Y me armé de valor, y me decidí a continuar la historia del troll. Y justo a tiempo, porque precisamente ahora mismo el troll estaba poniéndose sus gafas de sol, sacando dos ametralladoras UZI de sus costados, dando volteretas por los aires, disparando a discreción y diciendo "Og-buá" (au revoir) con media sonrisilla malévola. En su mente, claro. La realidad era bien distinta. Además, descartó esa idea de inmediato porque no sabía francés.
Pensó entonces que debería emitir una cantidad ingente de energía focalizada en su cuerpo, como en la película Powder. Pero, en fin, estaba el inconveniente de que no podía.
¿Y si les arrojara el geranio? Bah, solamente conseguiría neutralizar a uno de los miles de enemigos y a cambio de perder algo único e irrepetible. ¡Cielos, esa maceta era preciosa!
Miles de ideas le rondaban la cabeza, como la de pintarse media cara de azul, ponerse faldita y empezar un discurso sobre la libertad: "No temáis al enemigo. Podrán perseguirnos como a perros pero nunca nos quitarán la libertad. No tengáis miedo, ¡yo soy...!, ¡YO SOY... !". Y ahí es cuando se dio cuenta de que la mayoría de mis personajes no tienen nombre propio.
Además, cualquiera de esas opciones parecía menos heroica con hipo.
Así que asumió su destino. De frente. Se situó al borde del precipicio, dejó caer un par de lágrimas y con media sonrisilla triste se despidió del mundo.
Saltó al vacío.
A su espalda se formaba un caos tremendo. Cíclopes que insultan a grifos, el goteo de sangre de las bestias paquidermas que se habían enfrentado a los elfos, el ejército del Rey Hyonerda intentando encender la barbacoa, sultanes contra jefes de tribus, palomas contra gorriones. Y todo eso en mitad del campo de batalla en el que se había transformado el infeliz cauce seco del río Guarot.
Nuestro amigo no tuvo tiempo ni de ver los créditos del principio de la película de su corta vida. Fue todo visto y no visto. Justo al saltar, vio ante sí un fulgor infinito. Una llama iridiscente que brillaba con todos los colores de un enorme arco-iris (incluso de dos arco-iris más, conectados en paralelo). Un fogonazo. No podía creer lo que veían sus ojos. En plena caída, hizo aparición ante él el Ave Fénix. Decidido a salvar a nuestro pequeño héroe, el pájaro legendario hizo un vuelo en picado, lo cogió con sus garras hábilmente y se alejó veloz por los cielos de forma majestuosa.
Y al troll se le quitó el hipo.
P.D: Estaba cantado que iba a pasar esto.
"El sexo con normas es monótono y con reglas es pringoso"
martes, 6 de abril de 2010
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Mola un montón, pero yo lo hubiera esnafrao contra el fondo del precipicio. Soy un mierda.
ResponderEliminarUn abrazaco, primo.
¿Punto y final? Si es así me va a dar mucha lástima. Genial el texto, tío!
ResponderEliminarQue va, que va, me queda un texto más para terminar esta temporada de RP y ya veremos si la sigo o no, como la otra vez. De todas formas estoy animado porque considero que la segunda parte de la serie no ha sido mucho peor que la primero.
ResponderEliminarMe alegro que os haya, gustado, fervientes admiradores :D.
Jajajajaja me ha encantado una jodida barbaridad. Es divertidismo!!! El mejor RP? Yo creo que esta temporada no tiene NADA que envidiar a la primera. Salvo ser la primera en salir, eso sí.
ResponderEliminarJoder, buenísimo tío. El primer párrafo es hilarante, y el texto tiene de todo (hasta referencias cinéfilas). Definitivamente el troll es mi personaje favorito y estoy convencido de que RP seguirá, y hasta lo publicarás todo en una bonita edición de Anagrama.
ResponderEliminarEso sí, eres un puto fascista jugando al baloncesto :)
Me alegro que os haya gustado, de verdad.
ResponderEliminarAhora mismo estoy algo seco de ideas con respecto a ese Universo enloquecido. Y eso que esta saga es más corta que la anterior. Supongo que ya volverán a surgir más ideas.
P.D: Sí, Curro, hay una norma no escrita que dicta que yo siempre soy en el equipo que tiene menos gente y soy inflexible ante eso. ODIO ser en el de más gente. Si me quieres llamas fascista, yo seguiré aludiendo a tus patillas...
C6
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