman y buscaba I Was Made for Lovin' You de Kiss, su canción favorita.

Y así Oswald fue acumulando odio, odio y más odio. Nunca explotó en su infancia, en un principio le atormentaba pensar que en esos momentos en los que sus compañeros se cebaban con él, habría sido capaz de degollarlos a todos. Los instintos homicidas fueron creciendo paulatinamente, los remordimientos de conciencia, disminuyendo.

Rozó el cielo, puede que no en el sentido que se hubiese imaginado en otro momento, pero sin duda andaba en la cúspide de la fama. La gente le respetaba y le temía. Dos o tres robos, cuatro o cinco asesinatos y una figura sobre la cual forjar su leyenda. Portadas de periódicos y objetivo de fuerzas públicas, empezaba a consumar su venganza y nada parecía poder pararle...

Pero una figura alada se interpuso en su camino, le derrocó, le venció en más batallas y terminó por ganarle la guerra. Su figura decayó y no le importó ser detenido por primera vez, ahí comenzó su caída libre, sin frenos, directa al abismo.

Un triste pingüino sumergido en los recuerdos de lo que fue. Un pingüino que dejó los paraguas bazookas por las patadas azarosas al aire, que pasó de luchar contra Batman a pasear nocturnamente de camino a aquel pequeño antro de rehabilitación, a aquel banco de la Alameda.

P.S: Semibasado en hechos reales

5 comentarios:

  1. Me encanto la pelicula de Tim Burton y el papel de Danny devito. Lo mejor que he podido hacer es releer tu historia con la musica de Kiss. Agregasela al relato, gana muchisimo! Un saludo

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  2. Y ahí sigue el tío, como miembro intachable de "la lista". Tremendo el texto xD

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  3. ¿Semibasado? Muy poca vergüenza es lo que veo yo.

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  4. Vamos a tener que quitar las direcciones del margen del blog para que no puedan llegarnos las demandas de plagio... Míralo, el tío que luchó contra Batman tirao en la alameda. Que se joda. Batman es Dios.

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  5. Sabes que mola millones de veces más Dare Devil (y no lo digo porque yo tenga nada que ver con él...).

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