Te recibe por debajo de ti, sin embargo da una impresión diferente, estás bajando el cuello pero imaginas un enorme pedestal, imaginas millones y millones de personas, y un sitio donde esa gente pueda observarla con libertad, donde ella brille como hace eones lo hizo, donde ella sea admirada y loada como hace eones lo era.
Su mirada es reticente pero segura. Es la mezcla de cómo imponer pasión, orden y acción. Abarca sin problemas tanto ángulo como debería, y te impone respeto, pero no miedo, sólo respeto. Y poder, un poder inmenso que podría servir más que cualquier arma, que movería tierras y mares, ejércitos interminables y civilizaciones enteras.
Estás allí, ante ella, y no puedes evitar caer en su invisible yugo. Allí no importa la gente que haya alrededor, no importa ya en qué año estemos ni de donde seamos. Ella te atrapa y te envuelve, y te dirige y te manda, te solapa, te convierte en suyo.
La dama del tiempo, la belleza inmortal, que más que mantenerse intacta se acrecenta con el tiempo. La libertad y el dominio, donde nadie podía, ella pudo. Por eso, si la conoces, no te extraña el efecto, por eso no te importa ser su súbdito, es casi un deseo más que un castigo. Te imaginas haberla visto allá en su trono, con esos mismos ojos, y te das cuenta de lo fácil que le tuvo que resultar llegar adonde llegó, al mayor de los dominios, tan alto que su cuello y su barbilla podrían haberle faltado, nadie se habría dado cuenta.
Y enclavada en un ciclo, morir no murió nunca. Vivió eterna como deseó, con su belleza intacta, con su mirada de madre, mujer y reina despertando la admiración de la gente que de suerte aún la contempla.
Allí, en Berlín.
viernes, 30 de abril de 2010
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¿Y cuándo leches me vais a dejar colgar un texto a mí? Pregunto, eh, sin más.
ResponderEliminarP.D: Ahora leeré o algo.
Está guay el texto, la verdad. Son las cosas que uno se plantea cuando ve una obra de tal calibre y antigüedad.
ResponderEliminarP.D: Da un poquito de miedo que el texto que yo quiero colgar sea sobre el último faraón egipcio (faraona, pa más señas).
Lo mejor del texto, y mira que me gusta, sin lugar a dudas, es la foto. Que es mía.
ResponderEliminarPero lo mejor de la foto en sí, que mira que me gusta, es que salgo yo a la derecha reflejado.
ResponderEliminarQue encima de todo no es nada comparado con el reflejo de Raúl, tras la nuca de Nefertiti.
ResponderEliminarMe ha gustado, me ha hecho recordarla y lo impresionante que fue. Me impacto muchísimo que fuera un busto para enseñar arte.
ResponderEliminarYa te comenté chati, ves como también te quiero.